Metrópolis
Héctor, el hombre sin limitaciones
Por: Arnol Sarmiento
Redacción: Opinión Caribe
Héctor Navarro Lobo, de 65 años de edad, natural de Mingueo, Guajira, es un personaje reconocido en el sector del Mercado Público y de Gaira por su particular manera de movilizarse por las calles de Santa Marta.
Héctor, es un claro ejemplo de la informalidad que impera en Santa Marta y de cómo las limitaciones son mentales, pues, a pesar de no tener piernas y a bordo de su improvisada bicicleta, se rebusca lo del día a día para comer él y sus cuatro perros que lo acompañan.
OPINIÓN CARIBE, conoció la historia de este personaje quien lleva más de 30 años viviendo en las calles de la ciudad, quien a raíz de una enfermedad perdió sus dos piernas, incapacidad que lo obligó a estar de por vida sobre su vehículo de dos ruedas arrastrado por sus mascotas que lo ayudan halar y poder desplazarse.
La particular condición de este, lo llevó a adoptar varios perros quienes cuidan de él, así como él de ellos, ya que de las mismas ayudas que recibe en las calles, los alimenta y les compra sus medicinas, “Yo estoy pendiente de cuando se enferman y de lo que me dan yo les compro las medicinas y yo mismo los curo, ellos eso me lo agradecen”, señaló don Héctor.
Con nostalgia le contó a Opinión Caribe que antes de vivir en las calles trabajaba en fincas de la Sierra Nevada de Santa Marta, donde conoció el arte de curar a través de las plantas, técnica que lo ha ayudado a curarse a sí mismo y a sus mascotas.
Igualmente, relató que hace poco sufrió un accidente, cuando una moto lo arrolló en Gaira, y a raíz de eso perdió un dedo de la mano izquierda. “A mí me llevaron al médico, pero como yo tengo problemas de azúcar me lo tenían que mochar y estaban demorando mucho, así que decidí irme y yo mismo me lo corté y me lo curé con plantas”, afirmó.
Héctor Navarro Lobo, aseguró que nunca ha recibido ayuda del Estado y de ningún ente, pues sobrevive de la colaboración que le dan en las calles. Tampoco tiene donde dormir, básicamente lo hace donde lo coge la noche en compañía de sus perros y de su más reciente adopción, un cachorro de dos meses llamado ‘Guardián’.
Ahora, aspira poder volver a la labor de zapatero, la cual también hacía antes del incidente con su dedo, para así, lograr tener una mejor estabilidad económica.