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Columnistas

Molano el ministro de la guerra

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Por: Cecilia López Montaño

 

Nada más demoledor para Colombia que su ministro de Defensa sea realmente el que acelera la guerra y lo hace por sus posiciones irresponsables, por sus afirmaciones sin sustento, por su incapacidad de asumir su responsabilidad. Y, sobre todo, por su negación a aceptar errores de él y de quienes están a su cargo. La lista de falencias de Molano es inagotable pero lo sucedido en Putumayo, ya en manos de organismos internacionales, llenó la copa y demostró su absoluta incapacidad para el cargo que ostenta. Es decir, cuando quien tiene la responsabilidad de velar por la paz de un país lo que causa es desconcierto porque sus análisis son cargados de posiciones ideológicas, lo que termina es convertido en el ministro de la guerra.

Su argumento permanente frente a uno de los números casos de violencia donde el papel de quienes dependen de su cartera no es claro por acción o por omisión, siempre termina en la evasión de su responsabilidad y en asignarle a Venezuela la culpa de todo. Aun si fuera cierto que todo lo malo que suceda en este país en términos de ataques de grupos al margen de la ley es armado en el vecino país, eso no lo libera de su responsabilidad porque él tiene que responder por lo que sucede en territorio colombiano. La otra consecuencia de su actitud defensiva poco se ha analizado. Cómo se sentirán las Fuerzas Armadas de este país con un jefe errático, contradictorio e incapaz de reconocer errores. El alma de este sector vital para el país que además ha puesto mucha sangre pero también ha cometido graves errores, puede estar en el piso ante semejante forma de enfrentar el reto esquivo en Colombia como es la paz.

Aunque nada se puede hacer en los largos cuatro meses que faltan de este nefasto gobierno, este caso patético de alguien que nunca ha debido llegar a esa cartera es una lección para los candidatos presidenciales. Uno de los mayores errores del presidente Duque ha sido su absoluta incapacidad de nombrar a las personas adecuadas en las diferentes posiciones del gobierno. Quien quiera que llegue a la presidencia de la República no puede cometer estos errores. Siempre ha habido ministros buenos, regulares y malos, pero en esta administración la absoluta excepción ha sido aquellos que sí cumplen con los requisitos para abordar la complejidad del Ejecutivo.

Caso especial es el de Defensa. Colombia, gracias a la no implementación del Acuerdo de Paz, hoy está en guerra y así lo va a recibir el próximo gobierno. Por ello quien ocupe el ministerio de Defensa será un personaje clave especialmente si la paz y no la guerra es la meta del gobierno entrante. Si este es el objetivo es fundamental no repetir el error del presidente Duque con Molano. Su falta de experiencia sobre el manejo de lo publico que ya la había demostrado en cargos anteriores en el Estado; su arrogancia, su carencia absoluta de objetividad y la inseguridad de su mando no pueden repetirse. Este es un mensaje claro para quien llegue a la Primera Magistratura. Otro ministro de Guerra y no de Defensa sería imperdonable.