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Petro “el becerro de oro”
Relata la biblia, en traducción lenguaje actual, en el Éxodo 32 del 1 al 35, la historia del toro o becerro de oro, creado por los israelitas por la demora de Moisés al bajar de la montaña en su cita con el Señor, de allí se desprenden las tablas de la ley de Dios, la demostración de la pérdida de fe, la adoración a falsos dioses y hasta el envío de grandes enfermedades y pestes.
Políticamente, una parte del pueblo de Colombia sufre el mismo síntoma, al adorar a un tal Gustavo Petro que han denominado como su “becerro de oro”, creyendo que con su política de “cambio por la vida” una persona que ha vivido del pueblo los últimos 40 años, ahora les dará un giro de 360 grados a favor, sin darse cuenta que la realidad muestran todo lo contrario.
Por otra parte, dijo Jesús en el sermón de la montaña “por sus obras los conoceréis” para distinguir a los falsos de los verdaderos profetas, ¿en qué lugar estará Petro como profeta y que obras ha demostrado? No se trata de mi percepción, se trata de los hechos que demuestran la realidad de quien hoy es el candidato a presidente que con una cara poco confiable e inspiradora expresa en su publicidad televisiva “los quiero mucho”.
Lo cierto es que quiere el poder, eso sí es verdad, y detrás de él, el presupuesto de la nación, la posibilidad de cambiar una identidad nacional por la adoración de un “becerro de oro”.
Hoy no se juega la fe en Dios, esa esta clara, ni el camino a la tierra prometida, el territorio es más que evidente, se juega la democracia política, la libertad individual, la estabilidad económica, la soberanía nacional, el respeto a la Constitución y la ley, la honesta participación de elegir y ser elegido, la identidad cultural y la neutralidad jurídica que poco existe, además del manejo de la Fuerza Pública.
Si Jesús lanzó esa expresión, entonces analicemos su trayectoria; no conozco al joven líder de excelentes propuestas ejemplo a seguir, pero si a un resentido tirapiedras, no identifico al excelentísimo jurista, pero si al que pertenecía al M19 y quien mientras estaba detenido su organización se tomaba el Palacio de Justicia, no escucho del gran estadista, pero si al silencioso millonario que ha vivido a costa del presupuesto nacional, no publican sobre el gran ciudadano defendiendo las instituciones públicas, pero si al sanguinario crítico de todos los gobiernos de turno, que incluso fue relevado como alcalde, no es noticia el gran economista, pero si el aliado de Cuba y Venezuela ambas naciones casi en quiebra, no fue soldado ni defendió al Estado con las armas legitimas, pero es el más grande opositor de la Fuerza Pública el mismo que guarda silencio frente a los hechos de los grupos terroristas, nadie conoce al hombre de fe, pero al parecer en una entrevista expresó “y lo creo, es porque creo que soy Dios” ¿entonces, qué tipo de apóstol será?
Si los hechos no hablan por sí solos, las palabras y los ejemplos no ayudan a convencerlos por quien no votar y a quien debemos elegir, es posible que la poca fe en la democracia lleve a más de uno por el camino de adoración por el “becerro de oro”, que hoy perfectamente promete un cambio de identidad nacional, con una proyección oscura y enrarecida para el futuro cercano; de ser así, transitaremos con justa razón de un gobierno traidor del pueblo, por uno de transición y la entrada al infierno.
“El camino puede ser difícil, pero con su ayuda lo podemos lograr” soy ciudadano