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Violencia, mal que destruye familias

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Discusiones, malos entendidos, escenas de celos, gritos, golpes, son entre otros, los comportamientos que se observan diariamente en las familias colombianas. Las agresiones y los malos tratos están acabando con la ilusión de miles de niños quienes se ven obligados a crecer en hogares disfuncionales para evitar tragedias mayores en su núcleo familiar.

De acuerdo con informes de la Policía Nacional, la violencia intrafamiliar fue, en el 2016, el tercer delito de mayor ocurrencia en el país. En el caso de Santa Marta y el Magdalena, en el 2017 se han reportado ante las autoridades, 594 casos; una cifra alarmante, teniendo en cuenta que solo han transcurrido cinco meses.

Este fenómeno, cada vez más frecuente, es definido jurídicamente como “el uso de fuerza física o comportamiento intimidante por un miembro adulto del hogar hacia otro que forma parte también del núcleo familiar; es considerada como causal de divorcio por la mayoría de las legislaciones civiles”.

Mientras que, en la psicología, es “aquella violencia que tiene lugar dentro de la familia, ya sea que el agresor comparta o haya compartido el mismo domicilio, y que comprende, entre otros, violación, maltrato físico, psicológico y abuso sexual”.

Cuper Díaz Amado, psicólogo social egresado de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia y quien cursa una especialización en Gerencia de Talento Humano, manifestó a OPINIÓN CARIBE que, para abordar este tema, es necesario referenciar la violencia legítima, legitimada e ilegítima.

“La violencia legítima se basaba en un poder adquirido y hacía referencia a una supremacía de la fortaleza físico-mental que el jefe de la familia tenía sobre las demás personas, bien sean niños, ancianos o su esposa; la violencia legitimada consistía en el poder de la Ley, las culturas, costumbres, el entorno, e incluso se llegó hasta la jurisprudencia, que otorgaba diversos poderes a los representantes familiares para corregir y educar.

Como siempre se ha manejado el tema del machismo y es el hombre quien ha tenido este dominio sobre las demás personas. Y la violencia ilegítima se trataba de un rechazo a todas las formas de violencia a través de códigos sociales como el Gregoriano, Hermogeniano, Teodosiano. De ahí en adelante se empieza a prohibir para la no violencia en contra de las demás personas y de los entornos familiares, incluso a partir de los Derechos Humanos y la Declaración del Derecho Internacional Humanitario, y a tener en cuenta las familias, las mujeres, los niños y los ancianos”.

TIPOS DE VIOLENCIA

Ahora, hay que recordar que existen cuatro tipos de violencia que son: física, psicológica, sexual y económica. Profamilia describe cada una de ellas de la siguiente manera:

Sexual: cuando una persona es obligada a realizar actos sexuales que no desea. Por ejemplo, tener relaciones sexuales que no quiere, así sea con la pareja; o ejercer la prostitución o la pornografía.

Física: cuando una persona recibe daños en su cuerpo, bien sea a través de golpes, patadas, empujones, fracturas, mutilaciones, disparos o torturas.

Psicológica o emocional: son todos aquellos actos y expresiones que ofenden, humillan, asustan, amenazan o atentan contra la autoestima de la persona. Por ejemplo, cuando se le dice a alguien inútil, bruto, usted no sirve para nada, se le amenaza de muerte, se le impide salir a la calle, visitar a la familia y tener amigos y amigas.

Económica: cuando a la persona se le quita el dinero que gana, se le impide gastarlo en beneficio suyo o de su familia, o se le niega el dinero para controlar su independencia. Todas estas formas de violencia son consideradas delito y son sancionadas por la ley.

DELITO EN ASCENSO

La violencia intrafamiliar está tipificada como un delito, tal como se explica en el Artículo 229. “El que maltrate física o psicológicamente a cualquier miembro de su núcleo familiar, incurrirá, siempre que la conducta no constituya delito sancionado con pena mayor, en prisión de cuatro a ocho años.

La pena se aumentará de la mitad a las tres cuartas partes cuando la conducta recaiga sobre un menor, una mujer, una persona mayor de sesenta y cinco años o que se encuentre en incapacidad o disminución física, sensorial y psicológica o quien se encuentre en estado de indefensión.

A la misma pena quedará sometido quien, no siendo miembro del núcleo familiar, sea encargado del cuidado de uno o varios miembros de una familia en su domicilio o residencia, y realice alguna de las conductas descritas en el presente artículo”.

Durante operativos efectuados el año pasado por la Policía Metropolitana, se capturaron 151 personas en Santa Marta; mientras que en lo que va de 2017, 149; lo que evidencia un incremento que enciende las alarmas. Por su parte, en los municipios del Magdalena durante el 2016 fueron capturadas 46 personas; mientras que este año van 24.

SITUACIÓN EN SANTA MARTA Y EL MAGDALENA

OPINIÓN CARIBE conoció que durante el 2017 se han registrado 461 casos de violencia intrafamiliar en lo que corresponde a la jurisdicción de la Policía Metropolitana de Santa Marta.

Entre los principales agresores se encuentran los hombres adultos, con 132 casos; mujeres adultas, con nueve; y los hombres adolescentes con siete casos. Por lo general, las víctimas de este delito son las mujeres, como se refleja en 388 casos.

De igual manera, las autoridades tienen sectorizados los barrios del Distrito donde se presentan mayores hechos de violencia, siendo La Paz el primero en la lista con 16 casos; Centro Histórico, 14; Pescaíto, 12; 20 de Julio, 10; ‘Ciudad Equidad’, El Pando y ‘María Eugenia’ con nueve casos; y Santa Ana y Timayuí, con ocho casos.

Según cifras entregadas por la Policía Departamental, el año pasado se reportaron 443 casos. En los primeros cinco meses del presente año se han registrado 133 casos de violencia intrafamiliar. Las mujeres han sido víctimas en 112 casos; los hombres en 21.

El municipio donde han ocurrido mayores incidentes es Fundación, con 34 casos; El Banco con 34; Prado, Sevilla, 18; Aracataca, 13; Plato y Pivijay con 7; Algarrobo, 6; El Retén, 3; El Difícil, 2; El Piñón, Nueva Granada, San Ángel, Remolino, San Sebastián y Santa Ana con un caso cada uno.

FACTORES QUE INCIDEN

Problemas como el alcoholismo, desamor, drogadicción, intolerancia, enfermedades físicas o mentales, económicas, machismo, celos, problemas laborales, el entorno, pautas de crianza y cultura, son algunos de los factores que pueden desencadenar en violencia intrafamiliar.

Basados en las estadísticas de la Policía Nacional, los barrios subnormales son los sitios más vulnerables para que se presenten casos de violencia intrafamiliar. Sobre esto, el Psicólogo consultado, señaló, que el contexto en el que se desarrolla un individuo influye ostensiblemente en su comportamiento.

“El entorno social tiene una carga importante al momento de moldear conductas. En los barrios subnormales los niveles educativos son muy precarios, la educación en la gestión de emociones, pautas de resolución de problemas e inteligencia emocional son casi nulas; por ende, la violencia en cualquiera de sus formas, en la mayoría de los casos, se reconoce como un método legítimo para resolver cualquier problema; ahora, dentro de muchos otros factores que pueden ser desencadenantes, tales como la misma alienación social, el estigma de las personas que residen allí y la misma presión económica, ya que un ingreso promedio en un barrio subnormal no supera el millón de pesos, con lo cual deben cubrir todas las necesidades del núcleo familiar”.

HOMBRES, PRINCIPALES AGRESORES

Los hombres siguen siendo, a través del tiempo, los principales agresores. El machismo, lastimosamente, sigue ‘reinando’ en los hogares, arrojando estadísticas fatales en su afán de demostrar quién manda o quién tiene el poder en su vivienda.

“La cultura machista, la apariencia y sentimiento de poder a través de la fuerza, es una forma de abuso de poder sobre los más débiles del núcleo familiar, en la mayoría de los casos, mujeres, seguidos por los menores y los ancianos; por ende, es casi entendible, que el hombre se perfila como el principal victimario”.

Otros consideran que la violencia se da por no poner en práctica ciertos valores, como el respeto, entre los integrantes de un núcleo familiar. Pero, ¿en qué momento se pierde este valor? Cuper Díaz, señaló, que “el respeto en los hogares se pierde al momento de perder la confianza, por infidelidades de cualquiera de las dos partes, por situaciones económicas, presiones sociales, cuando se limita y se adopta una conducta coercitiva ante el otro limitando sus derechos e imponiendo su voluntad; cuando desconocemos al otro e interponemos nuestros caprichos y deseos sobre la otredad”.

NIÑOS AGREDIDOS POR SU NÚCLEO FAMILIAR

Años atrás, cuando se hablaba de violencia intrafamiliar, de inmediato se aseguraba que eran agresiones entre parejas sentimentales. Sin embargo, en los últimos años ha habido un incremento de menores de edad víctimas de estos hechos cometidos por miembros de su núcleo familiar.

Desde la psicología, este comportamiento se debe, “dependiendo el grado de formación y el contexto en el cual se dé este fenómeno, como parte de un comportamiento altruista ya que se podría sustentar a una forma de sistema educativo y se refuerza el concepto de que el castigo físico es una forma de preparar al menor para los sufrimientos ulteriores y a los desafíos a los que se enfrentará en el futuro ante el mundo. Se cree que se quiere crear un mecanismo de defensa a dolores físicos, psicológicos y sociales del futuro.

La escuela antigua, acompañada de la psicología conductista, alentaban mucho ese tipo de refuerzo negativo. Muchos escuchamos que “la letra con sangre entra” y esta era la forma de justificar la teoría de estímulo respuesta del conductismo clásico.

Ahora, muchas veces se emprenden castigos contra los menores, como retaliación hacia la pareja, con la firme creencia de que, infringiendo castigo físico al menor, la otra parte de la familia recibirá su merecido y lo toman como una forma de venganza con el otro. Otras veces se culpa al niño de los problemas entre los padres”.

‘EL MALTRATO ES INJUSTIFICABLE’

A mediados del mes de mayo del año en curso, la Fiscalía Local de Ciénaga, con apoyo de la Policía Nacional, capturó en Zona Bananera, a una mujer de 25 años que se presume castigó a su hijo de ocho años quemándole el rostro con la parrilla de una estufa.

Los hechos ocurrieron en el corregimiento ‘Julio Zawady’ y fueron reportados ante la Comisaría de Familia de Zona Bananera, gracias a las denuncias y testimonios aportados por vecinos de la supuesta madre agresora. Al parecer, luego de la presunta lesión, la mujer mantuvo escondido al niño tratando de evitar cualquier investigación.

El proceder de los padres de familia “muchas veces puede ser una reacción física y psicológica ante un sentido de impotencia o venganza en contra de los menores; imaginemos lo siguiente: si el esposo acaba de golpear a la esposa, esta tiene un alto grado de estrés, en ese momento llega el niño a decirle que perdió una nota en el colegio, o que al otro día citaron a los padres por un brote de indisciplina en el colegio o que acabó de partir el vidrio de un vecino y este los mandó a llamar para que se hagan responsables por la acción, y en ese instante la madre tiene cualquier objeto entre las manos, ¿cuál crees que sería la reacción?

Aunque no es una forma de racionalizar o sustentar el abuso contra cualquier ser humano y aclaro, que estoy en contra de cualquier tipo de abuso; sí es una forma de entender que, en un momento de estrés o euforia, lo único que no se puede predecir es la reacción de un ser humano”.

Y así como este, son cientos los casos aberrantes que se presentan a diario en el país, donde los padres les dejan secuelas a sus hijos, al aplicarles supuestos ‘castigos’ o medidas ‘correctivas’ que lo que realmente hacen es quitarles la inocencia con maltratos injustificables.

“El aprendizaje por imitación es una realidad. El niño que ve como su padre o madre abusa del poder y lo impone en contra del otro, va a crecer con la firme convicción de que la violencia en cualquiera de sus tipos es legítima para la resolución de los problemas.

Igualmente, el niño que ha sido víctima de cualquier tipo de violencia, lleva en su memoria el remordimiento del sometimiento hacia cualquiera de sus figuras de autoridad, por ende, este podría crecer con el deseo de llegar a tener poder para ejercerlo. Ahora, imagine sino se educan las emociones de este menor, cómo sería la forma de relacionarse con las personas que tenga bajo su cuidado; prácticamente las utilizaría como una forma de vengarse por lo que sufrió.

Si es una niña la que crece viendo como su madre es sometida por su pareja y abusada en distintas maneras, cuando tenga una pareja, seguramente cumplirá el mismo papel que desempeñó su madre”, sostuvo Cuper Díaz.

Las terapias de familia y asesorías de profesionales resultan una buena opción para las víctimas de violencia. No obstante, los consejos no solo deben ir encaminados a esta población, sino también a las personas que los rodean.

Así mismo, poner en práctica valores como el respeto, la dignidad y el amor propio, también les pondrían un ‘alto’ a los casos de maltrato en el país. “Es una decisión personal el no aceptar ser violentado, de prevenir relaciones tóxicas, construir relaciones productivas, duraderas y sobre todo, de respeto, armonía, honestidad, tolerancia y comprensión”.

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