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Edición Especial

“Era el momento para que el país entrara a la era del desarrollo”: Reyes

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La civilización es como una señora delicada a quien no se puede hacer viajar a pie ni a lomo de mula: es menester guardarle consideraciones y darle vapores, ferrocarriles, electricidad y automóviles para que no nos abandone…”

[Leer introducción del especial: “Magdalena, enclave bananero”]

A finales del siglo XIX la era del control inglés sobre las economías latinoamericanas había llegado a su fin, mientras que Estados Unidos se constituyó en una de las fuerzas industriales más importante del mundo, por lo que buscó incursionar en los nuevos mercados de Asia, África y América Latina, siendo este último el predilecto para la inversión de capital en la producción de materias primas. Si bien es cierto que en 1885 el comercio de este país con América Latina constituía solamente el 3.74% de sus exportaciones, también lo es que, visto de más de cerca, este era predominante en algunos países de la región.

Así controlaban el 64% del comercio en Guatemala; el 41.6 % en Venezuela; el 39.4 % en México; el 36.6 % de Colombia y el 26.8% del brasileño. El comercio desigual con Estados Unidos abarcó todos los renglones de producción de materia prima, sin embargo, la instauración y explotación de las zonas bananeras se convirtió en un tema, que desde comienzos del siglo XX y con la consolidación de la United Fruit Company, tuvo muchas críticas tanto de los demás productores norteamericanos en el negocio, a los que esta Compañía saboteó y sacó deslealmente del mercado, como de los pequeños productores latinoamericanos y trabajadores en general.

El afán de levantar la economía por la guerra de los Mil Días, sobre todo por la crisis que atravesaba el café, (cuya tasa de crecimiento anual decayó en un 3.3 % entre 1874 y 1898, y en 2.9% anual, comparando el año de 1874 momento de auge con el de 1913) cuyos precios de exportación habían caído en el mercado internacional a finales del siglo XIX y primeros años del XX, afectó a otros sectores de la economía, como el sector ganadero y el de la caña de azúcar, debido a la baja en el consumo de la carne, por la que los trabajadores pagaban altos precios, y al bajo consumo de alcohol por la pérdida del poder adquisitivo de estos, se convirtió en uno de los factores fundamentales para estimular otros productos agrícolas dentro de los que el banano fue el más viable por el bajo costo en su producción y la demanda creciente en el exterior.

 

Rafael Reyes inspiró sus reformas en las políticas implementadas por el presidente mexicano Porfirio Díaz, a quien admiraba.

 

Así en 1908, cuando Rafael Reyes, presidente de Colombia leyó frente a los diplomáticos, comerciantes y agricultores su discurso en donde justificaba la importancia del “trabajo honrado, inteligente y ordenado para el bienestar económico del país”, y de la importancia de crear una gran zona geográfica para el desarrollo de la producción bananera a gran escala, estaba lejos de vislumbrar que con esta acción daba inició a la intervención y control de la United Fruit Company en la producción bananera, y sus posteriores consecuencias económicas y sociales.

Realizar los estudios pertinentes, tanto desde el punto de vista económico como geográfico, se convirtió entonces en una de las prioridades del gobierno, por lo que se asignó tal tarea a los Generales Perdomo y Calderón, quienes con las autoridades del departamento del Magdalena, el representante de la United Fruit Company, el Gerente del ferrocarril de Santa Marta, realizaron esta exploración, es decir, tanto en la visita como en el aval para la iniciación del negocio estuvieron involucradas todas las autoridades requeridas.

[Leer nota: “Economía y sociedad en Santa Marta en el siglo XIX“]

Por otra parte, se consideraba que había ciertas condiciones propicias para iniciar tal empresa, dentro de las cuales se contaban:

  1. a) Muchas personas con capacidad empresarial y capital, que producto de la guerra de los Mil Días se habían establecido en otros países en donde fundaron negocios prósperos, en este punto se consideraba que se tenía el capital humano y económico para el desarrollo de la industria nacional. Dentro de estos se contaban los Durán, Pino, Díaz, Herazo, Ossa, Díaz Granados, Arosemena, Calvo, Gómez Valdés, Orrantía, González Tello, quienes emigraron hacia Guayaquil en donde desarrollaron el cultivo del cacao, el comercio y la banca. Los Ospina, Vásquez, Álvarez, Recaredo de Villa, Párraga, quienes desarrollaron el comercio, la agricultura y la banca en Guatemala y El Salvador; los Ribón, Muñoz, De Castro, Espriella, Camacho Roldán, Samper, Sáenz, Jiménez quienes habían fundado negocios en New York. Los Díaz Granados, Zubiría, García, Vengoechea, los cuales se establecieron en París como comerciantes y negociantes, e igualmente y bajo las mismas condiciones se establecieron en Londres Los Montoya, Sáenz, Meriño, Cortés y Parga.

Debido a que estos empresarios exitosos habían emigrado y a que se consideraba la capacidad empresarial hereditaria económica y socialmente, se contaba con que sus descendientes eran los llamados a replicar dicho esquema en el país, expresado por Rafael Reyes en los siguientes términos: “Los descendientes de estos obreros de la civilización y del progreso existen hoy en todo el país; en este mismo recinto hay muchos de ellos, y todos comprenden que su deber es no emigrar, como sus antepasados se vieron obligados a hacerlo, sino a la sombra bienhechora de la paz emplear sus capacidades y energías para hacer grande y feliz la tierra de sus padres”.

  1. b) Había que aprovechar los tiempos de paz, para lograr tal cometido, ya que las guerras del siglo XIX habían diezmado la economía.
  2. c) El mercado ofrecía las condiciones para que se desarrollara la producción bananera, ya que el consumo interno en Estados Unidos había con una flota de vapores propia con la que sacaban la producción de las zonas bananeras, además del control del ferrocarril de los países en donde se establecía.

En el balance de este bienio la Compañía mostró un capital de 32.721.183,14 pesos oro americano y utilidades en la producción e importación de banano en el año 1906 $ 3.720.402,41 y en el año 1907 $6.061.910,42, mostrando un incremento en ganancias de $2.341.508,01, correspondiente al 62%, de otra parte el crecimiento total de cada período fiscal comparando el año 1 en relación con el año 2 fue del 76.54%, de tal manera, que de acuerdo con los balances presentados por la Compañía el gobierno consideró que había llegado el momento para que el país entrara a la era del desarrollo.

[Leer nota: “Panorama del Siglo XIX“]

El Trust, además del banano, mostraba interés en la producción de otros productos agrícolas, tales como naranja, piña, plátano, caña de azúcar, cocos, pastos, que ya se cultivaban por los campesinos y productores locales, además del guineo Papares que se cultivaba en la finca de propiedad de la familia Mier, con el fin de lograr o superar la producción de Centro América e Islas de Caribe.

El departamento del Magdalena fue seleccionado para el desarrollo de la zona bananera por sus condiciones geográficas y climáticas, también se tuvo en cuenta el hecho de que el río Magdalena se convertía en corredor natural en el cual se asentaban aproximadamente 500.000 habitantes, de los cuales se podía captar mano de obra barata y con capacidad de adaptarse a las condiciones climáticas, estos habitantes se contaban desde Barranquilla hasta Neiva, en total para los años señalados anteriormente, se contrató aproximadamente 15.000 trabajadores que procedían en su mayoría del departamento de Bolívar.

Otro aspecto que hizo posible esta zona se fundamenta en que el banano que se producía en la región del Magdalena era de mejor calidad que el de las plantaciones de Costa Rica, Panamá, Jamaica, Guatemala y Santo Domingo, dichas zonas eran controladas por la United tanto en la producción como en el precio; los ríos con abundante agua como Río Frío, Sevilla y Fundación permitían el cultivo a bajo costo; en cuanto a las tierras se contaba con que estas pertenecían a la nación por lo que no se afectaba ningún particular, condiciones que permitieron trazar la zona bananera entre Santa Marta y Fundación.

La conexión entre la línea del ferrocarril (de más de 90 kilómetros) y el puerto también se convirtió en otra de las ventajas de la Zona. Por otra parte, según el gobierno la industria bananera y productos relacionados, incluyendo el procesamiento del algodón en Medellín, permitirían el equilibrio económico del país, así como la ocupación de productores, comerciantes y trabajadores en esta actividad, coadyuvaría a mantener la paz, por lo que se hizo un llamado a los conciudadanos para que se dedicaran a esta y otras industrias “[…] con el mismo mayor entusiasmo y fervor que en otro tiempo se aplicaban a fomentar revoluciones y matanzas entre hermanos”.

[Leer nota:»El ferrocarril, símbolo de poder económico«]

 

Con el fin de estimular las iniciativas nacionales se calculó la rentabilidad del negocio para los interesados en 100 hectáreas de tierras baldías, 12 para iniciar una plantación, la cual según cálculos del gobierno para que produjeran se necesitaba una inversión de $100 oro, por lo que 100 hectáreas costarían $10.000 oro, dando una rentabilidad total de $8.000 oro, que en el primer año de trabajo se pagaría el costo de la misma, estos productores venderían directamente a United Fruit Company, quien sería la encargada de la exportación del banano; ya desde esa época hubo algunas voces advirtiendo que los pequeños productores y el Trust no eran una buena fórmula, pues de alguna manera competirían en la producción del mismo fruto.

Según expone Joaquín Viloria de la Hoz en su libro Empresarios del Caribe Colombiano: Historia económica y empresarial del Magdalena Grande y del Bajo Magdalena 1870-1930, el auge de las actividades productivas y exportadoras de la UFC fueron, en parte, resultado de la política económica del gobierno conservador del general Rafael Reyes. Pero, no debe olvidarse que antes de Reyes el presidente Rafael Núñez y el gobernador Ramón Goenaga crearon incentivos para el sector privado como las concesiones de baldíos, ferrocarriles y la construcción de canales de riego.

Una vez lograda la paz en el territorio nacional, la UFC se dispuso a desarrollar la zona bananera del Magdalena: impulsó nuevas técnicas de cultivo con semillas traídas de Panamá, así como un amplio sistema de financiación para los productores. Al frente de estas innovaciones y estructuración del negocio estuvo el empresario estadounidense Minor C Keith, quien tenía en Costa Rica la base de sus operaciones.

En el departamento del Magdalena el banano se impuso sobre los otros cultivos por diversos factores: no era intensivo en capital, no requería ningún proceso de transformación como la caña de azúcar y los rendimientos eran más rápidos que el café. De hecho, la madurez de esta fruta llegaba a los siete meses, mientras que en el café a los tres o cuatro años. Además, con el asentamiento de la UFC, el impasse de la falta de crédito se subsana de manera parcial, ya que esta compañía destino un monto considerable para este fin.

«Anteriormente, tanto el capital nacional como extranjero habían sido invertidos en azúcar y cacao aprovechando el creciente mercado para esos productos la UnitedFruit vino a monopolizar el transporte esencial y la irrigación y a monopolizar la mayor fuente de crédito». (White, 1978:22-23).

Aunque el cultivo de banano era sencillo su transporte era una actividad compleja y especializada, que llevó a la UFC a dominar el transporte marítimo refrigerado con su gran Flota Blanca. Asimismo, se necesitaba conocer las características del mercado internacional, en especial, el estadounidense y el europeo.

El general Reyes, llamado por sus contemporáneos ‘El Modernizador’, admiraba al presidente mexicano Porfirio Díaz, en quien se inspiró para impulsar varias de sus reformas económicas. Pero la admiración por México no se reducía a Reyes: otros políticos e industriales como Jorge Holguín Jorge Roa y Pedro Nel Ospina visitaron aquel país para conocer sus avances en materia Industrial e infraestructura de transporte (Bucheli, 2005: 89; Ospina, 1987:363). En efecto, en los primeros años del siglo XX Reyes viajó a México, donde conoció y compartió las políticas y el estilo autoritario del presidente Porfirio Díaz.

[Leer nota: “Menos política, más administración, el legado de Rafael Reyes“]

En ese país pudo ver como la base de la administración del gobernante mexicano era un industrialismo en grande escala complementado con la construcción de una extensa red ferroviaria y una drástica represión a los opositores (Lemaitre, 1981: 269).

Reyes se hizo dictador en 1905 para darle curso a su reforma administrativa. El Decreto Legislativo 15 de 1905 elevó en un 70% los derechos de aduana y asimismo, otra medida rebajó el impuesto a algunos artículos que en ese momento eran considerados como materias primas.

Durante el quinquenio, el Estado se concentró en tres acciones estratégicas: primero. el establecimiento de los monopolios fiscales (licores, tabaco, degüello, rentas por la explotación de las minas de sal, timbre y papel sellado e incremento de la renta de aduana). Segundo, estímulos fiscales para fomentar la industria textil y la agricultura de exportación como una forma de atraer inversión extranjera; y tercero, incremento de la inversión pública, dirigida a mejorar y ampliar la infraestructura de carreteras y ferrocarriles.

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