Análisis
El ‘mercado de lo vencido’
Unos pesos más para el bolsillo de los colombianos
Mientras que en Colombia miles de personas mueren de hambre por no contar con dinero suficiente para abastecer a su núcleo familiar, y en contraste, restaurantes y personas del común tiran en la basura el alimento que les sobra o que no van a utilizar, otros países adoptan una nueva modalidad de comercio, que permite acceder a productos que alcanzaron su fecha de caducidad, pero que aún están en perfectas condiciones para su consumo. OPINIÓN CARIBE analizó con algunos expertos esta situación y evidencia qué tan factible es que en el territorio colombiano pueda haber un ‘mercado de lo vencido’.
Por Laura Vélez Vargas
Mariana Acosta de Hernández es ama de casa con 25 años de edad, y como la mayoría de los colombianos, se preocupa por ahorrar en aras de beneficiar las arcas de su hogar, por tal motivo, según ella, no es raro verla en los diferentes almacenes de cadena “cazando” las promociones de los diferentes productos del hogar, como demandante fiel de una nueva modalidad que se ha impuesto en diferentes países de Europa y Estados Unidos y que se conoce como ‘el mercado de lo vencido’.
La situación es simple, el salario mínimo legal vigente en Colombia es de $689 mil 455 pesos, lo equivalente por día a 23 mil pesos (según valor ponderado), y las familias colombianas están conformadas, en la actualidad, por los padres, hijos, además de algún otro familiar. Los gastos son muchos: escuela, alimentación, servicios y mercado o canasta familiar. El mes se estira, pero las ganancias no. Lo que obliga a los ciudadanos a ingeniárselas en un universo mercantil que, al parecer, no solo entiende las necesidades de sus compradores, sino también la de deshacerse de forma inteligente de disímiles alimentos en las vísperas de caducidad.
Cabe mencionar, que, en investigaciones realizadas por este medio, se encontró que a pesar de que el departamento del Magdalena mejoró su panorama en cuanto al índice de pobreza, estableciéndose en un 48.1 %, aún está muy por encima del promedio nacional, que es del 30 %, lo cual es preocupante.
Igualmente, la situación se agrava cuando las personas que tienen ciertos empleos, reciben un salario por debajo del mínimo legal vigente colombiano para el sostenimiento de toda una familia y, que aún con las ayudas recibidas por el Gobierno Nacional, no alcanza para el sustento alimenticio diario: si desayunan, no almuerzan; si almuerzan, no cenan; en el peor de los casos, ni siquiera hay para un plato de comida.
UN FENÓMENO GLOBAL
El curioso escenario, sin embargo, no solo se registra en el orden nacional. Para muchos, e incluso las amas de casa, resultaría impensable, que, en continentes como Europa, para ser más precisos, en países como Dinamarca, región ubicada al norte de esa parte del mundo, existen supermercados donde los consumidores hacen filas para comprar comida con su respectiva fecha de vencimiento.
Iniciativa que surgió en estos países por el problema de desperdicio de alimentos que se descomponían luego de que no eran comprados, debido a sus altos costos, entre otros aspectos.
Frutas, verduras, granos, bebidas y demás elementos de cocina perecían en múltiples tiendas, por lo que eran arrojadas a la basura sin pensar en una estrategia que diera paso a su acercamiento hacia las necesidades de posibles demandantes. Hoy por hoy, en países desarrollados, los supermercados tienen prohibido botar productos, obligándolos a donar a sitios de caridad o bancos de comida.
Sin embargo, aquí en Colombia la situación es distinta, pues además de ser un problema de desperdicio de alimentos perfectamente comestibles y que no representan un daño para la ciudadanía, los comerciantes muchas veces tiran a la basura los productos, puesto que incurren en delito si le cambian la fecha de vencimiento y les es más fácil botarla que ir hasta un lugar de caridad para donarla, a pesar que gran parte de la población colombiana vive en las condiciones descritas anteriormente, que no le alcanza ni para un plato de comida diario; panorama que puede cambiar si estos nuevos mercados se abrieran en algunas regiones del país.
‘EL ARTE DEL REBUSQUE’
Y aunque en Colombia no se encuentra a disposición este tipo de supermercados, pues corresponde a una falta grave de la Ley 1480 de 2011, existen las constantes promociones y otros sitios en donde se ofrecen productos en perfecto estado, pero que su envase se encuentra deteriorado.
En Colombia, por ejemplo, productos comestibles, en los almacenes de élite, alcanzan más del 50 % de rebaja en temporada de promoción. Según la gerente de una cadena de supermercados del país, esto se acostumbra a realizar mensualmente por la cercanía a la fecha de caducidad de los productos, lo que resulta una propuesta ineludible, teniendo en cuenta que es el mismo comestible que la semana anterior costaba el doble o el triple y que, su calidad no ha disminuido, solo está próximo a vencer y ya cumplido su plazo máximo de vencimiento, la normativa colombiana no permite su comercialización.
La Superintendencia de Industria y Comercio, la Secretaría de Salud y el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos alertan para que los consumidores no se dejen engañar, puesto que, en algunos establecimientos del país, le cambian la fecha de vencimiento a los productos mediante un sello o lo cambian con tinta, poniendo en riesgo la salud de las personas.
Asimismo, la SIC establece que “los proveedores y productores deberán suministrar a los consumidores información clara, veraz, suficiente, oportuna, verificable, comprensible, precisa e idónea sobre los productos que ofrezcan y, sin perjuicio de lo señalado para los productos defectuosos, serán responsables de todo daño que sea consecuencia de la inadecuada o insuficiente información”.
PANORAMA NACIONAL
De acuerdo con Ana Catalina Suárez, directora de la Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia, Abaco, el Departamento Nacional de Planeación reiteró que, el 40 % de la producción agropecuaria se pierde, “esto corresponde a seis millones de toneladas de frutas y verduras aptas para el consumo humano, por temas de infraestructura, de cadenas de alimentos, por estándares de calidad, tamaño, forma y color y por las exigencias de los mismos consumidores”.
Señaló,que, los Bancos de Alimentos existen hace más de 17 años en Colombia y, desde 1967, en el mundo. Por tanto, estos bancos se encargan de proveer a las comunidades que requieran, los alimentos, puesto que en Colombia, más de 3 millones 600 personas se encuentran en la pobreza extrema y un gran porcentaje corresponde a la población rural.
¿EFECTOS EN LA SALUD?
El hecho permite varios cuestionamientos, teniendo en cuenta que, así como se beneficiaría el bolsillo de los connacionales, la salud también resultaría afectada, si se consideran a las intoxicaciones como un riesgo real, producidas por los alimentos vencidos.
Con base en ello, este medio consultó a Alba Jácome Lozano, ingeniera de Alimentos egresada de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, quien aseguró, que “los productos deben tener su vida útil hasta la fecha inicialmente establecida”.
La Ingeniera explicó que, “los productos secos o los que no contienen una gran cantidad de agua pueden durar hasta un año, a diferencia de los que cuentan con una importante hidratación, que en algunos casos pueden alcanzar hasta los 6 meses. Estos últimos deben contar con una refrigeración adecuada, por lo contrario, así no hayan cumplido el tiempo establecido en la fecha de vencimiento, perecerán o registrarán daños. Todo depende del manejo que se le dé”, anotó la profesional.
Al planteársele el caso de descuentos por vencimiento, la Ingeniera señala, que “respecto a los supermercados en Colombia, las promociones obedecen, precisamente, a su fecha de caducidad. Para ser más puntuales, si un producto vence el 25 de julio, ellos aligeran la oferta, pero si lo hacen después de fecha, recaerían en una falta grave”.
En cuanto a la repercusión en el organismo de las personas que consuman los alimentos vencidos, Alba Jácome Lozano manifestó, que por lo general estos cuentan aún con los estándares de salubridad e higiene. Pese a ello, “no podemos descartar la posibilidad de que cuenten con cierto grado de efectos después de ser ingeridos. Lo cierto es que hasta el momento no existe una norma que garantice el buen estado de los productos posterior a la etapa de vencimiento”.
ESTUDIOS INTERNACIONALES
De acuerdo con estudios internacionales, en el llamado “primer mundo”, el fenómeno no solo se registra en el Viejo Continente; Estados Unidos de Norte América también evidencia casos en donde los consumidores acuden al mercado de los precios bajos con el objeto de ejercer lo que en Latinoamérica se conoce como el popular “rebusque”.
Por ejemplo, un estudio adelantado por la cadena BBC, en donde Dana Gunders, investigadora del Consejo Nacional para la Defensa de Recursos Naturales, NRDC, organización dedicada a analizar políticas de salud, presentó una investigación en la que asegura que mucha comida que según el sistema de etiquetado dice “expirado”, todavía se puede consumir, porque la cifra de productos desechados de forma anual son alarmantes; solo en Norteamérica se botan unos 48 mil millones de dólares, equivalente a una décima parte de la comida que se vende en supermercados y tiendas.
Esto quiere decir, que solo en Estados Unidos el 40% de la comida es tirada a la basura, en parte, por las confusas etiquetas que informan a los consumidores diferentes fechas sobre «use hasta», «véndase hasta», «mejor antes de» o «disfrute hasta».
Del mismo modo, voceros de tiendas exclusivamente dedicadas a la venta de productos vencidos, como el del país europeo mencionado al inicio del artículo, indicaron en diferentes medios, que “cerca de 790 millones de personas en el mundo viven en tal extremo de pobreza, que se van a la cama con hambre, mientras en Dinamarca 700.000 toneladas de comida son botadas o destruidas cada año”.
MERCADO PARA TODOS
María Fernanda Olarte Sierra, antropóloga, doctora en Ciencias Sociales y del Comportamiento, investigadora y catedrática, además de ser investigadora senior de un colectivo que se llama CESTA, investigaciones independientes, le explicó a OPINIÓN CARIBE el llamativo fenómeno que de otra forma contribuye al aprovechamiento de los alimentos, disminuye el hambre mundial y, alivia el peso de los bolsillos de los colombianos.
“Está bien que esos productos estén disponibles para cualquiera que lo quiera comprar. Pero, lo positivo no es que beneficie a la economía de las personas, sino que controla y disminuye los altos índices de desperdicios de alimentos en el mundo, lo que era una realidad lamentable con respecto a los casos de muertes por desnutrición en África. Y, no nos vayamos tan lejos, en el mismo departamento de La Guajira”, mencionó la antropóloga.
Expresó, además, que es un error direccionar estos productos a personas de escasos recursos, pues lo ideal es que cualquier persona que quiera acceder a ellos, sin importar el estrato social, pueda hacerlo, siempre que sea clara la fecha de vencimiento.
“Se sabe que las fechas de vencimiento de los productos dan un espacio largo para que se deterioren, lo que debe ser aprovechado para el consumo, teniendo en cuenta que las leyes colombianas lo vigilen y lo permitan”, señala María Fernanda.
También recordó, que una fundación llamada “The open food foundation” recoge la comida que se está dañando o la que los restaurantes no van a utilizar y la sacan para que las personas que deseen, puedan consumirla.
“En España existe algo parecido, lo que se conoce como Bancos de Alimentos, por la situación económica por la cual atravesó este país. Estos son anónimos y se encuentran en los barrios, donde decenas de personas llevan alimentos que compraron, pero que no van a consumir o los restaurantes que al final de día les sobra comida y en lugar de botarla, las meten en cajas. Las asociaciones que tienen permisos para recoger alimentos pueden acercarse y tomarlos.
Lo importante es que no sea revendida, sino hacer parte de una cadena de apoyo, lo que ofrece una mayor conciencia del valor de los productos. No debe convertirse en un sistema paternalista o asistencialista, en donde se le da al pobre lo que no nos gusta, sino ser un poco más solidarios”, anotó la Antropóloga.
UN LLAMADO DE ATENCIÓN
Aunque Colombia, por el momento, no cuenta con “mercado del vencido” OPINIÓN CARIBE invita a los restaurantes, organizaciones y población civil, en general, a no botar los alimentos que les sobran y que, se encuentran en condiciones aptas para su consumo. Los interesados pueden comunicarse con los Bancos de Alimentos de su ciudad, que, en Santa Marta funciona en la carrera 16 con calle 33, barrio Las Américas, dirigido por el Padre Armando Echeona Melo. Allí se recibe y distribuye suministro alimenticio a más de 8.000 familias de escasos recursos de todo en el Departamento. Ver en la página web http://pastoralsocial-caritassantamarta.org o escribir al correo basantamarta@sdpss.orgy en el teléfono 4214166.
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