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Columnistas

Las historias olvidadas de “La Perla”

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Por Víctor Rodríguez Fajardo

La Constitución del 91 le otorgó la categoría de Distrito a Santa Marta en lo referente a Turismo, Cultura e Historia, componentes que describen un destino manifiesto del cual los samarios no hemos querido apropiarnos; en cambio, hemos privilegiado el cargar un pecado original en nuestro ADN como saqueadores y explotadores coloniales. La ubicación geográfica nos facilita la actividad portuaria y con ello conectar con un universo de posibilidades que esperan ser alineadas con nuestro desarrollo. No hay tiempo que perder, los primeros 500 años han sido dominados por el letargo en asumir nuestra vocación retrasando el aprovechamiento de las ventajas comparativas que como ciudad ofrece Santa Marta.

¿Hasta dónde queremos llevar nuestro portafolio turístico? ¡Tenemos todo para todos! Para eso, dejemos la prosa y pongamos poesía a las historias de “La Perla” que siempre han estado presentes, pero no hemos querido escuchar.

Comencemos por Taganga, pueblo de pescadores que comerciaba con las islas del Caribe y la península de La Guajira, antes de la colonización ya tenía historia como sitio de pagamento de las tribus que habitaban en la Sierra Nevada y a lo largo del litoral, preservar la historia es importante, además de fortalecer el arraigo también invita al turismo a descubrir esa fascinante historia. Una de esas, que además puede ser parte de visitas guiadas, es enseñar en el terreno, desde las montañas que rodean las ensenadas de cada una de las playas del manojo de bahías mas hermoso de Colombia, el arte de la pesca transmitido de generación en generación. Un vigía en el cerro con banderas va dando instrucciones de acuerdo a como se mueva el cardumen, para que sus compañeros en bongos o canoas procedan a lanzar al agua el trasmallo en el momento oportuno, un corto relato en estas líneas que daría para largas horas de conocimiento en boca de guías turísticos oriundos de Taganga, preferiblemente de apellido Mattos; ellos tienen el conocimiento, apoyarlos con academia para fortalecer este emprendimiento en el aprendizaje de idiomas, trato al turista además del conocimiento empresarial, les daría un nuevo escenario de trabajo y pondría un alto plus al portafolio de turismo que ofrece Santa Marta.

Los que conocemos Punta Brava, arriba de La Tagua, podemos describir como baja un “rio” de nubes entre los cerros que componen este sistema montañoso. Artesanalmente indígenas como Pepe Mojica saben que la sola vista el turista la debe pagar, súmele el trapiche donde todos hacen parte del proceso de extraer el jugo de la caña para refrescarse, es uno de los muchos detalles seductores asequibles gracias a la placa huella existente que permite el acceso y principalmente al patrimonio de poder interactuar con la cultura de las diferentes etnias que habitan este lado de la sierra nevada. Conocer la variedad de cultivos de pancoger frescos y sin intermediarios. Conectar al centro de la ciudad con este sitio en solo 40 minutos es un gran avance que debe ser complementado construyendo el circuito completo por la Ruta del Café bajando por los corregimientos de Ciénaga. La naturaleza en su esplendor, con miradores sobre la ciénaga grande y Barranquilla a diferentes horas del día y la noche potencializa una mayor agenda turística.

La hotelería en este sitio cada día se fortalece gracias a la gran demanda han ido creciendo sitios de hospedajes de mochileros como para un turismo de élite. La naturaleza hace su magia, solo hay que descubrirla. ¿Infraestructura? Adecuar la vía para poder ir aún en temporada de lluvia en automóvil y que las empresas de telefonía brinden el servicio de datos. Lo demás, es lo de menos.

¿Han contado cuantas bahías hay en la línea costera de Santa Marta? En alguna oportunidad le escuche al historiador Arturo Bermúdez hablar de 87 playas. No solo somos El Rodadero, Playa Blanca, Taganga y Bahía Concha… 87 playas nos permiten exigir el titulo de El Manojo de Bahías Mas Hermoso de Colombia. Hay para todos los gustos y necesidades, solo necesitan articulación vial con un adecuado plan maestro de playas contemplado inclusive en el POT. Así se podrá zonificar áreas para el turismo social, exploración y buceo, familias, jóvenes, tercera edad, deportes, etc. Incentivar áreas para la tercera edad, donde el plan parcial urbanístico contemple detalles para orientar los inversionistas y constructores aprovechando el clima y las bellezas naturales. Nada nuevo que inventar, solo una mirada a La Florida y la lluvia de ideas nos llega. De la misma manera se va explorando el perfil de cada playa y el uso correspondiente.

Es poco lo que la naturaleza necesita; conectarla con un desarrollo sostenible y amigables: políticas públicas, autoridad y sentido de pertenencia de los ciudadanos. Invertir recursos con un plan maestro todo orientado al turismo, impulsaría generación de trabajo formal tan necesario, la ciudad hoy registra un 66% de habitantes con empleo informal, indicador que debe incidir en otros temas como la seguridad, calidad de vida, oportunidades.

La paradoja mas rentable tiene que ver con un momento histórico que quedó para siempre en nuestro beneficio: Simón Bolívar murió en Santa Marta. El libertador, el prócer que libertó 5 naciones de la corona española, vino a morir en la más realista de las ciudades del Nuevo Mundo. Nunca estuvo en sus planes venir aquí, lo dejo el bergantín que lo llevaría a Santo Domingo y después a España para buscar una mejor medicina a sus males. Mientras hacia tiempo para el siguiente viaje, su mejor opción en el momento fue venir a nuestra ciudad. Solo fue necesario 17 días en Santa Marta para cambiar para siempre nuestro devenir. ¿Pueden imaginar nuestra historia sí Bolívar no pasa por nuestra ciudad? ¿Cuánto ha significado para nosotros esos 17 días? Su última proclama, su testamento y el inicio de su legado eterno fue aquí, ¿Cuántas cumbres, cuántas inversiones cuánta gente nos ha visitado por lo que pasó en 17 días? ¿Y si les digo que tenemos mucha más historia que representa un valor agregado hasta ahora ignorado?

La Casa del Marqués de Santa Coa nos conecta con una historia olvidada, los invito a investigar sobre esta historia dormida, que bien haría parte de nuestra ruta turística, si sabemos echar el cuento, la casa del Marqués queda en la esquina de la carrera 2da con calle 16 en el centro histórico, una hermosa casa colonial de dos pisos, ella espera ser rescatada del olvido; en sus posibilidades está el poder ser un hotel boutique, un centro cultural, o generar varios ambientes en su patio interior dedicados a la oferta gastronómica, almacenes, etc. Además, una buena dateada sobre el origen de nobiliario, su historia en la Nueva Granada y su relación con el dueño de la Quinta San Pedro Alejandrino enriquecería el discurso de nuestros guías de turismo.

El tema de La Paz Total, bandera de la administración de Gustavo Petro nos lleva a volver a asumir protagonismo en la historia, voy a contar lo sucedido en el nuevo municipio de Zona Bananera, un tema que nos brinda la oportunidad de seguir ampliando desde Santa Marta la oferta turística conectando la historia: El primer acuerdo de paz de nuestra vida republicana se firmó en la finca bananera Neerlandia con motivo del final de la Guerra de los Mil días. Asumir la ubicación histórico geográfica de una firma de paz con todos los actores armados en el Magdalena permitirá además del hecho en sí, poner de relevancia a nuestro departamento y por la cercanía, la base podría ser Santa Marta. Un dato importante, una situación similar se vivió en los Estados Unidos con la guerra de sesión, historia que tienen presente las siguientes generaciones con museos, teatros y una apropiada explotación de merchandising que genera ingresos para el turismo, nada que inventar, solo aprender de experiencias exitosas.

Hacienda Cincinnati, ubicada en la sierra nevada de Santa Marta, a una altura de 1.300 mts sobre el nivel del mar, esta hermosa hacienda guarda una de las historias más prometedoras de éxito para la ciudad, aquí inició Orlando Lincoln Flye en 1.898 la primera siembra de café de exportación de Colombia. En 1902 inaugura lo que seria La casa Grande, la vivienda familiar de los Flye. Muchos dirán aquí “¿y quien carajo es ese Flye?” y si lo llegan a pensar, se darán cuenta como hemos ignorado la historia de nuestros héroes, tal cual, un hombre adelantado a su tiempo llegó a Santa Marta para cambiarla para siempre, por su aporte a nuestro desarrollo, un héroe a quien no se le ha dado el merecido reconocimiento.

Lo importante en esta parte de la historia, la Casa del Marqués de Santa Coa, la finca Neerlandia y la Hacienda Cincinnati son propiedad de las tres familias mas poderosas del Magdalena con suficiente recursos para habilitar sus propiedades privadas y conectarlas en beneficio del desarrollo del turismo. No tienen que donar, solo priorizar dentro de sus modelos de negocios estos sitios de relevancia histórica y por consiguiente aportan a fortalecer a La Perla como destino turístico.

Podemos vivir de la historia, de la cultura y sobre todo del turismo, aquí hice un pequeño recuento de tantas historias olvidadas que bien pueden generar orgullo, sentido de pertenencia, responsabilidad social que nos lleve a descubrir el encanto de Santa Marta.