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De un campo minado a los Juegos Bolivarianos

Juan Devia es patrullero de la Policía Nacional, es un atleta diferente a los demás, una mina antipersona le destruyó su pierna izquierda y la visión de uno de sus ojos. Él integró el grupo de deportistas encargados de llevar la llama olímpica durante la inauguración de los Juegos Bolivarianos que se llevan a cabo en Santa Marta.
Por Carlos Landázury
Una nueva hazaña escribió para su vida el patrullero Juan Devia el 11 de noviembre de 2017 en la ceremonia de apertura de los XVIII Juegos Bolivarianos disputados en la ciudad de Santa Marta. Este soñador hizo parte del grupo de deportistas que llevó la llama de las Justas Deportivas al pebetero del estadio de Bureche. «Ha sido un largo camino en estos seis años, desde un campo minado en el Casanare hasta el estadio de Bureche», cuenta Devia, con voz entrecortada por la felicidad que siente al estar con vida luego de que, en el 2011, una mina antipersona en el Casanare destruyera su pierna izquierda.
Juan Devia recuerda como si fuera ayer lo que le sucedió aquel 24 de octubre de 2011, relata que se encontraba de servicio en Casanare, uno de los departamentos más afectado por la violencia, donde existen campos minados que destruyen vidas y sueños; mecanismos de guerra que han dejado cerca de nueve mil personas en condiciones de discapacidad, así lo señalan cifras de la Dirección Contra Minas de la Presidencia de la República.
En Salinas, Casanare, se encontraba en elecciones para elegir al Alcalde, en ese momento Juan Devia se dirigía a cumplir con la labor de proteger a la comunidad civil, sin percatarse iba derecho hacia un campo minado. Él no recuerda bien cuántos pasos dio ese día, tampoco se imaginaba que era la última vez que iba a caminar sobre sus dos piernas; lo único cierto era la misión de brindarle seguridad a la comunidad.
Con tan solo 25 años y como afirma Devia, “con toda una vida por delante y con muchos sueños por realizar”, dio un paso en falso, que le produjo afectaciones físicas al activar una mina antipersona, a partir de este momento su vida no volvió a ser la misma. La fuerte explosión causó que perdiera por completo su pierna izquierda y la visión de unos de sus ojos.
A pesar de la gravedad de sus heridas provocadas por el impacto, Juan es uno de los nueve mil sobrevivientes que registra la Dirección Contra Minas. Ellos luchan día tras días para seguir con sus vidas.
SU RECUPERACIÓN Y MOTIVACIÓN

Juan Devia en una competencia de 10k para hombres de las Fuerzas Militares en Washington D.C.
Después del accidente, Juan volvió a su ciudad natal Santa Marta para reunirse con su familia. Según Devia, fueron meses donde no hacía nada, no tenía ninguna motivación, después de estar protegiendo a los colombianos y siempre estar activo día tras día, sus jornadas posteriores eran estar acostado y dependiendo de otras personas. “Días muy difíciles”, dice.
Su físico estaba cambiando, tenía sobrepeso, una advertencia del médico le hizo entrar en razón, puesto que el exceso de peso le dificultaba utilizar la prótesis, por tanto, debía optar por una silla de ruedas. Esta noticia no le satisfizo, por lo contrario, su condición lo alarmó, sintió que no había nacido para estar confinado en una silla toda su vida.
Según Devia, encontró en el deporte una motivación. “El hacer ejercicio me mantiene alegre, entendí que las cosas de la vida hay que enfrentarlas y seguir con la mejor actitud”.
Juan comenzó a caminar a diario, él quería ser una persona activa y que su discapacidad no fuera un impedimento para seguir adelante. A partir de allí, se le quitó la vergüenza por la forma como había quedado y se demostró a sí mismo que había nacido para grandes cosas y manifestarse ante los demás como un ejemplo de vida.
Y eso lo descubrió en su barrio, él lo relata de esta manera, “decidí ir a la tienda en pantaloneta para que todo el mundo viera la prótesis y se diera cuenta que puedo levantarme y caminar sin ningún problema. Que ellos puedan verme, me llena de motivación para seguir adelante como un ejemplo de vida”.
PRACTICA EL ATLETISMO
Después de lo vivido, decidió incursionar en el atletismo, deporte que según la lógica humana era el más difícil de ejercer, pero él lo tomó como un reto de vida, un logro que debía conseguir como fuese necesario, una nueva misión.
Su familia jugó un papel importante en este nuevo camino, ya que lo apoyaron en cada decisión. Su hermano menor fue su gran motivación, puesto que quería decirle por medio de acciones que nunca es tarde para luchar por los sueños. Y sí que lo está consiguiendo.
En una ocasión y después de meses de entrenamiento y de disciplina constante, Devia recibió una llamada que nuevamente lo cambiaría todo.
La llamada era para participar en una competencia de 10 kilómetros para hombres de las Fuerzas Militares en Washington D.C., Juan no lo podía creer, sus familiares y amigos tampoco, todo fue una ‘locura’.

«Se logró lo imposible» El portar la llama Bolivariana.
“Cuando mi familia se enteró, de inmediato se sintieron orgullosos porque iba a ser el primer familiar en Estados Unidos. Mi papá le decía a todo mundo, que su hijo estaba en otro país, y no hay mayor satisfacción que ser un motivo de felicidad para los demás”.
Juan, el 22 de octubre de este año se disponía a participar en la maratón de los Marines, en el cual participan distintos miembros de las Fuerzas Militares en la ciudad de Washington.
Entre la multitud se destacaba una persona que portaba el uniforme de la Policía Nacional de Colombia, ese era Juan Devia, un luchador que con coraje y valentía pasó de ser un simple lisiado a competir en una maratón.
A pocos metros de llegar a la meta y sin una prótesis adecuada para hacer ese tipo de competencia, fue saludado por los militares de Estados Unidos, los cuales al culminar sus 10 kilómetro lo ovacionaron.
Su destacado trabajo y para demostrar esa fuerza de voluntad a pesar de lo difícil que era competir con la prótesis que tenía, el Ejército de los Estados Unidos le otorgará una prótesis deportiva adecuada para el atletismo Paraolímpico. Sin duda alguna, Juan Devia, es un ejemplo de vida, un patrullero de sueños.

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