Columnistas
La candidez de una dirigencia frente a un poder descontrolado

Por Garcilaso de la Vega
Cada día que pasa me da más ternura La candidez de algunos líderes y dirigentes en mi entorno, son tan buenos y tan confiados que un hábil mentiroso y embaucador los mueve y manipula para que actúen a su favor haciéndoles creer que él es un aliado suyo que quiere compartir y oírlos en sus intereses y que atenderá presto sus apreciaciones ya que él es altruista y su único interés es el bien colectivo.
Ante el llamado del timador acuden servilmente cuál rebaño que ha sido conducido por su pastor, convencidos de la generosidad de él, que quiere consensuar sus decisiones y recoger para incluir sus participaciones ya que su discurso está incompleto y sus aportes serán valorados ,para ello se hace necesario registrar su presencia, que quede constancia de que los temas que el trae son producto de la participación colectiva , aunque el documento final no lo conocerán hasta tanto sea aprobado sin ninguna modificación de lo que ya él tenía preconcebido y qué obedece única y exclusivamente a su óptica del asunto y no es discutible pero si estará avalado por ellos que registraron su participación.
Más me enternece cuando los van a utilizar les avisan y entonces se reúnen previamente para discutir interminablemente y llevar unas propuestas técnicamente discutidas ,muy bien estructuradas que si tienen algo de suerte a lo mejor alguna pequeña parte se incluya pero de ninguna manera se recogerá como un aporte de ellos sino como algo de su cosecha sin ningún crédito o reconocimiento , lo más probable es que se recurra a la consabida, no importa quien lo haga lo importante para nosotros es que se haga, si otro quiere llevarse el mérito no importa eso es lo de menos ,a mí no me interesa.
Eso visto desinteresadamente es aceptable, pero que esto se use para engañar a otras personas o a una comunidad o para actuaciones ilícitas o fraudes al erario, eso no tiene perdón y peor aún, se cohoneste voluntaria o involuntariamente con una conducta delincuencial.
Otro nivel en esta relación desigual es la actitud tirana del timador-pastor que habitualmente considera a sus ovejas como de menor valor y no tolera de ninguna manera que alguna se le salga del rebaño, o peor aún, que levante su voz contraria a su posición única y dominante.
Cuando ve amenazado su oráculo recurre a los gritos, al insulto o al desprecio o manda toda una horda de esbirros que utilizan la intimidación o la amenaza para asegurarle que nadie se le opondrá en una especie de aplanadora mediática y social dónde el que no acepte sus designios corre el riesgo del ostracismo o ser tratado como un paria dentro de su misma comunidad.
Sí el opositor no es manejable ni intimidable por él y sus secuaces, entonces recurre a la victimización y/o una de sus armas favoritas el recurso no del derecho y la justicia sino la opinión social como mecanismo de validación de su postura, las herramientas son múltiples la protesta organizada y controlada por el con marchas, manifestaciones estimuladas por discursos desgarradores con argumentos de desigualdad social dónde él es el salvador y adalid de los desfavorecidos que lucha por darles lo que otros no le han dado y el cambiará las cosas para devolverles con un cambio lo que se merecen, aunque para nada demuestre humildad o austeridad en sus actuaciones, al contrario siempre rodeados de pompa que deslumbre a las masas y les estimule en lo más profundo su frustración aspiracional.
¿Veeduría? ¿Cómo retaliación por quitarle los recursos y la contratación de una institución estratégica para sus intereses? ¿O simplemente es no dejar que otro maneje lo que ya tenía como suyo y que esos veedores » ciudadanos» se conviertan en una obstrucción al desenvolvimiento institucional para orquestar un fracaso de quien se le cruzó en su camino?
Veeduría se necesita para que la comunidad se entere en qué se gastaron los recursos y en qué pretenden gastar nuevos recursos que no han dado explicaciones.
Veeduría a los recursos y la contratación sin cumplimiento de procesos y normas con la sola orientación de que satisfaga sus apetitos de poder y riqueza.
Veeduría a las obras inconclusas y con sobre costos y adiciones innumerables sin rendir cuentas de su ejecución.
Veeduría a las decisiones sin planeación que por lo tanto no resolvieron las necesidades apremiantes y prioritarias de la comunidad y contrariamente empeoraron problemas sociales de fondo que la sociedad demanda su solución urgente y que solo ve el despilfarro de recursos en obras intrascendentes no prioritarias.
Veeduría al enriquecimiento desmedido vertiginoso de funcionarios públicos con unos ingresos que de ninguna manera explican con sus salarios.
Veeduría a la ineficiente e ineficaz ejecución de proyectos, al incumplimiento de compromisos propios de la administración que son fundamentales para un plan de desarrollo.
Veeduría a la rotación inexplicable de funcionarios que no permiten continuidad y dejan muchas dudas de la gobernabilidad del territorio.
Veeduría a los multimillonarios recursos gastados sin mejorar la movilidad y un daño ambiental importante.
Veeduría a los recursos que se pierden al cerrar o no invertir en empresas que son propiedad del ente territorial y que no hay juicio de responsabilidades por ese detrimento patrimonial.
Veeduría a los procesos judiciales de orden fiscal, disciplinario y penal sin solución que se manejan con argucias recurrentes dilatorias para buscar prescripción y no responder a la justicia que sospechosamente se presta a esta manipulación, no hay interés en demostrar inocencia o aclarar las actuaciones, simplemente es evadir la acción de los entes de control.
Veeduría para exigir el fracaso profundo en el manejo de instituciones saneadas que ahora están graves en su funcionamiento o responder por el hecho de llevar nuevamente al territorio al endeudamiento desproporcionado después de un ejercicio de salvamento de una ley de quiebra exitosa.
Y finalmente veeduría a los multimillonarios contratos con medios y periodistas para manejar la imagen personal de su líder y crear comités y asesorías con nombres rimbombantes pero que en el fondo no son más que ayudas a sus compinches ideológicos y desconocimiento a la institucionalidad, a la constitución y al estado social de derecho ,amparándose en autonomías que nunca reconoció en otros cargos que ha detentado, es la clásica actitud del que no reconoce autoridad pero pretende que la autoridad le resuelva facilitándole recursos para el ejecutarlos y tratar de consolidar su carrera hacia otras instancias de poder de preferencia regímenes totalitarios como es su talante egocéntrico y megalomaniaco.
Para eso sí quiero Veedurías, no para agredir a quienes en cumplimiento de la ley están tratando de hacer las cosas bien.

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