Columnistas
¿Por qué los políticos no cumplen?
Alfredo Pertuz
Mucho se habla acerca de la corrupción, las componendas politiqueras y la defensa de intereses particulares como los principales factores generadores de incumplimientos por parte de los políticos hacia su electorado. En efecto, eso tiene mucho de cierto, pero no toda la culpa esta resumida en esos tres elementos.
Con el pasar del tiempo la estrategia política ha variado, es decir, la forma de capturar la percepción favorable del votante ya no es la misma de hace 20 años, pues con la aparición de herramientas tecnológicas, como las redes sociales y con el desarrollo teórico y práctico del marketing político; los discursos tumultuarios, el puerta a puerta y las arengas a un partido o candidato, han quedado relegadas a un segundo plano.
No podría nadie oponerse a esta tecnificación de la política electoral, pues de cierta manera acerca el candidato a sus electores y bien llevado, es un mecanismo más que útil en la difusión de los programas y propuestas de campaña, pero como característica apenas lógica de la aplicación de estos avances en un país como el nuestro, el método ha superado el propósito y ya empezamos a padecer las afugias de ello.
Con cierta ligereza moral y en aras de aumentar su éxito electoral, los candidatos a las distintas corporaciones públicas, aparato legislativo y ejecutivo, se precipitan a atiborrar de propuestas sus candidaturas, muchas de ellas con rimbombantes cifras e incluso con un toque de originalidad que hacen dudar de su viabilidad presupuestal y es aquí donde empiezan los problemas. Sería injusto declarar responsables a los mecanismos contemporáneos para hacer política, es decir, redes sociales, tecnología, publicidad y marketing, de esta decadencia propositiva de los políticos, por lo contrario, hay que agradecerle el hecho de que gracias a estas herramientas las irregularidades han quedado en evidencia.
Si con rigurosidad analizamos las propuestas de todos los aspirantes a cargos políticos de los últimos 5 años, llegaremos a la conclusión de que muchas de esas propuestas están extraviadas en su contexto: concejales proponiendo canchas de fútbol, diputados prometiendo la materialización de alcantarillados y en debates más recientes: congresistas asegurando con su elección la construcción de vías de acceso y colegios dotados con tecnología de punta, todo aupado bajo el concepto de ‘gestión’, que con cierta sonrisa siempre me dispongo a buscar entre el mar que hoy es nuestra Constitución y el océano que desde siempre ha sido nuestra ley, a ver si las funciones del ejecutivo o legislativo han variado, facultando así a los proponentes la materialización de esas ‘propuestas”’, encontrando como resultado un NO rotundo.
Lo más grave de esto es que la gente no lo sabe o más bien, la gente nunca lo supo, por tanto, a quien no conoce el oro, el bronce le sirve y en esta lógica perversa nos han mantenido incautos históricamente. Por ello, con facilidad cada 4 años recorren nuestra geografía nacional ciertos políticos, quienes no con propuestas, sino con leyendas, se disponen a enamorar la ignorancia de un elector, que en medio de su desentendimiento sonríe, porque cree ver llegar el progreso, no sabiendo que quien lo propone no es quien lo traerá, en el mejor de los casos no porque no quiera, sino simplemente porque NO PUEDE.
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