Columnistas
Opinión: La voz del pueblo ¿la voz de Dios?

Por Víctor Rodríguez F.
Se nos ha vendido la idea, muchas veces, que las democracias son sistemas perfectos y que es la mejor forma de gobernar.
El mundo globalizado tiene como uno de sus más importantes pilares la democracia, porque la democracia es un vehículo de libertad e igualdad; no puede existir un mundo globalizado si no existe libertad y, sin libertad, no existe tolerancia para aceptar las diferencias y, mucho menos, para enfrentar tiranos que imponen sus deseos por encima de quienes le dan sentido al Estado: El Pueblo.
Sin embargo, en la práctica, en lo que implica la aplicación del poder del pueblo ¿es este sabio para tomar las mejores decisiones? ¿Es siempre libre cuando las toma?
Compleja es la situación actual en el Reino Unido y la Unión Europea, sí, nos tocará hablar de ellos por separado, luego de que los ciudadanos británicos eligieran salir de la Unión Europea a través de un referéndum. El proceso de salida del Reino Unido de la Unión Europea no es tan fácil como parece, ni este se encuentre, de inmediato, por fuera de la misma.
Esta decisión popular causó una grave desestabilización e incertidumbre política y económica, al punto que las bolsas de valores europeas cayeron más de un 10 % en un solo día, por tanto, no es descabellado pensar que aquella Unión Europea y el mismo Reino Unido se convirtieren en historia patria. ¿Fue, entonces, la decisión más inteligente? No lo sabemos en sí, pero se impuso la misma por una campaña manipulada por miedo, en donde los sentimientos jugaron más que la razón y, al día siguiente, muchos ciudadanos estaban reclamando un nuevo referéndum, arrepentidos por lo sucedido. Incluso, el promotor del Brexit, Boris Johnson, negó la idea de convertirse en el Primer Ministro Británico, luego de que David Cameron dimitiera por la derrota en las urnas.
Toda esta situación nos llevaría a cuestionar, ¿es la democracia la mejor forma de gobernar? Entendemos que, si bien la democracia tiene sus orígenes en Grecia, fue hasta los contractualistas liberales de la Revolución Francesa, quienes empiezan a hablar de democracia como la conocemos hoy, como reacción a un sistema de gobierno monárquico y teocrático, “es un sistema político de posiciones contrarias y equilibrios, que gira alrededor de las libertades individuales que evocan la necesidad de un marco legal fruto del Estado de Derecho”.
Sin embargo, pasa de ser la democracia un modelo ideal de gobierno a uno problemático, cuando los ciudadanos no son racionalmente informados para tomar sus decisiones, dado que el consenso marca un punto importante para la toma de decisiones en un estado democrático, pero, según Haber mas, este implica un grado de racionalidad. No en vano, Simón Bolívar expresó en el Discurso del Congreso de Angostura el 15 de febrero de 1819:
“Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia”.
Entonces, escenarios como los acontecidos la semana pasada en Europa, se repiten alrededor del mundo, incluso en nuestro país.
Podríamos indicar a priori que la sociedad británica es más alfabetizada que la colombiana, a pesar de ello, cada Estado vive a través de sus circunstancias y el proceso de referéndum se vio colmado de sesgos y manipulaciones que llevaron al 51% de los británicos a votar por salir de la Unión Europea.
Extrapolando este escenario a nuestra realidad, la conducción de las negociaciones en el proceso de paz culminaría, si nada extraordinario ocurre, con una refrendación popular en las urnas. Es decir, que el pueblo podrá elegir entre aceptar o no el acuerdo que se logre con las Farc, y esto no deja de ser inquietante, puesto que sería un hito para la historia de nuestro país acabar una guerra de más de 60 años y que ha dejado más de seis millones de víctimas, según datos de la Unidad de Victimas y, estaría en nosotros, los ciudadanos colombianos, tomar una gran decisión.
Es entendible que existan intereses encontrados, pero no podemos tomar distractores como definitivos para escoger entre el sí y el no. La paz no le pertenece a un partido político, ni a un caudillo, nos pertenece a todos y está en nuestras manos tomar la mejor decisión. Debemos estar a la altura de ese gran acontecimiento, sobre todo ahora que se ha dado un paso importante en las negociaciones con el silenciamiento de los fusiles y acercándose una fuerte campaña mediática entre el sí y el no.
Entonces, la democracia es el sistema ideal del mundo globalizado, pero está condicionada a que la voluntad del pueblo exprese las mejores decisiones para sí mismo si se tienen consensos basados en decisiones racionales. Está en nuestras manos no fallarle a la historia y visionar el futuro de una Colombia unida y en paz.


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