Crónica
¡Adiós campeón! En memoria a Édgar Perea Arias
Condoto es un municipio, ubicado en el Departamento del Chocó y fundado en 1758 por Don Luis Lozano Scipión. Su Extensión es de 890 kilómetros cuadrados y cuenta con una temperatura promedio de 28 grados centígrados. Se encuentra a 70 metros de altura sobre el nivel del mar.
Cuenta con un aeropuerto regional, pero la forma más usual de llegar a él es a través de la carretera que lo une con la capital del departamento. La elevada pluviosidad unida a un deficiente mantenimiento, hacen que el estado de la vía no siempre sea el más adecuado.
En esta rica región- escondida en las montañas del Choco- nació un buen día de 1934 el “negro” Édgar Perea Arias, cuya figura creció profesionalmente en Barranquilla, de cuya tierra se autoproclamó hijo. Llegó a La Arenosa a mediados de 1996 y se convirtió en hito de esa ciudad. Le ayudaron en su propósito su estilo bacán y don de buena gente. Se puede decir que los barranquilleros adoptaron el estilo “sabrosón”, alegre y mamador de gallo del chocoano. Y es que el “negro” Perea era todo un personaje. Tanto por la forma de vestir, como por la forma de hablar, por su forma de caminar, de gesticular y tomar el pelo, estilo propio de los nacidos en Barrio Abajo en “Quilla”. Perea y Barranquilla, eran un todo. O Barranquilla y Perea eran uno solo. Tal para cual. Me atrevo a asegurar, que ningún barranquillero lo igualaba. Es más, ni el “Cole” ni “María Moñitos”, se le acercaban en popularidad y ademanes gozones.
LA POTENTE POTENCIA: PEREA VS POVEDA
Fue narrador deportivo de béisbol, fútbol, baloncesto, boxeo y ciclismo durante muchos años. Llevó una vida ordenada. No tomaba. No fumaba. No trasnochaba. Cuidó su vida pública y privada más que un deportista de alta competencia. Desde finales de la década de 1980 hasta 1998, Perea trabajó en Caracol narrando los partidos de la Selección Colombia. En 1990 se radicó definitivamente en Bogotá, donde se desempeñó como relator de los partidos de Santa Fe y Millonarios. También fue el presentador deportivo de NTC Noticias y fue narrador deportivo de Colmundo, empresa que dejaría para vincularse con Emisora Atlántico, donde compartiría micrófono con su ex rival Abel González Chávez.
«El Campeón», como era conocido popularmente, integró el equipo periodístico de La Polémica radial, junto a otros periodistas deportivos como Hernán Peláez, Jaime Ortiz Alvear, Adolfo Pérez, Óscar Rentería Jiménez, Wbeimar Muñoz, entre otros. Este programa de deportes de amplia sintonía nacional se caracterizó por los enfrentamientos entre Ortiz Alvear y Édgar Perea.
He aquí una de las famosas bromas de Jaime Ortiz Alvear a Édgar Perea, en plena polémica de los deportes: Hernán Peláez relata una vieja historia. Alguna vez tuvo que ir a Pescaito en Santa Marta a grabar un programa junto con Édgar Perea. El narrador chocoano llegó al sitio en su Mercedes Benz, carro elegante para la época. En la ‘Polémica’ de ese día, Jaime Ortiz abre el programa con la siguiente perla: “doctor Peláez, me contaron que estuvo en Santa Marta. Qué bien. Una pregunta: ¿Quién era el conductor qué consiguió?”
“Abel González es un verdadero clásico barranquillero, con una habilidad mental estupenda para meter al oyente en la transmisión. Con su inteligencia será un gran aporte a este grupo radial que ha conformado Emisora Atlántico para los partidos de la Selección Colombia. Es un auténtico hombre de radio”, señaló Édgar Perea.
Hoy, 30 años después, Édgar Perea y Abel González se encontrarían para reírse de aquellas anécdotas y brindarles a los oyentes de Emisora Atlántico una transmisión con el sello costeño. Esta unión estaba prevista para julio de 2016 y a ellos se sumarían Hugo Luis Urruchurto y José Barros.
Y sobre su pelea con Abel González, el narrador Édgar Perea fue enfático, “la profesión de la radio, y obviamente todas las profesiones, tienen sus desavenencias. Fue un enfrentamiento netamente profesional, jamás una discusión personal. Abel defendía a Marco Saporiti y yo no compartía la filosofía del técnico argentino para dirigir al Junior”.
Los Char, dueños de Emisora Atlántico, le sacaron ventaja y provecho al enfrentamiento personal entre Fabio Poveda, Abel González Chávez y Édgar Perea. Lanzaron una promoción en vallas y pasacalles por las principales avenidas de Barranquilla y otras ciudades de la costa para promocionar la reconciliación Perea, Poveda, González. Esa unión radial se vendería con facilidad a raíz de los enfrentamientos personales entre ellos. La capital del Atlántico movía los diales de las emisoras de Atlántico a Caracol y viceversa. Durante la hora del mediodía los programas de Perea y de Chávez y Poveda- Caracol y Atlántico- los dos programas antagónicos- mostraban los más altos índices de la sintonía “ñera”. Esos programas deportivos parecían una telenovela criolla. Palabras de grueso calibre iban y palabras venían. La potencia quedó deshecha. Nada sirvió para unir a los periodistas deportivos enfrentados. Se pensó en acudir al Ministerio de Comunicación para que pusiera alto en los debates personales. Ni los familiares de uno u otro bando se escaparon de participar en las peloteras radiales. Las familias de ambos bandos llevaron del bulto.
Todo se originó a raíz de la presencia en el banco de Junior de Barranquilla del técnico argentino Marcos Saportti. Poveda y Chávez lo defendían y Perea no gustaba de su fútbol. Ese fue el problema.
En el año 1985, Édgar Perea Arias y Abel González Chávez se debatían en el más enconado enfrentamiento periodístico cuyo epicentro era el argentino Marco Saporiti, técnico del Junior. La disputa fue tan fuerte que Édgar Perea, al grupo de periodistas contradictores encabezados por Abel González, Fabio Poveda y Raúl Correa, los tildaba de las viudas de Saporiti.
Setomaron al municipio de Aracataca, la tierra de Gabriel García Márquez en cuyo suelo se escenificó la revolucionaria promoción radial. Disfrutó el pueblo de “Cataca” con la presencia de los afamados periodistas en cuyas calles quedó la semblanza del enfrentamiento personal. Nada los unió.
Perea era un periodista fuerte. De expresiones explosivas. Vivía y tomaba a pecho la noticia. Era muy temperamental y colérico. Claro que tenía ratos de jocosidad. Eran pocos minutos, pero suficientes para dejar la sensación de buena persona. Como aquellos momentos durante el entretiempo de los partidos en el estadio ‘Romelio Martínez’ o ‘Roberto Meléndez’ cuando hacía contertulios con sus colegas de radio. Su cabina radial se llenaba de periodistas de otras cadenas radiales que disfrutaban de las recochas y sabrosuras del “negro” Perea. Allí se mostraba otra persona. Reía, gozaba y se burlaba de sus compañeros. Tenía en ese momento una risotada jovial. Alegre y gozona. Era el Perea desconocido para sus seguidores. Era el otro. El propio, era explosivo, sin fin en sus expresiones. De su pecho brotaba la ira, la impaciencia y cuanta palabra se le ocurriera. Tenía una fuerte personalidad y con el tono grueso de voz acallaba a sus opositores. Nada más se oía su potente voz y por eso sobresalía en sus polémicas.
Quien escribe fue testigo excepcional de una agria disputa entre Édgar Perea y Fabio Poveda. Ocurrió en casa de Poveda. Fabio estaba iracundo, molesto y cansado por la disputa radial con el “negro”. Poveda tomó el teléfono fijo de su casa y llamó a la casa de Perea. Contestó el mismo “negro”. Se cruzaron fuertes palabras y poco a poco el tono fue bajando: Conclusión: Fabio le dijo a Perea que sacaran a sus familiares- sobre todo a sus hijos- de esa pelea. El “negro” accedió y allí se firmó una preacuerdo que puso límites a las disputas. Ninguno de los dos mezcló a sus familiares en la refriega.
ALIANZA EN EMISORA ATLÁNTICO
Eran otros tiempos. Era otra radio. Quizá era otra audiencia. Con el fallecimiento de Édgar Perea la radio colombiana cierra un ciclo. La radio deportiva también. Nuevas generaciones descartan las polémicas por radio. Ya nadie grita. Ya nadie insulta con sarcasmos inteligentes. Ya ningún locutor llega al centro del campo del estadio Metropolitano en un helicóptero, como el ‘Campeón’.
Son las 8:15 p.m. Es lunes. Año 2016. La voz de Édgar Perea se apagó. Comienza una nueva polémica en otro dial.
La inconfundible voz del comentarista deportivo se apagó este 11 de abril en Bogotá, pero sus míticos relatos de grandes gestas deportivas quedarán para la posteridad. Homenaje al ‘Campeón’.
La emblemática voz de Édgar Perea acompañó las gestas deportivas más importantes en Colombia. El narrador chocoano era único: podía describir con emoción un gol de la Selección Colombia, emocionar a todo un país con un nuevo título mundial de boxeo o retratar con precisión un partido de béisbol de las grandes ligas.
Cuando Édgar Perea daba la orden de entonar el ‘corito celestial’, 55.000 personas lo secundaban en el estadio Metropolitano de Barranquilla. Cuando pedía a las tribunas de Corea y Vietnam animar al equipo, todos atendían la instrucción y desde las graderías populares descendía el ‘Junior, tu papá’ que contagiaba al resto del estadio.
Pero la pasión del ‘Campeón’ siempre fue el fútbol y especialmente su querido Junior de Barranquilla. Fue en ‘la Puerta de Oro’ donde forjó su carrera y acompañó al equipo Tiburón por décadas. El Metropolitano siempre fue su casa y los barranquilleros adoptaron a Perea como propio. Por ello es natural decir “Sigan Siendo felices, Édgar Les Dice”. Y recordemos con agrado y nostalgia: ¡Junior Tu papá!… Adiós Negro. Gracias por los momentos felices que nos diste. Nunca Te olvidaremos: Sigan Siendo felices, Édgar les dice!
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