Columnistas
¿Y la juventud qué?
¿y la juventud qué? ¿dónde está? ¿qué hace? ¿qué piensa? difícil saberlo, toda vez que no se les escucha ni desde el análisis ni desde la demostración. los centros de estudio han hipotecado, por no decir que perdido, su papel rector como vivero de pensamiento, de insurrecciones con causa, de ensueños y validos planteamientos. no se detienen a observar y mucho menos a sopesar la realidad en su todo integral, especialmente en una sociedad de impulsos, escándalos y algarabías que se superan de continúo, y se destruyen con pasmosa celeridad las certezas, sin pensar que podemos tener un futuro promisorio. todo es susceptible de anularse a través de una desmesurada como agobiante información sobre inseguridades, injusticias, robos, sobornos, violencias, asesinatos, corrupción y noticias preñadas de tragedias.
No es pesimismo, pero la mayoría afirma no ver en el horizonte una juventud enterada de la cosa pública ni de la realidad política para crear, sobre sólidos sustentos, cambios posibles y probables en equidad y justicia social. muchas ramas y poco tallo. es irrelevante su aporte frente a la tanta ignominia de la que son testigos día con día: robos, corrupción, mentiras, fachadas, palabras sin sentido, obras inconclusas, globos a medio inflar. de otra parte, referentes tales como maestros, profesores, religiosos, también han caído de sus pedestales. estamos nivelándonos desde lo malo y peor, nunca desde lo mejor y excelso. la política ya es poco o nada lo que les interesa. no sabe qué quiere decir democracia, cómo vivirla y mucho menos participar activamente en ella.
No ha entendido que a ella le compete la tarea de reconstrucción de sus territorios desde enfoques tales como recuperar estado e instituciones. se nota una juventud anclada en el limbo, que no sabe a ciencia cierta y conciencia plena que quiere, tampoco el papel que las instituciones deben cumplir, cuales los servidores públicos que por ello responden, los distractores por montones para burlar responsabilidades, autores protervos, instituciones sin formas, órdenes enmarañadas y personajes con influencia y poder que actúan desde las más profundas oscuridades.
Pero además de la gestión, lo técnico y administrativo que debe adelantarse y no es eficiente, bueno es que vaya sin timidez en la procura valida de buscar hasta encontrar los valores que son transversales al ejercicio del poder en cualquier espacio, sea político, empresarial, educativo, artístico, comunicacional, religioso, familiar. es recuperar desde la sensibilidad la capacidad de asombro, admiración, sentir, sufrir, alegrarse con lo que vive y existe. principio de solución y avance.
La juventud debe tener como mandato irrenunciable, si quiere en verdad ser participe activa de todo cuanto concierne en el entorno administrativo público, empezar a decidir, oponerse desde la argumentación y el planteamiento de soluciones a que decidan por ella, además de estar clara que no hay que tenerle miedo a los múltiples raspones que la sensibilidad genera ante el dolor y la tragedia, ni querer explicarlo todo, es tener la capacidad de aceptar límites y abrirse al infinito, en ese corto espacio personal que para cada uno es su propia vida. la juventud debe vivir con la responsabilidad de saberse parte de un todo y que cada una de sus acciones incidirán en los otros, debiendo replantearse de otra manera, no como aprendizaje iterativo de conocimientos, sino en desarrollo de capacidades de trabajo en equipo, respeto y creatividad. el mundo está ahí, a tomárselo y hacerlo mejor, llaman.
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