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Standard & poor’s y mecanismo de refrendación

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Por: Carlos Holmes Trujillo

Las advertencias de esta agencia calificadora de riesgos deben ser tomadas muy en serio.

No solamente porque se basan en verdades incontrovertibles desde el punto de vista de la caída de los precios del petróleo, su impacto sobre el crecimiento del déficit en la cuenta corriente, y la elevación de la deuda externa como porcentaje de las exportaciones.

También hay que recibirlas con gran atención, en tanto se hacen considerando el contexto político actual y su incidencia sobre las medidas que deben tomarse en materia de ajuste fiscal, tanto por el lado de los ingresos como por el del gasto.

El análisis que hace la agencia se basa en la expectativa de que se tomen las decisiones adecuadas, posiblemente después de la terminación de las negociaciones en La Habana y la firma de los acuerdos.

Pero, lo fundamental no es la posición de los calificadores con respecto a lo que pueda suceder en Cuba.

En esencia, las advertencias apuntan a señalar que hay que adoptar correctivos a la mayor brevedad para evitar que sigan profundizándose las debilidades externas del país y se afecte el grado de inversión.

¿Qué quiere decir lo anterior en buen romance?

Pues que hay que ajustarse el cinturón rápidamente y hacer la reforma tributaria estructural que tanto se anuncia.

De cara a esta situación preocupante, el Gobierno ha resuelto esperar a ver qué pasa con el plebiscito en la Corte Constitucional y está calculando el efecto político que podría tener la presentación de la mencionada reforma sobre su resultado, si es que los magistrados lo consideran ajustado a la Constitución.

El anuncio de que podría bajarse la calificación, en el evento de que las conversaciones fracasen, o los desarrollos políticos debiliten la capacidad del gobierno para hacer los ajustes necesarios, indican que el Presidente Santos debe crear las condiciones para tomar las decisiones adecuadas tanto fiscales y presupuestales como políticas.

El camino indicado sería reconsiderar la convocatoria del plebiscito y más bien aceptar que lo mejor es hacer un gran acuerdo político y de Estado sobre el mecanismo de refrendación.

Ese paso crearía una mejor atmósfera para la presentación inmediata del proyecto de reforma tributaria estructural y evitaría el deterioro del clima político en virtud de la confrontación nacional que generaría el plebiscito. Es verdad que, por lo pronto, se le está dando un compás de espera al Gobierno.

No obstante, ese beneficio se está otorgando con una sutileza que no opaca la severidad de las advertencias. Si, en lugar de jugar a hacer elecciones, mediante un mecanismo que, como el plebiscito, no es idóneo jurídica ni políticamente, para lo cual deja de dar los pasos que los calificadores de riesgo están esperando a fin de renovar la confianza crediticia en Colombia, el Presidente optará por realizar el ajuste y mejorar el clima político, le haría mucho bien al país.

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