Columnistas
Esa mejor ciudad que queremos
Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*
Han dicho los expertos en las lides urbanísticas con sobrada razón, que las ciudades son sitios que sufren cambios de acuerdo a los diferentes procesos que ocurren en ellas, la forma en que se organiza su comunidad y al paso del tiempo. El mundo hoy ante la pregunta cómo es o debe ser una ciudad moderna, qué requisitos debe tener para satisfacer las necesidades de los pobladores y a su vez ser amigables con el medio ambiente, responde que para lo cual tiene que considerar aspectos fundamentales que distinguen a una ciudad moderna de otras que no lo son, tal como revisar y cambiar organización y uso territorial; llevar los servicios públicos a toda la comunidad; promover construcciones ecológicas; usar energías renovables y limpias; promover los espacios verdes; desarrollar estrategias de movilidad sustentable; priorizar el uso de tecnología ecológica y eficiente en materia de energía; promover el ahorro energético y el uso racional de la energía; educar en materia ambiental; adelantar programas de reciclaje integral; realizar acciones y políticas que logren reducir la inequidad social y la pobreza.
Muchas ciudades se están esforzando en lograrlo, nosotros podemos siendo necesarias voluntad, decisión política, presión y participación ciudadana. Ese es el reto, transformar un núcleo urbano en una ciudad moderna con condiciones dignas de vida para las personas que proteja el medio ambiente y preserve sus recursos para las generaciones por venir.
No podemos tolerar ni más soportar una ciudad que se la pelean grupos criminales como pieza de caza y se acomoda confortablemente el crimen organizado. Una ciudad al garete, desarticulada, nada sostenible ni sustentable, desmembrada, cundida de delincuencia, gente armada, con un narcomenudeo y prostitución crecientes y a la orden del día, autoridades sin cómo operar con eficacia ni adelantar desplazamientos oportunos, algunas veces con miembros complacientes y una manifiesta realidad que nos rebasa con creces. Una ciudad con balaceras permanentes, extorsiones, boleteos, chantajes, constreñimientos, acosos, asaltos, atracos, hurto a mano armada en sus calles y demás otras acciones delictivas sin control real.
El plato está servido para meterle mano, para dialogar sobre los temas neurálgicos, buscarle soluciones de fondo. En síntesis, una ciudad mejor y superiormente administrada, educada, en progreso permanente y continuo. El asunto es, en fin, la búsqueda, procura y consolidación de una ciudad decente en todas sus áreas y espacios vitales, hacernos todos responsables de su porvenir, desarrollo, crecimiento e integral prosperidad,logrando el gran consenso político y social del cual me ocupe en la columna precedente publicada por este periódico a buena hora.
rubenceballos56@gmail.
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