Crónica
Salamina, primer pueblo que visitó Bolívar en el Magdalena
Por: Raúl Ospino Rangel
En el siglo XVIII, el sitio de Guáimaro, estaba habitado por familias indígenas Chimila; fue tanta su importancia que para 1812, contaba con un alcalde y un comandante del ejército. Por autorización del Maestro de Campo de la Provincia de Santa Marta, José Fernando de Mier y Guerra, se establecen en el lugar los capitanes españoles Julián Valera y Antonio Sánchez, con hatos de ganado. Debido a las inundaciones del territorio y arremetidas de los indígenas, los españoles abandonaron el paraje. Pasado cierto tiempo volvieron en compañía de diez familias más, para completar dieciocho, fue cuando levantaron una capilla agregada a la parroquia de Remolino. En 1766, tenía sesenta habitantes, fue el año en que Julián Valera y Antonio Sánchez, bautizan la población con el nombre de “Nuestra Señora de la Victoria de Castro”. Para 1769, establecen hatos de ganado en la población los españoles José Florez Langoria y Eduardo De La Guerra. Una de las mayores inundaciones de Guáimaro fue en 1774, entonces las 120 familias se ven en la necesidad de trasladarse al pueblo indígena cercano “Punta Gorda”, bautizado más tarde como Salamina.
A “Punta Gorda”, llegó en 1763, procedente de Pivijay, el Capitán Agustín De La Sierra, con el propósito de pacificar a los indígenas Chimilas; indios que le encomendó su compañero de conquista, el Capitán español Antonio José Vélez. Después de dádivas, buen trato, encomienda y evangelización de los aborígenes;Agustín De La Sierra, el 29 de septiembre de 1765, funda el nuevo pueblo como “San Miguel de Punta Gorda”, nombre en honor a San Miguel Arcángel, por ser ese su día religioso. Población que fue destruida en 1790, por el Gobernador Astigarraga, pero reconstruida nuevamente en 1791. En 1787 Agustín De La Sierra, nombra al Fray Silvestre Alsina, cura doctrinero de la población; cuya iglesia fue construida en 1791, obra realizada por Don Domingo Donato Jiménez de Tejada. Al llegar Bolívar en 1812, llama a la población Salamina, nombre en honor a la isla Griega de Salamina, donde ocurrió en el año 480 antes de Cristo, la segunda guerra médica. El 21 de diciembre de 1822, el Gobernador de la Provincia de Santa Marta, asciende la aldea de Salamina, en parroquia municipal, por solicitud que hiciera Pedro Juan Visbal. En 1853, mediante la Ordenanza No. VII, del primero de diciembre de 1853, la Legislatura Provincial del Magdalena, lo declara distrito municipal; luego mediante Decreto No. 22, del 15 de septiembre de 1865, se ratifica la categoría de municipio. Por Resolución del 18 de abril de 1882, se declara a Guáimaro, corregimiento de Salamina.
GUERRA DE INDEPENDENCIA EN GUÁIMARO
Desde la independencia de Cartagena en 1811, las discordias entre la ciudad heroica y la realista Santa Marta fueron permanentes. Entonces la Junta patriota de Cartagena, para obligar a los samarios a aceptar su sistema revolucionario, tomó medidas económicas contra Santa Marta, entre esas medidas, el establecimiento de una aduana que exigía el pago de impuestos, como si se trataran extranjeras las mercancías samarias. En contramedida Santa Marta, estableció otra aduana similar en Tenerife. Como las fuerzas se polarizaron, la parroquia de Guáimaro (hoy corregimiento de Salamina), con el apoyo de Cartagena, proclamó su adhesión a esta ciudad, convirtiéndose Guáimaro en 1811, en la primera población del Magdalena que aceptó el sistema revolucionario de independencia. La protección que le brindó Cartagena fue pobre, porque al aproximarse a Guáimaro, las tropas del Teniente Pedro Domínguez (Jefe realista despachado desde Santa Marta), tuvieron que huir al destacamento cartagenero acantonado en Guáimaro. Viendo el Gobernador de Santa Marta que la situación militar favorecía a Cartagena, porque quedaba como único puerto con las provincias revolucionarias, tomó una medida de orden estratégico: la de fortificar a Guáimaro y otras poblaciones como El Banco, Tenerife, Cerro San Antonio y Sitionuevo. El primero de abril de 1812, las fuerzas realistas de Santa Marta, con 1.500 hombres, 40 cañones, 14 bongos y una cañonera ocupan los puertos fortificados de Ciénaga, Sitionuevo, Remolino, Guáimaro, El Piñón, Cerro San Antonio, Tenerife, El Banco, etc. De esta manera las fuerzas patriotas cartageneras, no podían pasar aguas arriba, ni aguas abajo.
Ante este panorama, el General Pedro Labatud, aventurero francés, refugiado de Caracas, recibió del gobierno de Cartagena, el mando de una fuerza de 200 hombres y 48 buques de transporte, con la orden de iniciar operaciones ofensivas contra las posiciones realistas establecidas en el Magdalena. El 30 de octubre de 1812, tuvieron comienzo dichas operaciones, para tomar la posición conveniente se embarcó la tropa y siguió río arriba hasta que llegaron a la boca del caño de Palmar de Varela. Al amanecer del 7 de noviembre de 1812, las fuerzas patriotas de Pedro Labatud, desalojaron a los realistas acantonados en el puerto de Sitionuevo. Animado con los triunfos abre ofensiva contra los realistas ubicados en Guáimaro, sitio decisivo para los samarios, cuyo comandante era Pablo Oligoz y su alcalde Juan Bautista Pertúz. Para ejecutar esta operación el comandante patriota Pedro Labatud, dividió sus fuerzas en 4 divisiones, la flotilla constaba de dos cañoneras y de cinco bongos de guerra, de esta forma derrotó a las tres de la tarde del 18 de noviembre de 1812, a la fuerzas realistas en la plaza de Guáimaro, siendo esta una de las grandes batallas militares de la independencia.
BOLÍVAR EN SALAMINA
El Libertador, con el fin de conocer los puertos ubicados sobre la margen oriental del río, y obtener información sobre el enemigo; de Barranca Vieja Bolívar, baja sobre las aguas del Río Magdalena en balsas o bongos, arrimando en el embarcadero del pequeño pueblo Punta Gorda (hoy Salamina Magdalena), donde las tropas a su mando debían aprovisionarse y descansar de los ardientes rayos del sol de un medio día del mes de diciembre de 1812. Sobre la llegada de Bolívar por primera vez al pueblo de Salamina, el historiador Indalecio Liévano Aguirre comenta:“Al atracar, mientras las gentes se agolpaban llenas de curiosidad a contemplar a los soldados y estos buscaban la sombra, Bolívar con algunos de sus oficiales se dirigió a la taberna del pueblo para obtener informes sobre el enemigo. Alegre y obsequioso como siempre, no tardó en formarse alrededor suyo un numeroso grupo de gente que escuchaba con curiosidad su conversación y le encarecían las dificultades próximas de su arriesgada empresa. Con la bebida, la conversación se fue alejando de las serias preocupaciones de la campaña y cayó en las anécdotas y crónicas del lugar, que muchos, animados por el licor, se complacían en relatar con lujo de detalles”. De modo que Salamina, fue el primer pueblo del Magdalena, que visitó el Libertador.
AMORES DE BOLÍVAR EN SALAMINA
En diciembre de 1812, el Libertador Simón Bolívar, después de cruzar algunas calles de Salamina, llegó a un sitio donde se levantaba una casa mejor cuidada que las demás, casa rodeada de un pequeño jardín y adornada por una joven y hermosa mujer. Al observarla comprendió cuán justificado era el interés de los galanes del pueblo por la francesita Anita Lenoit. Deseoso Simón Bolívar, de superar las distancias de indecisión que les alejaban, se dirigió a ella en francés, haciéndole una pregunta sobre su nacionalidad. Anita Lenoit, sorprendida al oír su lengua, le informó sobre su procedencia manifestándole que se establecieron en ese pueblo porque su padre tenía negocios de comercio. Sentada Anita, sobre el quicio de piedra que rodeaba la casa y frente a ella Bolívar, hablaron aquella tarde del París que ambos conocían.
Con la promesa de verse al día siguiente se despidieron. Bolívar y sus soldados subieron en dirección de Tenerife, población a la que atacó el 23 de diciembre de 1812, razón por la cual no volvió a Salamina, el día siguiente como había acordado con la francesita, sino que lo hizo al sexto día del mismo mes y año, porque la joven amaneció enferma. En 1827, nuevamente pasó Bolívar, por Salamina, en la embarcación de vapor identificada como “General Santander”, pero no se bajó, solo recordó con alegría los pasajes del pueblecito donde conoció a la hermosa francesa Anita Lenoit, que murió en Tenerife el 5 de abril de 1868. En su libro “Bolívar y la Mujer Costeña en la Independencia”, el historiador César Marcucci Vera, comenta así la presencia del Libertador en Salamina: “Al llegar a Salamina oyó hablar a varios bogas de la existencia de una damita que hablaba lenguas raras y decidió ir a visitarla. Al llegar a su residencia se encontró con una bella francesita de escasos 17 años y al encontrar en Bolívar un amigo con quien hablar su idioma, se sintió atraída por este hombre elegante en su proceder y exquisito en su trato, sintiéndose halagada por el inesperado galán. Al día siguiente cuando fue a visitarla, la hermosa dama ya lo estaba esperando y en la visita solo se limitó a hablar de su patria y de los planes del futuro del Libertador. El tercer día Anita, le preguntó por qué se había demorado tanto mostrando cierto nerviosismo, entonces Bolívar, la tomó en sus brazos con el fin de calmarla. El día cuarto la francesita demostraba más su inquietud y Bolívar le preguntó que si estaba enferma, y ella le contestó: Sí, la conversación de usted me ha hecho daño. Inmediatamente desconfiado de sí mismo, se puso de pie y se despidió, a lo que ella dijo: tan pronto. Él contestó: sí, hasta mañana. El quinto día no fue a visitarla y el sexto día amaneció en cama y Bolívar al conocer el hecho, fue a visitarla; cuya sola presencia bastó para que mejorara, prolongándose en completa intimidad hasta pasada la media noche.
Al día siguiente Bolívar suelta los amarres y sigue rumbo al Piñón; al desembocar en la población, se encontró con la gran sorpresa de ver que Anita Lenoit, lo estaba esperando en tierra con los brazos abiertos; a pesar de ese afectuoso recibimiento, Bolívar trató de ignorarla y cuando llegó a la casa que le tenían al Caudillo, ya lo estaba esperando, y de inmediato le preguntó: ¿se puede saber señorita la causa de este viaje tan inesperado? Es sencillo: Yo he resuelto, suceda lo que suceda, no separarme más de usted. Contestó: ¿no advierte usted que siguiendo en pos de un ejército expone su decoro? ¿Qué importa mi decoro si, en cambio, recobro la tranquilidad perdida? Pero ¿Qué se propone usted al seguirme en medio de tantos peligros? ¡Morir con usted! Bolívar enmudeció; pasaron el día juntos repitiendo los deliciosos momentos de Salamina; en las horas de la tarde hizo servir la comida, sentándose Anita a su lado; luego la llevó al Puerto y entre lágrimas, abrazos y besos, la embarcó para donde sus padres con la leal promesa de que regresaría a casarse muy pronto”.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
– César Marcucci Vera: Bolívar y la Mujer Costeña en la Independencia.
– Indalecio Liévano Aguirre: Bolívar.
– Marco Tulio Vargas: Anotaciones Históricas del Departamento del Magdalena.
– José C. Alarcón: Compendio de Historia del Magdalena, de 1525 hasta 1895.
– Orlando Fals Borda: Historia Doble de la Costa.
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