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Un paraíso a la puerta del infierno: El ocaso de los pueblos palafitos
Hace más de dos años OPINIÓN CARIBE, viene denunciando la desviación de los ríos que bajan de la Sierra Nevada de Santa Marta. Actualmente el caudal no tiene la misma proporción de agua de su nacimiento hasta la desembocadura como consecuencia de la captación ilegal y/o permitida por autoridades competentes, que permiten el bienestar de fincas en detrimento de la Ciénaga Grande.
Bocas de Aracataca o Trojas de Cataca, es uno de los pueblos palafitos ubicado a una esquina de la Ciénaga Grande de Santa Marta, que, de ser despensa pesquera de la región, pasó a ser víctima de la catástrofe ecológica, el accionar delictivo de las AUC y con ello el desplazamiento. Sus habitantes luchan por no desaparecer ante la desatención en la que han vivido durante años por parte del Estado y no obstante el problema que sufre todo el departamento del Magdalena: el desabastecimiento de agua.
La denuncia estaba formulada. La disposición del cubrimiento periodístico se conjugó de inmediato con la expectativa de explorar en lo más recóndito de nuestro Departamento, para obtener el insumo que daría paso a esta publicación. El destino: Bocas de Aracataca o Trojas de Cataca, como es conocido entre los lugareños.
Este caserío lo integran alrededor de cien familias, es jurisdicción del municipio de Pueblo Viejo, y sus habitantes son testigos de la afectación ambiental que amenaza día a día a la Ciénaga Grande.
Sus pobladores tienen claro qué está acabando con este complejo lagunar, y se lo atribuyen a la instalación de trincheras en los ríos que desembocan en la Ciénaga.
El río Aracataca, al igual que el río Frío son los dos afluentes con mayor caudal encargados de oxigenar el cenagal, entre otros. Sin embargo, el accionar del hombre está truncando este cometido. Durante la visita al interior de la Ciénaga, OPINIÓN CARIBE pudo constatar que en la actualidad no es la misma proporción de agua que desemboca en el complejo, y esto producto de la captación del agua de los ríos para el sostenimiento de las fincas de la región.
En la travesía para llegar a ‘Trojas de Cataca’, es necesario surcar durante 45 minutos el cenegal que dejó de ser la principal despensa de los pescadores, ante la arremetida del fenómeno de ‘El Niño en los últimos años y la nefasta participación del hombre que, a falta de lluvias, extrae de los ríos el agua para regar las extensas tierras cultivadas con palma de aceite, entre otros.
Pero la preocupación de esta comunidad no es solo ambiental. La pobreza y la falta de oportunidades saltan a la vista.
En la marcha, el piloto de la lancha que cubre la ruta desde Tasajera hacia Trojas, desde el mismo momento del abordaje advirtió que lo que venía era un panorama triste, “nadie se acuerda de ‘Trojas’, no hay atención del Estado y a veces la gente no tiene nada de comer”, y no exageró, la situación es devastadora, y se refleja en el rostro de las familias que habitan el pueblo.
TUVO SU ÉPOCA BUENA
De Trojas de Cataca salía gran parte del pescado y los mariscos que se consumían en los mercados del Caribe e interior del país.
En los tiempos remotos de abundancia de la Ciénaga Grande los pescadores cataqueros lograron convertir a esta zona en una despensa piscícola de la región en donde especies como el róbalo, el sábalo, la mojarra rayada, el macabí, el lebranche, la lisa, el mapalé, el coroncoro, además de la ostra, el caracol y el camarón, salían por toneladas.
Las fiestas patronales de Santa Rosalía, en septiembre, era la excusa perfecta para que esta comunidad palafítica se engalanara, al pueblo llegaba gente de Santa Marta, Barranquilla y Pueblo Viejo. Hoy solo lo llega la prensa a recopilar una historia que pocos conocen y que ha quedado atrás.
La miseria arropó a este pueblo con la construcción de la carretera Barranquilla- Santa Marta (1956), que obstruyó los caños alimentadores entre la ciénaga, el mar y el río Magdalena; la contaminación de sus aguas por la agroindustria; la deforestación para la expansión agrícola, ganadera y el asentamiento humano, y la sobre explotación pesquera.
Estos factores alteraron el equilibrio ecológico generando la desaparición de muchas especies para darle paso al hambre, la tristeza y la soledad.
A esto se sumó la incursión de las autodefensas la tarde del 22 de noviembre del 2000.
Los paramilitares llegaron en lanchas, sacaron a las personas de sus casas y las reunieron en la escuela al lado de la estación de Policía y de la iglesia y asesinaron a cuatro pescadores acusados de colaborar con la guerrilla. La masacre produjo el éxodo de por lo menos 250 familias.
Dieciséis años después y con la meta de dejar atrás esa historia trágica, los hombres salen cada día; pero no para huir de las balas asesinas, sino para buscar el sostenimiento para sus familias. La amenaza en Bocas de Aracataca cambió de antagonista ya no son los paramilitares, sino la falta de agua y la escasez de alimentos.
EL TRAUMA DE LAS TRINCHERAS
El flagelo que está acabando con el ecosistema, es de conocimiento público y es denunciado por la misma comunidad, “el río Aracataca tiene más de 10 años de estar seco y solo de vez en cuando se ve pasar una corriente de agua y la culpa de que en la desembocadura esté seca es de los grandes productores de palma, quienes truncan el paso normal de la poca agua que hay”, aseguró Antonio Garizábalo líder de la comunidad.
Mientras otros aseguran que la instalación de trincheras 5 kilómetros arriba de Bocas, hasta Tucurinca, no permiten que el agua llegue hasta Bocas de Aracataca, y es así como los peces desaparecen, “todo el mundo sabe que están desviando el agua, pero nadie hace nada, las entidades públicas se hacen los de la vista gorda”, dijo Rosa Moreno.
BAÑADA POR OCHO RÍOS
Sin duda alguna, la Ciénaga Grande de Santa Marta es destacada por los diferentes ríos que la bañan y que en ella desembocan. El complejo lagunar y las comunidades que allí habitan necesitan de esa agua dulce para mantenerse.
El río Fundación, el río Ají, el río de Mengajo, el río de Pankú, río de Aracataca, río de Pájaro, el López y el río Frío.
Según Nicolás Samper, los habitantes de Bocas de Aracataca se sienten como los hijos de menos madre, pues han sido burlados por parte del Estado, como ocurrió el año anterior, cuando la presencia de una maquinaria sorprendió a los pobladores, pero solo para temas de infraestructura, cuando ellos lo que necesitan es una atención directa a la población.
“¿Por qué el Estado, en vez de darle prioridad a las comunidades, se limita a dragar los ríos alrededor de la Ciénaga Grande y deja a este pueblo como dicen por ahí ‘sin aprecio?”, preguntó.
Agregó que el accionar debe estar enfocado a eliminar los distritos de riego que de manera irresponsable afectan la convivencia de los pueblos asentados al costado de la Ciénaga Grande, “cuando el Gobierno se quiere gastar 100 millones de pesos lo hacen con un fin de beneficiar a terceros que en vez de la misma comunidad afectada”, dijo.
LA CIÉNAGA NO PARA DE “LLORAR”
Samper, quien se destaca por su liderazgo entre la comunidad fue enfático al decir que todos los habitantes de la región tienen deuda con la Ciénaga Grande. En medio de cognición popular, esa que se aprende en la cotidianidad y afrontando los avatares que ofrece la vida, don “Nico”, como le llaman sus amigos, hace una analogía muy explicativa, “si usted tiene un hijo y lo mete en la hamaca y el niño llora, ¿qué cree que llora, será tetero, teta o comida?, eso mismo le pasa a la Ciénaga, está llorando porque todos los cauces naturales que pertenecen a ella, se están secando”, precisó.
Atribuyó la culpa a grandes empresarios quienes están acabando con la generación humana y con todo lo que brotó la naturaleza, ante la falta de apoyo de los entes de control como Corpamag.
Cuentan los longevos que cuando el río Aracataca tenía un cauce normal de agua y la Ciénaga el oxígeno del hídrico dulce que necesitaba, el afluente tenía entre siete u ocho metros de profundidad, el cual se convirtió de un tiempo a otro en barro, ya no hay agua y lo que queda es un charquito.
“En el año 2008 aproximadamente, la población contaba con un caño que la bañaba, lo que se llamaba río Chiquito, era tan profundo que ahí se le ahogó un niño a una señora que vivía acá. Eso es para que nos demos cuenta que estábamos bañados por corrientes de agua dulce”, narró Samper.
INQUIETUDES DE LA COMUNIDAD
Son muchas las preguntas que se formula esta comunidad ante el desvío del agua de los ríos, en el diálogo con Nicolás Samper, este manifestó, “¿será que para ciertos capitalistas, administradores, capataces y demás, una palma africana tiene mayor importancia que un ser humano?”.
Agregó que hace algunos días se reunieron con el alcalde de Pueblo Viejo, Wilfrido Ayala, la Policía y representantes de Corpamag a quienes se les cuestionó si los capitalistas tienen para pagar el daño que ocasiona la detención de agua y la cimentación que se le ha hecho a los ríos; pero no hubo ninguna respuesta, precisó Samper.
TAN AUSENTES COMO LAS CRECIENTES, ESTÁ LA AUTORIDAD
En medio del recorrido por las inmediaciones de la Ciénaga Grande, los ríos que la bañan, y los caños que en ella desembocan, Antonio Garizábalo confirma que hace muchos años en Bocas de Aracataca no ha habido una creciente que nutra los ríos, se supo que en el año anterior el caudal no subió y en lo corrido del 2016 el fenómeno de El Niño no da pie de aumento. Así como tampoco hay autoridad para ayudar a los pobres y continúa su relato, preocupado por la sequía.
“Decimos que es el fenómeno de El Niño el que nos ha afectado, sí lo sabemos. Pero de igual forma y lo digo ampliamente, la falta de oxígeno de la Ciénaga ha incrementado el flagelo, y esto obedece a que las entidades del medio ambiente han dejado que los grandes finqueros hagan sus fechorías a rienda suelta, porque sencillamente aquí prevalece y se beneficia quien más tenga plata”, denunció Samper.
Dentro de su relatoría a Nicolás no le tiembla la lengua, lo confirma al decir que no es mudo para dar a conocer lo que a su modo de ver es un fraude.
“Por aquí por el centro de la Ciénaga Grande, pasan los de Corpamag y es como si nada. Lo que pasa es que como aquí no tenemos corbata, tampoco aire acondicionado, pasamos desapercibidos, ellos saben que el agua la están captando de manera irresponsable y es como si no fuese con ellos”, aseguró Nicolás.
DESPUÉS DEL DAÑO APARECE CORPAMAG
Nicolás deja entrever su descontento por el olvido al que son sometidos los habitantes de Bocas, tan así que después que los capitalistas como le llama a los dueños de las fincas palmeras, le hacen daño a la Ciénaga es que aparece con ‘pañitos de agua tibia’ la autoridad ambiental, “ahora vienen a hacer el trabajo a medias para que los vean, pero mientras tanto no vigilan que es lo que pasa aquí”, apuntó.
Lo dicho por Nicolás Samper, lo corrobora un comunicado de prensa de la Corporación Autónoma del Magdalena en donde explica los hallazgos ilegales en cuanto a captación de agua, cuando es de completa responsabilidad, vigilancia y competencias de la Corporación que este tipo de sucesos no ocurran, toda vez que hace varios años particulares desecaron la Ciénaga Grande de Santa con terraplenes y otras tácticas.
Es así como Corpamag aseguró que, “se encontraron tres trinchos ilegales, construidos de tipo tabla estaca, para el beneficio particular del agua en predios privados en cercanías al corregimiento de San Juan de Palos Prietos”.
Según las declaraciones de las directivas de la Corporación, fueron hasta el lugar, luego de las denuncias hechas por el alcalde de Pueblo Viejo, Wilfrido Ayala e inmediatamente personal de la Corpamag, en compañía de la Policía Nacional, miembros de la Alcaldía de Pueblo Viejo, Personería Municipal y Comunidad de Bocas de Cataca se trasladaron al sitio de la denuncia encontrando tres trinchos.
El primero de ellos atraviesa de orilla a orilla el río Aracataca, reteniendo el agua de manera ilegal, por medio de canales superficiales, hasta los predios de la finca Inversiones Palo Alto, presumiéndose como el primer infractor, dio a conocer Corpamag.
Además, el segundo trincho lo encontraron aproximadamente a 400 metros, aguas arriba del primero, que atraviesa de orilla a orilla el rio Aracataca, ocasionando que en este sector suba el nivel del agua para conducirla, a través de un canal, a la finca Jallo, quien se presume como segundo infractor y además no cuenta con concesión de aguas superficiales vigente.
Entre tanto, según Corpamag, en dicho lugar hallaron una motobomba de 10 pulgadas succionando el agua del río, además que toda la cobertura vegetal fue removida para adecuarlo, “durante la visita la motobomba estaba en operación, la Policía Nacional vio la necesidad de decomisar estos equipos de manera preventiva”, informaron las directivas del ente.
El tercer y último trincho atraviesa de orilla a orilla el río Tucurinca, conduciendo el agua por canales superficiales, hasta los predios de la finca Las Mercedes o La Economía.
Es así como Corpamag frente a estos hechos abrirá medida preventiva orientada a sancionar a los presuntos infractores y ordena el retiro inmediato de los trinchos ilegales evidenciados durante la visita.
COLEGIO SIN MAESTROS
Pero el problema de la retención de agua ilegalmente en la Ciénaga que perjudica directamente a los habitantes de Bocas de Cataca no es el único lamento del pueblo. También se le suma un colegio sin maestros y más de 30 niños sin atención escolar.
Ante esto Nicolás narra que en el año anterior había una maestra que vivía en Bocas, pero solo daba clases dos o tres días a la semana, “desde octubre del año 2015 la señora no vino más y los niños quedaron sin clases”.
Evelis Samper, una de las hijas de Nicolás tiene un hijo y pide a gritos educación más que comida, “yo lo que quiero es un maestro para que les enseñe a los niños, porque no quiero que se queden brutos, así como yo que no he tenido la oportunidad de estudiar. Quiero que mi hijo vaya a una escuela y no por la porción de comida que puedan darles a los niños, sino para que aprendan”, precisó Evelis.
Es así como Wilfrido Ayala Moreno, alcalde de Pueblo Viejo y oriundo de Bocas de Aracataca, en entrevista a OPINIÓN CARIBE dijo, “la educación para el corregimiento es un problema que tengo yo con el Secretario de Educación Departamental, a quien desde hace un mes le pedí una cita, pero no me pudo atender. Pero me dijo que ya nombraron al profesor que va para Bocas, pero no ha ido y supongo que se está ganando el sueldo sin asistir”, aseguró el Alcalde del municipio.
También cuenta Wilfrido Ayala, que aún no conoce quien es el maestro que está encargado del colegio del corregimiento de Bocas de Aracataca y tampoco fue al despacho a posesionarse.
“Esta situación es preocupante, pero eso es competencia de la Secretaría de Educación Departamental, porque no han tomado cartas en el asunto. La misma Gobernadora está enterada de esta situación y aún no se ha presentado el maestro en Bocas de Aracataca”, afirmó el primer mandatario de Pueblo Viejo.
Es así como OPINIÓN CARIBE, consultó al secretario de Educación del Magdalena, Antonio Matera Ramos, quien conoció la situación y explicó que el año anterior la maestra que fue nombrada se retiró en el mes de octubre, “la profesora que estaba en Bocas de Aracataca, el año pasado, reportó en octubre ante la Secretaría de Educación y a la Fiscalía General de la Nación que había recibido amenazas contra su vida”, dijo.
Así mismo explicó Matera Ramos, que cuando se reciben amenazas y el docente las reporta, la Secretaría de Educación, primero no es autoridad judicial para establecer si las intimidaciones son ciertas o no, “nuestra obligación por Ley es proceder al traslado inmediato para proteger la vida del docente que se dice está amenazado. Ya es parte de la Fiscalía y de la Unidad Nacional de Protección, establecer si las amenazas son reales o no”, indicó Antonio Matera.
De acuerdo a lo anterior el Jefe de la cartera de Educación del Magdalena, aseguró que, en enero de este año, en el decreto de Traslados Ordinarios, una docente fue liberada en otra Institución Educativa, porque no tenía carga académica en el municipio de Zona Bananera, “esa docente fue trasladada hacia la Institución Educativa de Pueblo Viejo, pero al rector le corresponde distribuir a los docentes en cada sede”, mencionó.
Además, fue enfático al decir que están tomando las respectivas medidas con el rector para establecer por qué no ha dirigido a la docente hacia la sede el corregimiento de Bocas de Cataca, que pertenece al colegio San José de Pueblo Viejo.
Es así como el colegio de Bocas permanece desolado al igual que el pueblo, sin un maestro que dirija las clases diarias que deben recibir los niños del corregimiento, “el compromiso del maestro con los niños es que debe asistir los cinco días a la semana, no dos o tres días. Yo le voy a hacer un seguimiento a ese tema, porque además de tener un compromiso con el municipio de Pueblo Viejo, yo soy del corregimiento de Trojas o Bocas de Aracataca y me duele lo que se vive allí, especialmente con los más pequeños”, precisó el alcalde de Pueblo Viejo, Wilfrido Ayala Moreno.
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