Especial Santa Marta
Ana Cecilia Almanza: un legado de música, cultura y folclor

En Santa Marta falleció el pasado 13 de julio Ana Cecilia Almanza Campo, una mujer que, en vida, se convirtió en un referente de música para la sociedad samaria, que durante décadas pudo ser testigo de los esfuerzos que ella realizaba para mantener vivo el patrimonio musical del país.
La folclorista nació en la capital del Magdalena el 9 de septiembre de 1948, hija del abogado Rodrigo Almanza y la docente Ana Campo, quienes la engendraron en una familia de músicos. ‘La novia de Santa Marta’ era, además, nieta del flautista Antonio Campo, miembro de la antigua Banda de Músicos del Magdalena; su tío por parte de padre, Dagoberto Almanza, fue pianista en la Orquesta de Pacho Galán.
Desde muy pequeña estuvo expuesta a la música y a los ritmos folclóricos, pues su abuelo se aseguraba de poner a sonar canciones llaneras todas las mañanas, con lo que crecieron sus ganas de adentrarse en el mundo que tantas puertas le abriría a lo largo de su vida.
En 1973, Ana, siendo todavía estudiante, fue finalista en el Festival Estudiantil de la Canción del Liceo Celedón, concurso que la hizo saltar a la escena nacional. Por esa razón fue invitada a grabar una cumbia y en el proceso conoció a la secretaria de Lucho Bermúdez, quien apoyó la idea de llevar la voz de la samaria a oídos del maestro.
Tras esa eventualidad, pasó a formar parte de la Orquesta de Lucho Bermúdez, dedicada exclusivamente a la música colombiana, lo que terminó por despertar el amor que Ana Cecilia profesó hacia los ritmos que protagonizaron gran parte de sus años.
Fue allí, en la orquesta, donde la samaria conoció a Gustavo Cuao, quien más adelante se convertiría en su esposo y posteriormente padre de sus 4 hijos.
Fundación Cultural Ana Cecilia Almanza
Ana Cecilia creó en marzo de 2003 una Fundación que llevaba su mismo nombre, a través de la cual se encargó de impulsar el desarrollo y fortalecimiento de la cultura en la ciudad que la vio nacer. Según relata una de sus hijas, Milena Cuao Almanza, la iniciativa surgió luego de que su mamá se encontrara con la recordada Consuelo Araújo Noguera, quien le sugirió formalizar sus labores para poder recibir apoyo por parte del Ministerio de Cultura y dirigirlos a esta iniciativa que ya venía liderando de 1992 con sus propios medios.
“Mi mamá le comentó a ella sobre el proyecto del Concierto del Amor a la Música Colombiana, que tenía el objetivo de reconocer y hacer conocer a los compositores colombianos, porque normalmente los más reconocidos son los intérpretes. La doctora Araújo le preguntó que si ella tenía una fundación para eso (…) diciéndole que le servíría para solicitar apoyo al Estado”, explica Milena.
A través de esta iniciativa, los conciertos de homenaje se convirtieron en uno de los eventos más recordados por aquellos samarios que seguían de cerca la labor que lideraba Ana Cecilia, misma que se encargó de homenajear a grandes artistas que, incluso, llegaron a emocionarse hasta las lágrimas tras escucharla interpretar sus canciones.
“Para mi mamá todos los conciertos eran especiales, pero hay uno que nos causó mucho impacto y fue el año en el que le hizo homenaje al maestro Leandro Díaz. Una de las canciones que ella interpretó de él fue ‘Los Ojos del Alma’, en medio de la interpretación ella se acercó hasta donde él estaba, se agachó y lo abrazó. Ella cuenta que él estaba llorando cuando eso pasó, o sea que le llegó al corazón y la conmovió muchísimo”, relata su hija.
Tras el inesperado fallecimiento de Ana Cecilia, serán su familia y sus amigos cercanos los encargados de mantener viva su memoria y la Fundación por la que tanto dio en estas últimas casi dos décadas, enfocándose es continuar impulsando el proyecto ‘Colombia, mi corazón te canta’, por medio del cual se inculca “el amor por Santa Marta, por Colombia, por la música y los compositores colombianos” a los más pequeños, con la participación de estudiantes de colegios públicos del Distrito, principalmente.
Hoy la ciudad llora su partida y, aunque ya no se encuentra en el plano terrenal, dejó un legado que vivirá por siempre y que en esta ocasión OPINIÓN CARIBE resalta, dándole crédito a la labor incansable que abanderó.
“Para describir a mi mamá la primera palabra que se me viene a la mente es amor incondicional, fue una madre que hasta el último día se preocupó más por sus hijos que por ella misma. Fue una mujer responsable, amable, carismática, talentosa, amigable. Son muchos los adjetivos que puedo enumerar, pero lo resumo diciendo que fue un ser humano de esos que no hay mucho y tuve la suerte y el privilegio de nacer de ella”, puntualizó Milena.

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