Columnistas
Duque 2018-2022
CARLOS HOLMES TRUJILLO GARCÍA
La mayoría de los colombianos eligió a Iván Duque como el nuevo presidente de la república. No hay duda de que el país votó bien. Escogió la opción que le conviene a la nación, toda vez que anhela el imperio de la ley, el emprendimiento que abra más y mejores oportunidades para todos y la equidad como resultado de lo primero y lo segundo.
Los electores, decidieron, de otro lado, tomar el camino de la reconciliación, la unidad y el gobierno sin espejo retrovisor, como tantas veces lo dijo el entonces candidato en la campaña. Adicionalmente, quienes acudieron a las urnas respaldaron el principio de un gobierno de todos y para todos.
Y que nadie dude acerca del contenido del mandato claro que ayer recibió el nuevo jefe del Estado. El hoy presidente electo manifestó y reiteró, como ya lo había hecho en su condición de vocero del NO durante la campaña del plebiscito –conjuntamente con Óscar Iván Zuluaga y el autor de estas líneas– que el acuerdo Santos-Timochenko debe ser reformado en algunos puntos con el fin de salvarlo, no de destruirlo. La decisión de los electores en esta materia no admite interpretaciones.
Por otra parte, quedó claro que los votantes están de acuerdo en que se creen condiciones para que la economía crezca, y sea solidaria y cristiana, con el fin de que ganen los trabajadores y los empleadores. Preparémonos, pues, para una rebaja de los impuestos, elevación de salarios y una tarea de desregulación decidida.
Además, el presidente Duque quedó investido de una gran capacidad política para avanzar en el cumplimiento del programa social con el que ganó las elecciones, y atacar, frontalmente, sin contemplaciones, la corrupción. Fue tan claro en sus propuestas, expuestas con convicción y determinación, que el país puede estar tranquilo sobre el rumbo que le dará a Colombia.
En su discurso volvió a mostrar un gran talante. Sereno, firme, tranquilo y audaz al mismo tiempo, conciliador y con carácter.
El ambiente de hoy es distinto. Se siente tranquilidad, esperanza e ilusión. A diferencia de las palabras de unidad y concordia que empleó Duque para dirigirse a sus compatriotas, el doctor Petro hizo una declaratoria de guerra.
Que haya oposición es normal y necesario en las democracias. Pero, que haya planteado, con agresividad basada en la tesis de que estará vigilante a que se cumplan las propuestas que fueron derrotadas, carece de sentido patriótico.
Ya veremos.
Duque y quienes lo acompañaron están listos para dar los pasos que permitan construir un futuro mejor para todos, sin gobernar con espejo retrovisor. Ese es el estilo y la personalidad del nuevo gobernante.
Pero ni a él, ni a ninguno de los que respaldaron sus propuestas les falta capacidad para el debate democrático y el contacto permanente con la ciudadanía.
Una de las características de Centro Democrático es el diálogo popular y puede aseverarse que lo será también del gobierno que se iniciará el 7 de agosto.
Iván Duque y Marta Lucía Ramírez tienen una gran responsabilidad. Podemos estar tranquilos porque los conocemos. Buen viento y buena mar.
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