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Crónica

¡Ruby, ejemplo de resiliencia!

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Tuvo las capacidades y habilidades para superar la adversidad

No es un secreto que en Colombia y en otros países de Latinoamérica la calidad de la educación es una de las metas más grande de cualquier gobierno. Aunque, en algunos sectores de la Nación, se ha promovido el mejoramiento de la calidad gracias al aprendizaje colaborativo, el trabajo en equipo, la implementación de nuevos métodos de enseñanza centrados en la participación de los niños, un nuevo papel del maestro como orientador y facilitador del aprendizaje.

Por: Marisol Ramírez 

En ese escenario pedagógico se encuentra una maestra, una mujer, un ejemplo de vocación y amor por lo que hace: Ruby Esther Borrero Forero, samaria de 45 años de edad, de los cuales 16 los ha desempeñado en la labor más hermosa del mundo, la de educar. Es mamá de cuatro hijos, que también de una u otra forma, han sido sus alumnos en el hogar, Fabián Martínez Borrero de 26 años de edad; Natalia Martínez Borrero de 20; Yeison Martínez Borrero de 13 y Katherine Martínez Borrero de 11 años.

En zonas o sectores en los que la educación se desarrolla de manera muy precaria, Ruby Borrero le ha dedicado muchos años de su carrera. Inicia como maestra en Piñuela, vereda de Pivijay, municipio del Magdalena, cuyo camino es angosto, por el cual transitan pocos peatones y ganado, si tienen suerte de tenerlo.

Transportarse era toda una odisea, porque en los años en que ella estuvo como maestra en esa pequeña población, no había carretera, el camino era de herradura, peligroso, sumándole la presencia de paramilitares, conocido, en ese entonces, como el Frente Pivijay, quienes permanecían aterrorizando a la población con expresiones como: “todos estos pueblos tienen que volverse potreros y ustedes, bandidos, deben irse de aquí”.

Ruby, sin dejarse amedrentar por la violencia en ese sector, siguió asumiendo el reto de cumplir con su labor como maestra, porque es lo que más ama. Se enfrentó a la decisión de ver a su familia, quizá, cada quince días, a ‘abandonar’ a sus cuatros hijos y asumir la responsabilidad de dedicarle tiempo a quienes recibirían sus enseñanzas y su tiempo.

En la vereda Piñuela no había servicio de agua, les tocaba realizar un ‘vía crucis’ para ir hasta una laguna cercana de la que se abastecían los habitantes de esa vereda conformaba solo por dos calles largas, calor insoportable, deficiencia de servicios, viviendas en condiciones indignas, y cuando llovía, la situación empeoraba, porque se debía hacer el quite para caminar por barriales, lo cual demostraba la más absoluta pobreza de la población.

Durante el tiempo que Ruby estuvo educando en tales condiciones en esa vereda, se sentía satisfecha por la enseñanza que les impartía a los campesinos, a los niños y jóvenes que, a pesar de su falta de recursos, se sentían motivados para recibirlas diariamente, sobre todo, por su gran amor y
comprensión.

EN LA ZONA BANANERA EXPONÍA DIARIAMENTE SU VIDA

Si de reconocer la labor de esta maestra se trata, se debe destacar, que ser docente en Colombia no es nada fácil, no solo por las condiciones de pago, sino también por las circunstancias en las que muchos deben dar clases. Luego de que Borrero se desempeñara por algunos años en la vereda Piñuela, fue trasladada, por decisión de ella misma, a la Zona Bananera, en la que su principal fuente económica es el cultivo del Banano y de la Palma Africana, además de la ganadería y la agroindustria, para ser más exactos, en el corregimiento de Varela a pocos kilómetros de Río Frío.

En esta zona, las condiciones para laborar no eran mejores que las anteriores. Diariamente, esta maestra viajaba desde las 4 de la mañana, exponiendo su vida en el camino abierto y peligroso- sufrió tres accidentes- precisamente, por el estado del camino y la humedad del mismo; dos de ellos, al transportarse en una camioneta y otro en una motocicleta, contando con la ‘suerte’ de que no fueron graves, pero con la zozobra de sortear todos los días a este tipo de situaciones. A pesar de ello, Ruby jamás perdió su amor por lo que hacía, cualesquiera fueran las condiciones, lo importante era impartir conocimientos y dejar huella en cada uno de los niños, adolescentes y jóvenes que asistían a la escuela.

Imaginar a un maestro en una zona rural o urbano-marginal, con infraestructura deficiente, sin servicios, a veces a la intemperie, sin zonas recreativas, expuestos al sol, poca luz y sin baños, es reflexionar sobre ¿Así se prepara el futuro del país? ¿Por qué para enseñar hay que sacrificarse de esa manera? ¿Compensa en algo a esos maestros impartir sus conocimientos en esas condiciones? ¿Qué tan importante es la vocación? Esos y otros interrogantes más surgen al conocer historias como éstas.

Es notorio que no hay un desarrollo sostenible y equitativo en la educación y se requiere de manera urgente una consolidación de las democracias en pro de la calidad y la equidad sobre este tema. Si no fuera por muchos maestros por vocación, como Ruby, la educación no llegaría a las zonas más recónditas del país, en este caso, a zonas del departamento del Magdalena en las que ha estado esta maestra.

GABRIELA MISTRAL, AMOR POR LA PEDAGOGÍA

Hoy, Ruby está ubicada en zona urbana, en el instituto ‘Gabriela Mistral’ enseñando también, bajo condiciones parecidas a las anteriores. Pero con la plena convicción de que día a día aporta su grano de arena en aras del desarrollo personal a quienes son sus estudiantes.

El instituto ‘Gabriela Mistral’ ubicado en Gaira en la ciudad de Santa Marta, es un colegio que pertenece al Distrito, pero viviendo casi las mismas necesidades de colegios ubicados en zonas rurales. Lleva el nombre de la gran Nobel, porque nadie mejor que ella ha podido plasmar mejor en sus poesías el amor por la pedagogía y por los niños.

Es importante hacer un paralelo entre el amor que siente Ruby por su trabajo y el que sentía Gabriela Mistral, quien escribió un poema titulado ‘Piececitos’, en el cual expresa, entre otras cosas, su frustración al ver la pobreza y miseria en que viven muchos de sus educandos, quienes pasan desapercibidos frente a los ojos de la sociedad de la época; un fragmento de este poema dice: “¡Dios mío! ¡Piececitos heridos por los guijarros todos, ultrajados de nieves y lodos! El hombre ciego ignora que por donde pasáis, una flor de luz viva dejáis;”.

La maestra Borrero ha realizado largas caminatas en el lodo, ha sido testigo de la ignorancia de un gobierno que no llega a donde ella lo ha hecho para enseñar, y hoy, es testigo de estudiantes heridos por las mismas familias, por enfrentar problemas de drogadicción, de embarazos a temprana edad, violencia, problemas económicos, entre otras situaciones procelosas a las que se ven enfrentados.

Hoy, Ruby labora en esta institución, quien, además de impartir los conocimientos que le corresponden como docente, debe convertirse en mamá, en hermana y en amiga de los estudiantes para ayudarlos a sobrellevar graves problemas de drogadicción, de embarazos a temprana edad, a superar pérdidas familiares por muertes o por prisión.

Con agrado, diariamente entrega amor a sus alumnos, amor por la institución que siendo del Distrito, aún está en condiciones urbano-marginales, porque en ocasiones, por las altas temperaturas que se sienten en las aulas, por falta de ventiladores, les toca salir al patio, debajo de un árbol para recibir las clases.

“Escuchar es la palabra clave para atender a las necesidades de un alumno, analizar su soledad, su distracción, y así, puedo ayudarlos, a través de mi labor, a superar algunos de los problemas por los cuales atraviesan, porque infortunadamente no contamos con ayuda psicológica en este colegio”, expresa Ruby.

AÚN EN LA PRECARIEDAD

Todavía vive la odisea de ser maestro con escasos recursos y con una infraestructura a la cual le falta mantenimiento, que a simple vista puede verse como un lugar apropiado para recibir clases, pero que en realidad, al ingresar, el calor es insoportable, la luz insuficiente, unos pupitres deteriorados, el material didáctico es escaso; todo esto afecta los niveles de concentración del estudiante, pero Ruby hace su mejor esfuerzo para que estos ‘males’ no afecten la presencia de los educandos, no los espante, e invita a muchos maestros a seguir realizando una labor que quizá no tenga reconocimientos o agradecimiento alguno por parte de las entidades, pero sí por parte de quienes son el centro de los procesos de la enseñanza y el aprendizaje: los estudiantes.

Ruby ha sido elegida como Docente de Calidad en el programa Tutores de Calidad del Ministerio de Educación, un programa que elige a los mejores maestros para preparar a otros e inculcarles una forma novedosa para enseñar. Esta es una gran oportunidad para compartir la lucha ardua de trabajar con ganas desde la necesidad, desde la escasez, de trabajar prácticamente ‘con las uñas’, además de lo terrible que es alejarse de la familia y ofrecerle nada más que calidad de tiempo cuando las circunstancias lo permiten.

LO QUE DEJA LA VOCACIÓN

Hoy día, cursa un doctorado en Venezuela, se siente orgullosa y contenta de trabajar estos últimos 16 años al servicio de niños, jóvenes y adolescentes, impartiendo conocimientos, brindándoles alegría y orientación, sobre todo, amor. “Me identifico con la resiliencia, soy parte del significado de esa palabra”, señala la maestra con una gran sonrisa de satisfacción.

Según el Ministerio de Educación, con el Programa de Formación Profesional de Docentes y Directivos Docentes,se busca definir, gestionar e implementar acciones y proyectos que permitan fortalecer los procesos formativos de los docentes y directivos docentes, para mejorar la calidad de la educación preescolar, básica y media; todo esto suena muy bien hasta ahí, pero ¿no creen que se deben mejorar las condiciones en que los estudiantes reciben sus clases, unas condiciones dignas para aprender?

Al basarse en el principio de que «Una educación de calidad es aquella que forma mejores seres humanos, ciudadanos con valores éticos, respetuosos de lo público, que ejercen los derechos humanos y conviven en paz. Una educación que genera oportunidades legítimas de progreso y prosperidad para ellos y para el país. Una educación competitiva, que contribuye a cerrar brechas de inequidad, centrada en la institución educativa y en la que participa toda la sociedad», se puede constatar que con pequeños ‘granitos de arena’ hay maestros que desde su labor, sin ayuda del gobierno, han podido formar esos seres humanos, esos ciudadanos con valores éticos, esos ciudadanos respetuosos de lo público y pare de contar; lo han hecho desde su amor por la docencia, desde su capacidad de ingeniárselas para ofrecer un espacio ameno de aprendizaje, desde su creatividad a la hora de enseñar con tan poco.

Y si el Ministerio de Educación dice que, en este sentido, la Dirección de Calidad para la Educación Preescolar, Básica y Media se ha propuesto consolidar una política de formación que contribuya de manera significativa al mejoramiento de la calidad de la educación desde un trabajo de corresponsabilidad entre los diferentes actores e instancias relacionados con la formación de docentes en el país; entonces, estos maestros como Ruby Borrero, que aman lo que hacen y lo demuestran en su quehacer diario de la mano de las adversidades, están más que preparados.

Por todo esto y más, OPINIÓN CARIBE quiso resaltar la labor de ella y la de todos los maestros que diariamente entregan al mundo mejores seres humanos, maestros que más que profesión, desarrollan una vocación, tal como dice Ever Garrison: “Un maestro es una brújula que activa los imanes de la curiosidad, conocimiento y sabiduría en sus pupilos. ¡Feliz Día del Maestro!

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