Entrevistas
Luís Rincón, el viajero
A Luís Eduardo Rincón solo se le puede definir de una manera: un artista en todo el sentido de la palabra. Nacido en Aguachica, Cesar, pero reside en Santa Marta, quien guiado por su espíritu nómada ha recorrido el mundo, nutriendo su obra y exponiéndola en sitios que lo convierten en un ‘trotamundos’, un hombre con proyección del que seguramente cada vez se hablará más.
Al nacer en la época a la que los colombianos denominamos ‘la violencia’ se vio sometido por el destino a viajar con su familia por todo el país, quienes buscaban un lugar donde la tranquilidad los acariciara, hoy reconoce que su costumbre de viajar de un lado a otro se convirtió en una de las características que lo definen.
Asegura, que su pintura está enfocada en la vida, vida a la que define como el conjunto de sensaciones, sentimientos, emociones y muerte.
Llegó a Santa Marta obnubilado por los deseos de vivir junto al mar, la búsqueda de un paisaje diferente, ese que seduce a todos los que como él han crecido en la región andina de nuestro país.
INICIOS
Tal y como su hija que hoy tiene adornada con crayones todos los muros de la casa, Luís era el ‘creativo’ de su familia y las paredes, su primer lienzo.
A la edad de cuatro años, su amor y habilidad para la pintura le jugaron una mala pasada; no perdía la oportunidad de dibujar en cualquier superficie, la de su cuaderno le pareció la ideal para hacer un par de dibujos, pero la profesora para corregir la actitud, lo puso enfrente del grupo y mostró a todos sus compañeros los dibujos y como si fuera poco le endilgó el apodo: ‘Luís Matachín’.
Hoy, lo recuerda con alegría y considera que esa pudo ser una maniobra de la vida para cuestionar su vocación, vocación que asegura es fuerte y no se va a afectar por lo que diga o piense otra persona.
“Pinto por necesidad, siento que debo hacerlo, la pintura me aborda y siempre regreso al dibujo y a la pintura; aunque me aleje, ¡pintar es necesario para expresarme! Añade.
Desde pequeño, su talento estaba a flor de piel, pero sus conocimientos eran productos de la experiencia. Cuando llegó a Bogotá, encontró la guía en el maestro Ómar Gordillo, pintor colombiano, nacido en Neiva.
A su taller llegó por casualidad, debido a que su mamá orgullosa, les enseñaba a todos sus trazos, llevó uno donde un veterinario amigo suyo que le recomendó iniciarlo académicamente en el dibujo, para esto visitaron el taller del maestro Gordillo que en dos años le dio una valiosa instrucción.
Para continuar su preparación llegó después al taller de Franklin Ramos, reconocido maestro de Maestros de Artes Plásticas y también nacido en el Cesar. Recuerda que en medio del agite de su trabajo como domiciliario de una tienda y pintor de ratos libres conoció una joven que lo invitó a su apartamento, él emocionado por la belleza de una mujer que posaba para desnudos, la siguió sin chistar, ella no lo sedujo, le dio una gratificación más grande, lo llevó con Ramos que le propuso ser su asistente.
Este taller influyó su trayectoria, aprendió técnicas de pintura al óleo y otras técnicas, de ahí en adelante su curiosidad hizo el resto, comenzó a visitar muestras y a llenarse de motivos y material para desarrollar su talento. Tiene 35 años pintando desde su infancia y de manera profesional desde los 16.
Con la madurez como artista vinieron las primeras muestras, la más significativa, ilustrar un texto acerca de la impunidad y la memoria, la escritura se interesó por su arte al considerar que sus vivencias de cerca con la violencia durante su infancia lo harían más sensible a lo que se quería plantear y esta obra se convirtió en su inicio.
Su siguiente logro grande se dio al exponer sus obras en el salón Boyacá del Congreso de la República, era la segunda vez en la que veía el fruto de su talento convertido en algo para admirar.
Fiel a su vida de viajero permanente, llegó a Ecuador donde expuso de nuevo y obtuvo el conocimiento para gestionar los espacios en los que podían exponer sus obras. Pero su primera muestra individual, la que aún le ilumina los ojos cuando la relata, la hizo en el año 2016 en Rusia.
San Petersburgo fue el lugar escogido, la primera muestra: ‘La galería de batallas’ cinco hechos históricos entre los que se encuentra la batalla de Gaira, el asedio a Cartagena, La última batalla del Imperio Inca contra los españoles y la muerte de Gregory Rasputín, que llamó la atención de los medios rusos.
“No me esperaba que los medios de comunicación se interesaran en mí, no me reconocen en Colombia, pero allá me conocieron, mis metas al llegar al país eran la exposición y conocer el país, pero obtuve más que eso”, comenta con satisfacción.
Para esta exposición investigó sobre la Batalla de Gaira y contrario a las ilustraciones habituales sobre el suceso, la situó como una batalla en tierra firme donde los indígenas Tayrona ‘cazaron’ a los españoles que se bajaron a buscar leña, agua y comida. Hasta ahora se había planteado como una batalla en medio del mar.
Esta obra le abrió una puerta gigante, ya está trabajando en su siguiente exposición para San Petersburgo y será sobre las únicas dos mujeres piratas de las que existe registro. Ante sus ojos tiene un reto, ilustrar La Guajira y la cultura Wayúu para exponer en Moscú en la oficina de la Organización Mundial de la Salud.
EL CARIBE
Su relación con el mar es extrasensorial, está convencido de que junto al mar es mejor vivir, lo describe como un gran animal que recubre la tierra, están unidos, pero luchan constantemente en un enfrentamiento que se nota en el vaivén de las olas en la playa, ¡Es un choque entre dos mundos! Dijo.
Menciona que entre sus lugares favoritos de Santa Marta están las playas como Inca Inca, La Bahía, El Rodadero, afirma que la riqueza arquitectónica de la ciudad lo seduce y así lo demuestran sus obras sobre el urbanismo samario.
Argumenta, que las texturas y el paso de paisajes verdes hidratados a texturas marrones o desérticas, son una fuente de inspiración constante para los artistas para crear.
El Caribe lo contagia absolutamente por la magia que el mar le imprime al paisaje, “en cada punto el mar da algo diferente”.
Considera que las expresiones culturales son lo más rico de exportar, “la emoción que le genera a un extranjero la champeta es maravillosa, para el extranjero esa novedad es una expresión muy interesante.
En Santa Marta ya se integró al mundo de los artistas con su propuesta, taller libre en el que se convocan artistas que llegan a dibujar, pintar o escribir sobre la figura humana, él busca las modelos, que, en su mayoría, aprenden a posar para desnudos y los artistas aprenden a dibujar con la figura humana en vivo.
“De esta forma se crea un espacio sui generis que aquí no hay y se forman modelos para ser ‘modelo vivo’, es difícil posar para desnudos, el modelo debe vencer un prejuicio moral, mientras el pintor vence una prueba técnica, el taller se hace los jueves en el Centro Cultural del Magdalena” indicó.
Aunque las convocatorias son para hombres y mujeres, son más las mujeres que se le miden al reto, la convocatoria es pequeña, pero aspira a que siga creciendo y así poder aportar con su conocimiento a la cultura de Santa Marta.
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