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#Blog Un niño y su camisa rosa


Por: Gina Noriega
Escribir en los tiempos de la desinformación cada vez cuesta más lectores, la dura tarea de enfrentarse a una hoja en blanco, que solo se lleva a cabo con más motivos ocultos que certeros y la crítica siempre constante de aquello con lo que no se está de acuerdo y sin embargo, se sigue haciendo.
Los adultos cada vez se encuentran más desorientados acerca del verdadero sentido y precepto de aquello que desean para sí mismos, siempre buscando algo nuevo con lo cual destacar, sin tener en cuenta que fueron educados para ser iguales.
La educación actual se caracteriza por instruir los mimos conocimientos a 25 e incluso más personas en un mismo recinto, mismas preguntas, mismas respuestas y mismo evaluadores, no se mide la cualidad específica de cada sujeto a pesar de esto, ahí está ese deseo constante de hacer crecer a cada niño siendo diferente.
La duda que siempre permanece y que más daño produce es la repetición de este mismo comportamiento en contextos además de los escolares. La sociedad busca precisamente la manera más práctica de estandarización, si eso significa una mayor capacidad de entendimiento para grupos cada vez más grandes. Poco a poco se ha perdido el horizonte de la pregunta usted quién es usted como sujeto, para estallar frente usted dentro de cual grupo de personas está.
Infortunadamente, la cultura del dime con quién andas y te diré quién eres se encuentra arraigada. Los jóvenes nacen siendo el futuro y como eso permanecen, luego, son adultos incapaces de tomar sus decisiones y desde ahí empieza todo. ¿Sabe cuál es el motivo por el que un niño se coloca un chaqueta? Porque su madre tiene frío, aunque ellos no lo sientan.
Lo que más genera dudas es que el caso anterior se presenta de manera repetitiva y naturalizada. Un padre preguntando a su hijo por qué no había aprendido a tomar decisiones por sí mismo y tampoco era independiente, el problema de esto, es que cuando dijo que ropa debía usar a sus cinco años le dijeron que no combinaba, cuando comentó que quería ser artista le dijeron que no era rentable, y cuando dijo que le gustaba alguien, respondieron que estaba mal visto.
Hay tantos profesionales que no ejercen lo que han estudiado como niños siendo educado con la mentalidad de que el sol puede ser coloreado únicamente de amarillo, la creatividad ha quedado en la búsqueda misma de entender de uno y a otro, sin reconocer que la verdadera esencia de lo que se desea tanto para uno como para otro está en el mismo hecho de dejarlo ser.
El panorama no hace más que empeorar cuando hay más parejas educando a sus esposos/as que a sus hijos; a los niños se les dice es así porque lo he decidido yo y cuando se encuentran años más tarde convertidos en el espejo de a quienes educaron se les pide que tomen riesgos.
El punto esencial es, que la discusión de todas las mañanas va más allá de si el saco rosa combina con los zapatos azules, e incluso, si el niño puede o no usar el saco rosa por ser de ese color. Se debe enseñar a decidir para luego no emitir la queja constante de que no hay suficientes adultos siendo independientes, pocos artistas jóvenes, o el mero hecho de una persona inconforme porque todavía desconoce quién es y lo que quiere para sí.
La inclusión como mecanismo de educación no es aceptar a los niños el respeto por la diferencia, es enseñarlos a ser diferentes, es enseñar a pensar en tantas profesiones como sean las existentes e invertir los papeles acerca de si son hombres o mujeres quienes deben ocuparlas. La inclusión es ser diferentes en medio de la maximización de la búsqueda por ser iguales y estándares.
*Para más artículos de este autor: lunatraslucida.wordpress.com


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