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La gallina de los huevos de oro del galeno
Por: Edward Alejandro Torres Castro
La práctica médica es un arte integral, que requiere muchas habilidades por parte del médico, tanto lógicas como emocionales, tanto mentales como físicas, e incluso, en cierta medida, requiere un poco de fe.
En este sentido, el poder integrar todas sus capacidades para la resolución satisfactoria de un caso es lo que caracteriza a un buen médico. Pero no siempre es cuestión de conocer y tratar la enfermedad, sino de dar un resultado que permita al paciente continuar con su vida, y que la intervención termine por dar “huevos de oro”.
Los factores mental y emocional del paciente son críticos a la hora de percibir resultados con relación al tratamiento, y estos mismos componentes se ven duramente afectados a causa del malestar que lo haya conducido a requerir la ayuda de la ciencia médica. Muchas veces se salen del control del tratante los aspectos psicológicos del paciente, pero no significa que le sean completamente ajenos. Por el contrario, la relación médico-paciente ha demostrado ser un elemento que mejora en gran medida la calidad de cualquier procedimiento, siendo fundamental a la hora de llevar a cabo desde una anamnesis, hasta la cirugía mayor.
Por esta razón, se le da tanta importancia al primer contacto entre el paciente y el médico, puesto que en la medida en que el primero se sienta cómodo con el segundo, se podrá o no conseguir lo que ambas partes desean: la conclusión del dolor. Así, se puede traer a colación la frase “no hay segunda oportunidad para crear una primera buena impresión”, ya que podemos considerar este primer contacto como parte fundamental del tratamiento en sí mismo, y además definirlo como un momento de quiebre, en relación con las etapas de la práctica médica.
Construir una buena relación médico-paciente puede permitir al galeno llevar a cabo su trabajo con más facilidad, así como también hacer más eficiente el tratamiento y la aceptación de este por parte del paciente, entre incontables otras ventajas.
Por otro lado, si el médico no logra una buena relación con su paciente, podría estar matando la “gallina de los huevos de oro”, lo que dificultaría, o incluso impediría, cualquier procedimiento, minaría el estado psicológico del paciente, y además podría llegar a afectar la eficacia y eficiencia del tratamiento.
Es responsabilidad del médico que este primer acercamiento sea en total confianza, llevando al paciente hasta una zona de confort que le permita desenvolverse con tranquilidad y poder referir cualquier asunto que sea de importancia clínica o emocional para la situación.
Se puede concluir que la integralidad del bienestar es un hecho, y que la evolución de la ciencia médica requiere que se ponga mucha más atención al paciente y su situación, así como también debe existir una preocupación por la relación entre los dos protagonistas de la enfermedad, el médico y el paciente.
“El buen médico trata la enfermedad; el gran médico trata al paciente que tiene la enfermedad.”William Osler