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Galaxia de pensamientos| Respeto perdido
El respeto es uno de los más importantes y principales valores morales del ser humano que vive en comunidad, ya que es fundamental para conseguir encajar de una manera armoniosa en sociedad. Uno de los principios de este importante valor, es que para llegar a ser respetado se debe priorizar aprender y/o saber respetar, con el fin de comprender a nuestros congéneres, valorando sus necesidades e intereses. El respeto debe ser mutuo derivado de un sentimiento de reciprocidad.
En qué momento se rompió ese lazo tan fuerte que había entre la educación del hogar, la educación escolar de primera infancia y la educación superior? Nexos que hacían que pudiéramos vivir en comunidad, teniendo conocimientos básicos de mis deberes y derechos como ciudadanos.
Hace un par de décadas, los padres, tíos o abuelos solo con una mirada nos estremecían peor que un correazo para “decirnos” que podíamos o no hacer; eran épocas en la cual los jóvenes respetaban a los mayores, respetaban los símbolos patrios, los profesores, las buenas costumbres y principalmente la ley, y ojo ¡no estoy hablando de extrañar una sociedad moralista y morronga, es añorar épocas en que desde la primera infancia se traía marcado en el alma los principios básicos de respeto para convivir en sociedad, y no como ahora que les toca a los gobiernos invertir en costosas campañas pedagógicas, que tienen como objetivo arreglar en muchos casos en el adulto, asuntos que debería tener resueltos desde la niñez.
Inclusive en el fragor de una protesta social hay que ser respetuoso; hace 40 años cuando nuestros profesores magdalenenses fueron a Bogotá caminando durante semanas en una protesta llamada la marcha del hambre, para llamar la atención del gobierno, en su trayecto no quemaron, ni pintaron, ni atentaron contra nada en su viaje a la capital. Haciendo una odiosa comparación sobre estilos de protestas, la tristemente célebre, la vándala conocida como Epa Colombia destruye lo público y se filma en un acto absurdo de irrespeto total a la justicia y la esencia de la protesta social, siendo un icono del estilo que algunos usan para deslegitimizar la protesta y las marchas pacíficas. La falta de respeto genera intolerancia, y la tolerancia tiene límites, siendo la falta de respeto de algunos causantes de tragedias que se hubieran podido prevenir.
¿Es que momento se reventó ese cordón umbilical que nos ligaba con las enseñanzas de cuna? Observamos que muchos niños dejaron de decir buenos días al llegar alguna parte, dejaron de ver a los ancianos como algo venerable y pasaron del “señor” al “viejo” o “cucho”, se dejó de enseñar cívica y urbanidad en casi todos los entes académicos; ¿quién o quienes quebraron la educación y con qué fin? ¿Porque se dejó de enseñar estas cátedras tan fundamentales para el desarrollo social? El caos en que vivimos en esta sociedad es reflejo de la falta de respeto, valores y conocimientos mínimos de urbanidad, llevándonos a estar en una selva de cemento, una locura total, en donde el más fuerte, el que más grita, el que tenga un arma para amedrantar, el más violento es el rey.
Lecciones tan sencillas como dar el puesto en un bus a una dama, un anciano o una embarazada; ser cortes con las personas que tratamos, o simplemente un saludo acompañado de una sonrisa, nos hacen mejores personas sin importar que otros se comporten como marranos.
Se tiende a confundir que el bien educado es aquel que tiene estudios superiores, pero de que sirve ser un profesional, si no sabemos comportarnos en sociedad, orinar adrede fuera del aro en los baños públicos (recuerden que eso no se limpia solo), contestar llamadas por celular en la iglesia o en un sepelio, no respetar la fila, colocar música altísima sin importar si a los vecinos les molesta, parquearse encima de la acera, llevar sobrecupo en motos, transitar en contravía, copiarse en un examen, incapacitarse un lunes por taquicardia cuando en realidad es guayabo, ensuciar las playas, arrojar basura a los ríos, pelear en la vía pública, desobedecer las autoridades, no ceder el paso a peatones, conducir bicicleta sin casco, mandar a la tienda a los hijos a comprar alcohol y cigarrillos, protegidas de humo, llegar al trabajo con alcohol en la sangre, etcétera. Hacemos tantas cosas equivocadas que simplemente se arreglarían con el respeto mínimo de las normas, reglamentos y leyes que fueron creadas para precisamente organizar la vida en sociedad.
El daño ya está hecho, debemos empezar a poner nuestro granito de arena, propendiendo por una mejor convivencia, retomemos las buenas costumbres y respetemos las normas establecidas, para volver a vivir en una comunidad pacífica y armoniosa.
Por: Jose Dorian Gómez Santander
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