Metrópolis
¿Sabías que la Unimagdalena es la universidad acreditada que menos transferencias recibe por estudiante en todo el país?

Las universidades públicas del país, sin excepción alguna, sustentan el motor de su financiamiento en unos recursos públicos que, cada año, el Gobierno Nacional les gira por cada estudiante que tengan matriculado.
A finales de 2016, cuando Pablo Vera Salazar, rector de la Universidad del Magdalena, asumió las riendas de esta institución, el alma máter recibía del estado $2.197.000 por cada estudiante. Hoy, después de meses de gestiones y lobby en el alto gobierno, y luego de que los rectores del país hubieran llegado a un acuerdo con el presidente de la República, Iván Duque, estos ingresos aumentaron en un 43%.
A simple vista, este incremento parece ser un gran logro para beneficiar a la comunidad estudiantil de la Universidad del Magdalena, pues los recursos que recibe el Alma Máter por cada estudiante, ahora son de 3 millones 70 mil 738 pesos por estudiante.
Sin embargo, el problema de fondo se mantiene, pues, estructuralmente, esta universidad pública es la que menos recursos recibe entre las otras universidades acreditadas, incluso, la Unimagdalena recibe menos que el promedio de universidades públicas a nivel nacional.
En promedio, las instituciones públicas reciben del Gobierno casi $5 millones por estudiante, y las universidades acreditadas (entre las que se encuentra la Unimagdalena), reciben casi $7 millones por estudiante al año, más del doble de lo que le entregan a la Unimagdalena.
Es por eso que esta se ha convertido en la bandera del rector Pablo Vera, aprovechar cada oportunidad, con congresistas, con la ministra de Educación, con el propio presidente en turno, para exponer una cruda realidad para la Unimagdalena: que en esta universidad, con menos se hace mucho más, y que lo que se busca –más allá de que aumenten un poco las transferencias para todos- es que por fin se comiencen a cerrar las brechas, al menos entre las universidades acreditadas.
Mientras que a universidades como la del Cauca les giran $7 millones 368 mil pesos, o a la Industrial de Santander le trasladan $6 millones 729 mil, a la del Magdalena, que tiene tantos méritos como estas universidades, recibe menos de la mitad por estudiante.
Y es que, si la Unimagdalena lograra equilibrar esta balanza, de inmediato se podría hacer realidad un ideal que el rector ha planteado públicamente: “Si llegamos a los $7 millones per cápita al año, podríamos tener matrícula del 0% de costo para los estratos 0 y 1 que se vinculen a la Universidad del Magdalena”.
¿Qué se necesita para que se equilibre esta falla estructural en el sistema de la financiación de la educación pública? La respuesta es, quizás, el replanteamiento de una nueva Ley 30 en la que, según ha explicado el rector de la Unimagdalena, se defina “una canasta básica de transferencias” en donde las universidades que cumplan ciertos requisitos, puedan acceder a ciertos montos.
Mientras esta situación no cambie, la Unimagdalena seguirá en su cruda realidad: recibiendo prácticamente lo mismo que recibe un municipio para formar a un bachiller de un colegio público.

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