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Alegría de mamá, Por: Víctor Rodríguez F.

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Por: Victor Rodriguez

Por: Victor Rodriguez

Doña Ana, como le decimos con respeto, es una mujer de 79 años que toda la vida ha dado a sus hijos, a sus nietos y a sus bisnietos, del vaso medio lleno con que siempre ha visto la vida; siempre ha sido y lo será una mujer hermosa, ingeniosa, conciliadora quien nos acostumbró a verle de buen genio, una mujer creyente y tal vez por eso y por otras razones más, hoy su vida está llena de paz, sosiego, tranquilidad, vive rodeada del afecto y la atención que se merece, es una abuela cibernética, tiene cuenta en Twitter, Facebook, Instagram.

Lectora incansable de Opinión Caribe y por supuesto, pertenece a la comunidad Blacberriana del Pin más noticioso de Colombia, sin necesidad de salir de casa, está bien enterada de lo que sucede en el mundo, la nación, la región y en la parroquia; sus desplazamientos se limitan a la EPS, a la Iglesia, a los paseos y fiestas familiares, sus compañeros siempre esperan su llegada a la sala de espera de la EPS para disfrutar de sus anécdotas y también para recibir una nueva edición de Opinión Caribe de sus manos; en otras palabras sus días transcurren en paz y sosiego. Es una mujer feliz.

Ayer cuando llegué a casa, como siempre salió a mi encuentro para darme su bendición y para contarme sobre algo que leyó en nuestro portal Opinión Caribe; a doña Ana, mujer de paso lento, quien lleva en su pecho un marcapaso que le hace estar más tranquila con cada cosa que vive, la vi emocionada con un brillo en los ojos que hizo que me imaginara lo inquieta que debió haber sido de niña “¿Víctor Ramón entonces es verdad?”, ese fue su saludo, “¿a qué te refieres mami? – acabo de leer en el portal de Opinión Caribe, que el Alcalde Carlos Caicedo entregó una completa dotación de instrumentos musicales a los jóvenes de Santa Marta para fomentar la cultura y el desarrollo del talento musical de los samarios… definitivamente, “Santa Marta está cambiando”, mi mamá estaba feliz, el brillo en su rostro se incrementaba y siguió su locuaz encuentro: “Estoy emocionada, había perdido la esperanza de volver a escuchar en el kiosco del Parque de los Novios, bandas que interpretaran inolvidables canciones y melodías como las que disfruté de la mano de tu papá. Confío que los tiempos en que la Banda Departamental desapareció queden atrás y que una nueva generación de músicos nos deleite otra vez; confío en poder ir con mis hijos, nietos, bisnietos, nueras y todos en familia, a una cita de viernes en la tarde a escuchar melodías como el “helado de leche”, el otro himno de Santa Marta; Fascinación, Sal si puedes, Mi cumbia, La pollera colorá, La cumbia cienaguera, Caprichito. Estoy emocionada porque veo que volveré a disfrutar ese momento.”

Esa noche cenamos recordando esas viejas canciones que encendían en sus tarareos el brillo de su cara.

Como es habitual me desperté a las 4 de la mañana y cuando me dirigía a la cocina a servirme el primer tinto del día, vi que en el cuarto de doña Ana había luz, me asomé y estaba mi mamá con su laptop escuchando su música, pues también tiene cuenta en YouTube… Olga Guillót… Tú me acostumbraste… “Monchy… avísame cuando empiecen los conciertos de la banda distrital en el parque de los novios…”