Columnistas
Renovar o Renovar

Por Edgar Jafet Hernández
Mandan huevo y hacen ponche, decía mi papa.
Comencemos por reconocer una verdad incuestionable: el Concejo de Santa Marta es, quizás, una de las corporaciones más desprestigiadas y que menos confianza genera dentro del contexto local.
Uno de los aspectos que ha contribuido a la pérdida de confianza en el Concejo es la falta de coherencia en las posturas de algunos de sus miembros. Recordemos que hace apenas cuatro años, algunos de los concejales que hoy ocupan sus curules aspiraban a convertirse en alcaldes de la ciudad. Durante ese período de campaña, no escatimaron críticas y descalificativos contra el gobierno local vigente. Sin embargo, sorprendentemente, en la actualidad, estos mismos concejales posan en fotografías junto a aquellos a quienes criticaban ácidamente. Esta falta de coherencia y principios resulta decepcionante y genera escepticismo en la ciudadanía, que espera una representación más fiel a sus convicciones y compromisos.
Si bien es cierto que existen ejemplos que pueden ser destacados, lamentablemente, estos casos son la excepción y no la regla. La ciudadanía se encuentra desencantada con una institución que parece haber perdido el rumbo y la conexión con las necesidades de la comunidad hace mucho tiempo. Es momento de reflexionar sobre la urgente necesidad de renovarlo.
Otro aspecto que no puede pasarse por alto es la presencia de concejales que acumulan tres, cuatro e incluso más periodos en el Concejo, y a pesar de este largo historial, la mayoría de la población no puede identificar ni reconocer su voz. Parecen permanecer ocultos en las sombras de la comodidad, emergiendo selectivamente en momentos de debate electoral o discusión de proyectos de gran importancia. Esta actitud selectiva y oportunista socava la confianza en la capacidad del Concejo para representar de manera efectiva los intereses de la ciudadanía durante todo su mandato.
La renovación del Concejo es un clamor de la sociedad, pero esta renovación debe ser auténtica y significativa. No es suficiente con el simple cambio de caras; es necesario un cambio en la mentalidad y el enfoque de quienes asumen el compromiso de representar a la comunidad. No podemos conformarnos con candidatos jóvenes que, en realidad, heredan estructuras políticas de sus padres, abuelos, tíos y otros familiares. La autenticidad y la independencia deben ser los valores fundamentales que guíen la elección de nuevos concejales.
El Concejo de Santa Marta tiene enormes responsabilidades, y no debe ser un simple notario para la administración local. Entre sus funciones más cruciales se encuentra la aprobación del presupuesto municipal, la evaluación y seguimiento del plan de desarrollo, y la capacidad de declarar mociones de censura y realizar observaciones contra servidores públicos. Sin embargo, estas funciones parecen haber quedado relegadas a un segundo plano, y la ciudadanía rara vez ve evidencia de un ejercicio efectivo de estas atribuciones.
A propósito de sus funciones, el Concejo tiene la capacidad de declarar mociones de censura y realizar observaciones contra servidores públicos que no cumplan con sus responsabilidades de manera adecuada. Sin embargo, se insiste, esta facultad rara vez se ejerce. La falta de acción en este sentido refuerza la idea en la ciudadanía de que el Concejo está dispuesto a tolerar la ineficiencia, ineficacia y la falta de rendición de cuentas en la administración pública.
Es evidente que la renovación del Concejo de Santa Marta es una necesidad apremiante, pero esta renovación debe ser más que un simple cambio de caras. Debe ser una transformación profunda en la cultura política local, en la que los concejales sean auténticos representantes de la comunidad y no simples notarios de la administración en turno.
La ciudad necesita líderes comprometidos, transparentes y capaces de impulsar un cambio real en la gestión pública. La renovación no debe ser una mera sustitución de nombres, sino una oportunidad para revitalizar la política local y establecer un nuevo estándar de responsabilidad y autenticidad en el Concejo.
