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Columnistas

Lecciones de la crisis de Cali

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Por: Cecilia López Montaño

Lo que Cali vivió el domingo anterior pasará a la historia como uno de los días más aciagos de este largo paro nacional. Como todos lo han reconocido, esta crisis es la expresión de la acumulación de demandas desatendidas sumadas al inmenso impacto de la pandemia sobre los sectores débiles de esta sociedad. Este gobierno prendió la mecha que hoy nos tiene en esta situación. El malestar expresado en 2019 no recibió respuestas, no hizo lo suficiente en la pandemia y además trató de imponer una reforma tributaria desconociendo la realidad nacional. Pero además de nuestra solidaridad con esa ciudad, es necesario reconocer que hay nuevos elementos que deben reconocerse y que fueron palpables ese domingo para que sean parte de esa salida que debe encontrarse rápidamente.

La falta de liderazgo del presidente Duque. Lamentable su primera reacción ante la petición de su presencia inmediata en la ciudad. Su disculpa absolutamente penosa pero peor aun llegar como escondido a media noche cuando podía controlar con quien se reuniría. Un presidente escondido es lo menos que requiere semejante momento.

La debilidad de los ministros de Defensa e Interior. No solo no pudieron manejar esta situación, sino que no la lograron entender. Molano absolutamente parcializado hacia aquellos que se identifican como Camisas Blancas cuando en esos momentos el gobierno tiene que ser muy equilibrado para tener legitimidad ante una sociedad encendida. Palacios, claramente asustado.

Equipo innecesario del gobierno nacional. Esto obviamente es otro de los grandes errores que cometió el presidente Duque ante la crisis de Cali. Que tenía que hacer la directora de Bienestar familiar, háganme el favor; la directora de Protección Social. No tienen idea de lo que allí se necesita, saber negociar, entender el conflicto, tener la capacidad de poder dialogar con las dos partes en conflicto.

El costo de un Estado inoperante. La lección más grave de lo sucedido en Cali es que a falta de liderazgo de las autoridades, la justicia se ejerce por parte de los individuos que está armados y se inicia lo que puede derivar en una guerra civil. El alcalde Ospina no pudo, cometió errores inmensos, la gobernadora tampoco ha sido capaz de manejar la situación y terminan llamando al gobierno nacional cuya presencia ha sido realmente débil y sobre todo tardía.

No hay inteligencia por parte del Estado. Conociendo la difícil situación del Valle del Cauca y específicamente de Cali, cómo es posible que el gobierno se deje sorprender por la llegada de narcos, paras y otros grupos al margen de la ley. Sin inteligencia por parte del Estado, estas situaciones violentas son inmanejables. Esta debilidad también se observa en todo el país porque no ha podido el gobierno ni los alcaldes saber quiénes son los vándalos y actuar en consecuencia.

Estas son solo algunas de las lecciones que empiezan a identificarse al mirar esta dura realidad que está enfrentando Cali y su población. Sin duda, otras lecciones saldrán a la luz en la medida en que se desarrollen los acontecimientos y por consiguiente deben ser analizadas para lo obvio: llegar a consensos. Es fundamental reconocer si bien es cierto que la militarización a la cual está sometida la ciudad en estos momentos trae una calma momentánea, aunque muchos no estén de acuerdo, esta forma no es sostenible. No se puede perder de vista que hay causas objetivas que explican este paro en el país y Cali no es ajena a ellas. Por consiguiente, encontrar caminos que lleguen a consensos básicos es la forma de encontrar la paz.  Esa es la otra gran lección.

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