Metrópolis
Santa Marta está cambiando ¿Y tú?
El futuro de las obras está en nuestras manos
Sesenta y cinco mil millones de pesos del presupuesto distrital están destinados para convertir a Santa Marta en la ciudad de los parques en el Caribe. Hasta la fecha dos parques han sido entregados, (Portal del Arcoíris, y parque Equidad), con una inversión total de 8 mil cuatrocientos millones de pesos, sin embargo, el comportamiento de los samarios genera dudas frente al tema de si están verdaderamente preparados para preservar los escenarios. Ya existen quejas de la misma comunidad en la que se denuncia mal uso de la cancha sintética recién entregada, al igual que de las máquinas biosaludables instaladas, dejando entre ver un futuro incierto sobre estas costosas obras.
Un sin número de denuncias demuestran que los samarios están mal utilizando el megaparque Equidad recién inaugurado en el barrio Ciudadela 29 de julio.
En estos días no solo es noticia el sin número de visitantes que a este escenario se acercan con intención de pasar momentos de esparcimiento, sino que también son noticia y negativa, las toneladas de basura halladas en medio del área deportiva.
Llama la atención que el escenario entregado con máquinas modernas para la práctica de ejercicio biosaludables, a tan solo dos semanas de haber sido inaugurado, lucen como si se tratara de un escenario con más de un año de existencia.
Sumado a ello, la cancha sintética exclusiva para practicar fútbol, es utilizada como área de camping donde las familias se instalan y departen no solo con su presencia sino que además lo hacen en compañía de las mascotas, que en cualquier momento hacen sus necesidades fisiológicas en la grama artificial.
El hecho, aunque repudiado por los vecinos cercanos quienes han manifestado su rechazo a esta realidad, deja para todos interrogantes como: ¿De quién es la culpa? ¿Qué está pasando con la cultura ciudadana de los samarios?
En diálogo con Verónica Meléndez, antropóloga egresada de la Universidad del Magdalena, estas situaciones obedecen a un comportamiento denominado dentro del concepto antropológico como un desarraigo de las comunidades en ciudades donde las necesidades eran superiores a las obras de inversión llevadas a cabo actualmente.
“Santa Marta es una ciudad que no está acostumbrada a este tipo de inversión, la ruptura de gobiernos pasados donde la comunidades eran aisladas, con uno que llega y en cuatro años implementa un amplio número de obras genera este tipo de reacciones”, afirmó Meléndez.
Manifiesta que los espacios públicos construyen ciudadanía, sin embargo, de no estar las comunidades preparadas, estos comportamientos serán reiterativos ante la falta de cultura ciudadana.
Por otro lado, la antropóloga invita a las comunidades a tener en cuenta que Santa Marta es la quinta ciudad de Colombia con más desplazados, lo que implica desarraigo y desamor por lo que tenemos, por un alto número de personas que no tenían derechos de inclusión ni garantías de cobertura en sus necesidades, y que por el contrario eran excluidas.
“Hay que tener en cuenta que toda la ciudad debe ser educadora, estas inversiones y las prometidas por el gobierno en turno, deben ir creando esa conciencia en las comunidades poco a poco, se podría decir que es una situación que se ha dado en distintas ciudades del mundo, donde con estas obras debe ir pedagogía” puntualizó Meléndez.
490 años de historia parecen no ser suficientes para que los samarios se adapten a un nuevo estilo de vida, sin embargo convertir a Santa Marta en la ciudad de los parques en el Caribe, ha sido el legado que ha proyectado la actual administración dentro del proyecto Red de parques, el cual tiene contemplado la construcción de 44 parques, distribuidos en distintos barrios, con una inversión de sesenta y cinco mil millones de pesos.
“Se va a repetir este accionar, daños, mal uso y demás, por eso es necesario la creación de una red de veedurías con personas oriundas de la mismas zonas, las cuales se encarguen de proteger lo que les pertenece”, puntualizó el sociólogo Edimer Latorre, quien desde su campo de investigación hace un análisis pertinente para la problemática.
Considera el sociólogo que la ciudad sale de un debate álgido donde queda claro el proyecto de ciudad que propone la administración, el cual involucra como protagonista a toda la sociedad, asegura que son proyectos que además de traer beneficios, trae consigo enemigos que se encargan de sabotear el proceso, “cuando se habla de esos daños a estas nuevas obras, podría interpretarse como el boicoteo de ese grupo de ciudadanos adictos a la corrupción y a las prácticas tradicionales que durante décadas tuvo la ciudad, las cuales no aceptan estos tipos de inversiones”, dijo Latorre Iglesias.
Coincidiendo con Meléndez al considerar que en la capital del Magdalena se adolece de cultura ciudadana, donde una de las razones ha sido la cantidad de desplazados que a diario llegan a la ciudad, “comunidades con desarraigo que poco le van a importar estos proyectos, por lo que necesitamos seguir trabajando” puntualizó.
Para el sociólogo, la Red de parques es un paso al cambio y la ciudad los necesita, sin embargo, enfatiza en que lo evidenciado en el parque la Equidad del barrio La Ciudadela, puede repetirse en las cuarenta y cuatro obras por llevar a cabo, “se va a repetir este accionar, por eso es necesario la creación de red de veedurías de las mismas zonas que se encarguen de proteger lo que les están entregando”, apuntó Latorre.
LA COMUNIDAD
Distintas percepciones tienen los samarios sobre esta situación, nuestro cuerpo periodístico consultó a la comunidad vecina al parque Equidad, quienes aceptan el mal uso del escenario y en detalle explican qué es lo que está pasando.
“Los ciudadanos nos sentimos presionados, los comentarios que se escuchan es que la gente de la ciudadela no cuida y valora tan magna obra, lo que no saben es que no solo es gente de la Ciudadela, este parque es usado por personas de barrios vecinos quienes lastimosamente llegan y tratan cada uno de los implementos deportivos irresponsablemente”, apuntó Ricardo Benavidez, quien con más de veinticinco años de vivir en la zona dice que tan importante obra debe ser mejor cuidada.
Por otra parte, Argénida Guzmán, quien reside en el barrio El Pando, plantea otra situación, “es cierto que muchos digan que son moradores de los barrios vecinos los que de alguna u otra forma no valoran el significado de esta inversión, más sin embargo me atrevo a decir que es actitud de los padres inculcarle a los menores practicas sobre el buen uso de estos escenarios” puntualizó el habitante.
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