Análisis
Sin vocación de cuidado hacia lo público
Analistas explican por qué se causan daños a las estructuras recién inauguradas y qué hacer para cultivar la cultura ciudadana.
La capital del Magdalena se encuentra en proceso de transformación y modernización, pero conservando su diseño colonial, al estilo de las grandes ciudades del mundo, además de destacar el potencial turístico de la ciudad más antigua de Colombia.
Vías más amplias, adecuación de la malla vial, construcción de sendero peatonal con vista hacia toda la ciudad, instalación de nuevas luminarias, modernización de separadores en las principales avenidas, parques infantiles, son entre otras, algunas de las obras relevantes para cambiar la imagen de la ciudad.
Pese a que algunos de estos proyectos están recién entregados, muchos presentan deterioro por el uso inadecuado de los mismos, porque es evidente la falta de cultura ciudadana y sentido de pertenencia que demuestra que Santa Marta no está preparada para el progreso y que sus habitantes se niegan la oportunidad de mejorar su calidad de vida.
Para analizar este tipo de conductas, OPINIÓN CARIBE consultó al antropólogo Eduardo Forero Lloreda, egresado de la Universidad Nacional de Colombia, doctor en Antropología de la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México y docente de la Universidad del Magdalena en la cátedra de Antropología Política, entre otros estudios.
El especialista señala, que en Santa Marta hay problemas estructurales en la educación. “Cuando uno llega de otra ciudad, se extraña por la conducta social con respecto a lo público; es prácticamente inexistente y no hay unos principios éticos, independiente del estrato social de la persona. Aquí definitivamente no hay vocación de cuidado hacia lo público.
No hay fortalezas en cuanto a las competencias ciudadanas, es decir, que lo público es de ‘papá’ Estado, eso no es mío; la plata la usan los políticos; hay un falso precepto respecto a lo público y resulta que ese es uno de los baluartes que debe tener la sociedad para proteger una educación o apoyar iniciativas altruistas que benefician a la comunidad en general, las obras públicas”.
CAMBIO POSITIVO
Las políticas públicas implementadas por los últimos gobiernos han ayudado a mejorar algunos entornos. “Hemos visto como los espacios públicos han mejorado sustancialmente; tenemos parques dotados de máquinas para hacer ejercicios; el sendero peatonal del Ziruma es algo excepcional; yo que soy asiduo usuario de ese escenario, me siento complacido que, en efecto, las políticas públicas en los últimos cuatro años han sido oportunas para mejorar la calidad de vida de los samarios”.
Sin embargo, Eduardo Forero considera que la ciudadanía no debe ser tan permisiva en cuanto al cuidado de las obras públicas. Guardar silencio sobre ciertos comportamientos, vuelve cómplice a la sociedad.
“En Santa Marta hace falta mayor solidaridad entre nosotros mismos. En este tipo de casos, el control social es muy importante; aquí vemos grupos de jóvenes que no les están dando un uso adecuado a estos escenarios, a partir de ello, debemos pronunciarnos. La comunidad samaria debe aprender a hacer uso de estos espacios y creo que más temprano que tarde, debemos educar para la paz”.
No obstante, entiende que muchas personas han dejado de visitar sitios emblemáticos de la ciudad y se vuelven indiferentes frente a estos escenarios, sobre todo por el accionar de bandas delincuenciales que aprovechan la afluencia de turistas para cometer sus fechorías.
“El escenario del miedo, la desacralización de nuestros espacios tutelares como el camino hacia Taganga, que es muy apreciado por los samarios que madrugan a hacer ejercicios, a veces se ve perturbado por la presencia de varios grupos que están en otro cuento, ‘amigos de lo ajeno’, lo que genera unos espacios de inseguridad. Sin embargo, debo reconocer los esfuerzos enormes que hace la Policía por conseguir resultados contundentes”.
CULTURA CIUDADANA DEBE SER PRIORIDAD
Santa Marta se prepara para recibir a delegaciones de doce países del mundo, entre los cuales estarán más de cuatro mil deportistas, quienes participarán en los Juegos Bolivarianos 2017 que se llevarán a cabo en el mes de noviembre. Tanto el Distrito como sus habitantes estarán en ‘la mira’ de miles de personas por lo que el comportamiento debe ser ejemplar.
El antropólogo Eduardo Forero indicó, que “vísperas a una actividad como los Juegos Bolivarianos la cultura ciudadana debe ser una prioridad para atender y mostrar una cara nueva que tiene la ciudad. Pero falta volver a la gobernanza y la concertación entre la academia, el Estado y la sociedad civil para generar espacios de diálogo y escenarios lúdicos, sobre todo, de respeto por el espacio público”.
Ciudades como Cartagena, son entre otras, algunas de las que sirven como modelo en cuanto al orden y uso del espacio público. “Uno entiende que la informalidad es un problema muy serio, pero hay espacios que se brindan para solucionar este asunto, como es el caso de los locales que se ubicaron en el Mercado de Santa Marta para las personas que ocupaban las calles. Pero también es necesario que la comunidad sea solidaria con ellos”.
Coincide con varios humanistas en que una educación hacia lo público es la clave para ayudar a mejorar la calidad de vida a todos los que viven en el Distrito Turístico, Turístico, Cultural e Histórico de Santa Marta.
CULTURA CIUDADANA Y VALORES
OPINIÓN CARIBE consultó a Hollman Morris, concejal de Bogotá, periodista e investigador del conflicto armado y violencia, defensor de los Derechos Humanos, quien habló de la manera en la que Bogotá logró mejorar ciertos aspectos de la cultura ciudadana como el manejo de las basuras.
Morris aseguró, que las campañas con los niños y jóvenes en los colegios públicos y privados fueron las que sirvieron para reeducar a sus padres. En este sentido, es aconsejable diseñar una estrategia de manera especial a este sector de la población, que es el más dinámico, como transmisor a la población adulta (sus padres y núcleo familiar).
Por otro lado, y para argumentar acerca del artículo ‘La cultura ciudadana, un desafío que han asumido los samarios’ se consultó al sociólogo Carlos Payares González, quien explicó que este tipo de comportamientos se manifiestan porque cada espacio tiene sus marcas simbólicas y su significado social. En el caso de la Red de Parques, además de llenar las necesidades de esparcimiento y diversión, generan impacto en el comportamiento cotidiano de los samarios.
“La ciudad, en términos sustantivos es una construcción social. Las ciudades se construyen por motivaciones políticas, económicas, culturales, que hacen parte de los imaginarios colectivos. El desarrollo urbanístico apunta a resolver problemas humanos. La distribución de lo que a veces llamamos hábitat humano tiene unas razones y unas explicaciones sociales y de comportamiento cultural, de manera que no podemos pensar en lo urbano sin pensar en las relaciones sociales.
En ese sentido, lo urbano trae consigo también, formas de comportamiento a la sociedad, en la medida que se van generando concentraciones políticas, económicas, culturales como, por ejemplo, el sistema bancario, el de salud, el deportivo y el recreativo. Esto va aportando formas de apreciación y de comportamiento del ciudadano en el contexto urbano”, explicó el Sociólogo.
La psicóloga de la Universidad ‘Sergio Arboleda’, Adelaida Barliza, por su parte, explicó, que estos comportamientos sociales según el modelo ecológico de Bronfenbrenner, el cual estudia la influencia de los ambientes, más o menos inmediatos, en el desarrollo de los individuos: “si alguien va a un lugar que está limpio y organizado, será más difícil para él ensuciarlo o dañarlo. Solo basta con que alguien actúe primero para que otro repita la acción, pues no nos gusta ser señalados como los primeros que actuamos mal. Esto explica por qué en las ciudades más organizadas y limpias, es más difícil que llegue un individuo a imponer el desorden.
Cuando existe una interrelación con la valoración que tenemos de nuestros entornos, cuando vemos que nuestra ciudad es bonita decimos: esta es la ciudad que yo merezco, y como la merezco, la mantengo bonita, limpia y cuidada. Vivir en una ciudad de aspecto agradable nos hace sentir más valorados y cuidados. Por lo contrario, cuando nos encontramos en una ciudad desorganizada, los servicios no suplen nuestras necesidades básicas y se reduce nuestra calidad de vida, disminuye de manera considerable nuestro sentido de pertenencia”.
En el caso de Santa Marta, antes no se tenía un sentido de identidad para con la ciudad ni un sentido de pertenencia hacia su patrimonio. Este hecho se puede explicar de la siguiente forma: los valores de convivencia y civilidad que se practican en el interior de una comunidad se han deteriorado debido a los conflictos sociales que vive la sociedad colombiana.
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