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¿Le tienen miedo a la Tutela?

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Por: Ariel Alberto Quiroga Vides

De entrada les dejo algo claro, no soy un perseguidor de Fuerza Ciudadana, todo lo contrario, he apoyado algunas de sus iniciativas desde el ámbito jurídico (aunque ni las gracias me han dado) y desde las diferentes columnas que he publicado en portales virtuales como las 2Orillas.com. Sin embargo, antes que simpatizante de movimientos alternativos que van contra el establecimiento, primero fui un alumno en los colegios donde estudié, luego ciudadano y ahora un sujeto que busca contribuir activamente con el mejoramiento de la vida en esta región, por esa razón, debo denunciar lo que está mal y debe corregirse.

Estoy convencido, que las condiciones de vida de las personas mejoran si principalmente se invierte en educación, ese elemento y una dosis enorme de ambición personal,  fueron los generadores para que habiendo nacido en una cuna humilde, haya embellecido ostensiblemente mi modo de vida y esté trabajando para que mi familia siga esa senda.

Considero, que mi línea de progreso habría sido más rápida en un inicio, si el sistema educativo del departamento del Cesar hubiese cumplido con un mandato constitucional y legal; el de instruirme en la herramienta más efectiva que tienen las personas de raíz popular  para poder alcanzar el goce de mis derechos fundamentales, esta es ¡la Tutela! Que aunque sirve para todos los ciudadanos sin importar su nivel económico de vida, no es menos cierto, que esta acción constitucional es el mayor escudo de los humildes y clase media de Colombia, contra el embate de los poderosos, que en algunas ocasiones (en muchas por cierto) es el propio poder público.

Pero me gradué de primaria, luego me gradué de bachiller (Colegios públicos) y nunca me explicaron o enseñaron sobre los mecanismos de participación ciudadana, sinceramente, lo más cercano que estuve de ese aprendizaje, fue cuando cada candidato a personero prometía que construiría la piscina del colegio, o que echaría al profesor más cansón, o que doblaría el tiempo del recreo, de resto nada.

Resulta que una vez  que empecé a estudiar derecho, aprendí que  mis colegios debieron preocuparse por forjarme como un futuro ciudadano empoderado, pero me imagino que ni los docentes, ni los secretarios de educación del departamento, y menos los alcaldes y gobernadores, sabían lo que expresa el artículo 41 de la Constitución Nacional, y menos lo que ordena el artículo 54 del Decreto 2591 de 1991, y es que en resumidas cuentas las instituciones de educación están obligadas a impartir enseñanza sobre mecanismos de participación ciudadana y específicamente a dar instrucción sobre la acción de tutela.

 Personalmente yo respondí la pregunta, pero atrévase, hágasela a su pelao, y pregúntele que es una acción de tutela, para que sirve y como se hace, y estoy tan seguro que le dirá que no sabe, que ni Jesse Uribe por más desubicado que sea, tendrá dudas de la terrible omisión que se ha hecho con la educación de nuestra juventud.

Ahora bien, como hace diez años no vivo en la Paz (Cesar)  sino en Santa Marta, decidí dar lata acá, por esa razón con  mi equipo de abogados iniciamos una serie de solicitudes ante la gobernación del Magdalena para definir la posición oficial sobre el asunto, la respuesta fue desesperanzadora, porque aparte de vislumbrarse un desconocimiento sobre la materia, lo cual podría disculparse si se hace un compromiso por impulsar la inclusión  de la enseñanza  de la tutela en los colegios del departamento, el ente territorial se negó vehemente a cumplir las normas arriba citadas, así que, como no se pudo por las buenas, tocó luchar por un fin que creemos común ante los estrados judiciales. En este momento nos encontramos esperando el resultado de un proceso de acción de cumplimiento que cursa en el Juzgado Séptimo Administrativo de Santa Marta con radicado 47-001-3333-007-2020-00126-00, confiamos que el honorable Juez también observe lo obvio.

Digamos que la autoridad departamental del Magdalena tampoco sabía que existía la obligación de ensañarle a la juventud sobre la tutela, pero ahora lo saben, y entonces, ¿Cuál es el miedo?

 

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