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Columnistas

Nuevas generaciones

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Por: Saúl Alfonso Herrera*

Sostienen con razón cientistas sociales y politólogos de grande ascendencia universal, qué en la actividad de la política, las personas por organizarse en sociedad, tratar de vivir bien y velar por las garantías de la colectividad, saben que no existen victorias eternas ni derrotas para siempre, por cuanto la vida misma se define por el cúmulo de periodos que se inician y cierran; así como por la actitud que unos acogen cuando les sonríe la victoria y por la forma como los otros toman la derrota. 

La situación que vivimos llama a procurar las posibilidades de recomponernos, destacarnos, cerrar y abrir ciclos nuevos para dar paso a un nuevo sistema de hacer política que sirva de equilibrio para todas y cada una de las actividades democráticas. Reinventarnos, descubrir nuevas figuras públicas, reestructurarnos, propugnar y hacer un verdadero armazón democrático con énfasis en la necesidad imperiosa de unidad en valores ante la nueva realidad que vivimos. Hacer que partidos, grupos y movimientos políticos se concienticen del papel social y equilibrio que les corresponde, asumirse, entender que están llamados, por ser instituciones de carácter público, que deben remozarse y recuperar su espacio dentro de la democracia. De no ocurrir del corto al mediano plazo, muchas serán las decepciones de la ciudadanía y comunidad en general. 

Requerimos transformaciones de verdad, actuar permanentemente en contexto de democracia, hasta donde legalmente sea posible, más cuando es ello precisamente uno de los mayores logros alcanzados por las sociedades que hoy viven en democracia, resultado del trabajo de abrir aquellos espacios que estaban vedados para la participación social en lo que han contribuido muchas organizaciones y para expresar libremente sus ideas, tarea que deben seguir las nuevas generaciones, a las que toca seguir  empujando con fortaleza inusitada, en la seguridad de ampliar espacios para un mejor debate de ideas que conduzcan a encontrar los equilibrios necesarios que ayuden a construir una mejor sociedad.

Por todo lo dicho, corresponde a las nuevas generaciones una alta cuota de responsabilidad en la universalización de la solidaridad y el humanismo, en la convicción que la juventud debe ser el motor esencial para transformar a la sociedad y adentrarla en un mundo nuevo y equilibrado, por lo que tiene que conocer y apropiarse de las experiencias particulares, universales y de la memoria histórica; aspiración y esfuerzo en que deben soportarse humanismo, valores y principios éticos en función de los propios como superiores intereses colectivos.

 

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