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Columnistas

Sobre el desarrollo regional

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Por: Saúl Alfonso Herrera*

Importa, en aras de lo integral, una visión regional con vocación territorial, estar cerca, observar, palpar, conocer de primera mano las demandas y problemáticas colectivas. No es sólo denunciar y mostrar lo que falta, sino enfrentar el reto de delinear con precisión las soluciones y el tiempo que éstas tardarán en llegar al territorio. Se impone generar diálogos fructíferos para lograr avances al ritmo que se requiere hacerlo.

Quienes entren a gobernarnos deberán conocer a fondo nuestra diversidad, pluralidad y diversidad en todo sentido. Precisar la noción en torno al desarrollo de cada uno de nuestros territorios, considerando que siguen sumidas, a la luz de los índices de desarrollo y crecimiento, en el dolor, la frustración, el anhelo y exigencia de justicia. Son retos a enfrentar, debiéndose trabajar en cerrar las brechas que existen en las inequidades y desigualdades, en las disparidades que persisten en cuanto al acceso a servicios públicos y posibilidades para el desarrollo se refiere, sin olvidar ni dejar de lado las distancias de los sectores rural y urbano.

Se necesita una renovada visión del desarrollo regional, en ruta a aprovechar o reconvertir las capacidades y vocaciones productivas de los pueblos y comunidades a fin de acelerar los procesos de crecimiento y desarrollo; proteger y potenciar el patrimonio cultural y ambiental de las comunidades y regiones; articular y generar nuevas cadenas productivas y de valor que detonen procesos de largo plazo para nuestro integral desarrollo. Es hacer énfasis en el hecho que tenemos un gran porcentaje de población en altos niveles de pobreza.

Es igualmente reconocer, que si bien es cierto que la construcción de infraestructura es fundamental para impulsar el crecimiento económico, el desarrollo social integral requiere de mucho más, de otro modo se corre el riesgo de generar en algunos casos polos de desarrollo junto a océanos de inequidad, desigualdad, pobreza, pobrería, miseria; y, no podemos darnos el lujo que se sigan distribuyendo injustamente  las posibilidades de desarrollo y acceso a condiciones para la garantía plena de los derechos humanos.

Impone un adecuado desarrollo regional, alinear los instrumentos de planeación (Plan Nacional de desarrollo, planes departamentales, municipales y locales), a efecto de fomentar la convergencia territorial, así como las estrategias públicas para resignificar las ideas de complementariedad y subsidiariedad. Somos un todo territorial fracturado y segmentado que requiere procesos de transformación que nos lleve a un superior bienestar y condiciones de vida digna.

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