Columnistas
¿Ser Pilo Paga?
Por: Román Medrano Peña
Lo que en 2014 se convirtió en una esperanza para que miles de jóvenes tuviéramos la posibilidad de acceder a la educación superior, terminó siendo un martirio que actualmente enfrentan muchas familias de escasos recursos. El origen de dicho problema radica en dos ejes, el primero es vocacional y el segundo es el vacío que tiene la enseñanza pública en Colombia.
Para nadie es un secreto que entrar a la universidad, aunque sea pública, parece un privilegio que solo tienen algunos. En el transcurso de su segundo mandato el expresidente Juan Manuel Santos se comprometió a reducir dicha brecha con un programa anunciado con bombos y platillos: Ser Pilo Paga. “La educación es la herramienta de equidad por excelencia. Cuando un joven con recursos económicos o uno de escasos recursos entran a las mejores universidades por sus méritos, parten de la misma base. Eso es igualdad de oportunidades, eso es equidad y eso es paz”, enfatizó el mandatario durante el lanzamiento de esta iniciativa. Se esperaba que, en el 2018 al entregar el poder a su sucesor, el número de beneficiarios ascendiera a 40 mil estudiantes, principalmente de estrato 1, 2 y 3.
Hasta ese momento todo iba por buen camino. Lo que no tomaron en cuenta muchos de los jóvenes es que esta, en realidad no era una beca. Lo anterior, se da a que de acuerdo con el artículo 355 de la Constitución “Ninguna de las ramas u órganos del poder público podrá decretar auxilios o donaciones en favor de personas naturales o jurídicas de derecho privado”. Ser Pilo Paga era un crédito condonable que cubría el 100% de la matrícula y de 1 a hasta 4 salarios mínimos de sostenimiento. Sin embargo, se debía cumplir con ciertos requisitos para saldar la deuda con ICETEX, primero terminar toda la carrera y segundo que fuera en el tiempo estipulado al momento de firmar el contrato. Es aquí donde empieza el punto negativo de este asunto.
Yo soy graduado del Virginia Gómez, un colegio público del municipio de Ciénaga, Magdalena e hijo de una familia estrato 2. En el 2015 cuando me dieron a conocer que era beneficiario de dicho programa enfrenté un dilema, pasé de tener solo el 5% de probabilidad de ingresar a una universidad a tener ahora el 100% y prácticamente donde quisiera. No sabía que, ni donde estudiar. Finalmente, opté por la Universidad del Norte en Barranquilla, a la cuál ingresé a estudiar ingeniería industrial, solo porque cuento con habilidades para los cálculos y por algunos consejos de profesores. Al terminar 1 semestre me di cuenta que lo que buscaba y mis gustos no eran afines con esta carrera e inmediatamente solicité el cambió para dar inicios a mis estudios de Comunicación Social y Periodismo de la cual hoy soy egresado.
Muchos de mis compañeros no contaron con la misma suerte, a pesar de saber que esa no era su vocación insistieron en la carrera que habían elegido por miedo a sus padres e incluso por el prestigio que daba el ser egresado de la misma. Personalmente conozco la historia de alguien que tiene actualmente una deuda de más de 50 millones de pesos, porque decidió retirarse al quinto semestre y actualmente trabaja de manera informal. Este problema de vocación se dio porque al igual que yo, la mayoría no estaban preparados o no tenían entre sus planes ingresar a la universidad por el limite económico y al llegar esta oportunidad elegimos la primera carrera que pensamos que nos podría gustar o ir bien según nuestras habilidades en el colegio.
Por otro lado, el 80% de beneficiarios escogimos universidades privadas por diferentes razones. Sin embargo, al llegar a estas fue cuándo nos dimos cuenta del segundo problema y es el vacío en la enseñanza de los colegios públicos respecto a los privados. Mientras que los estudiantes que venían de colegios como el Británico, el Alemán, el Altamira, el Alexander Von Humboldt se le hacía fácil asimilar ciertos temas, porque los dieron en sus colegio, los que veníamos de colegios públicos teníamos que hacer un mayor esfuerzo, por esa razón muchos de mis compañeros empezaron a sufrir de estrés, ansiedad e insomnio.
Se espera que dentro de poco se gradúe la última generación de beneficiarios de Ser Pilo Paga, sin embargo, queda en vilo que pasará con quienes no cumplieron con los requisitos. Dentro del programa bandera del gobierno entrante se planteó la posibilidad de condonar las deudas con el ICETEX, pero hasta la fecha no hay claridad al respecto, según Alejandro Gaviria van hacer un análisis de cuáles son los mecanismos presupuestales y jurídicos para una condonación de estas.
Definitivamente ¡Ser pilo sí paga! No obstante, mi llamado es hacer una restructuración que se lance al fortalecimiento de una educación integral desde los colegios. Además, aunque para muchos es cuestionable también se hace necesario la gratuidad en la educación superior pública. Y finalmente, alzo la voz para que no se deje en el olvido a mis compañeros y a los más de 4 mil jóvenes quienes enfrentan problemas socioeconómicos como pobreza, desempleo y ahora se le suman estas millonarias deudas.