Columnistas
Culpa propia
Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza
Se ha definido la culpa como falta o delito que comete una persona de forma voluntaria; también como responsabilidad o causa de un suceso o de una acción negativa o perjudicial, que se atribuye a una persona o a una cosa. En cualquier caso, es claro que la culpa no tiene abogados. En el caso concreto y reciente de una situación de orden político acaecida en Santa Marta, DTCH, sostienen muchos que muchas veces no deja de haber circunstancias en las que la propia culpa sería de gran provecho para la ciudad, que las mismas han sido capaces de aliviar conciencias, sensibilizar a la gente y entre los mismos seguidores de la bandería política en situación, hacen responsables a quienes como dirigentes actuaron de manera incoherente y políticamente incorrecta, demostrando con ello supina ignorancia, puesto que tan garrafal exabrupto no puede calificarse de otra manera; más, por cuanto y quizá, en algún grado esa culpa bien alojada le va a venir bien a nuestra dos veces santa ciudad. Culpa que en este caso ha sido un síntoma de lucidez, lo que no será a un algo poético, pero al menos justo si parece.
Fue lo acontecido en el campo naranja un suceso de errores. Primero la escogencia de su candidata para la Alcaldía de la ciudad a sabiendas en manera suficiente de la multiplicidad de factores o causas de inhabilidad; segundo la torpeza de no renunciar a la ejecutoria del fallo del Consejo Nacional Electoral que revocaba su inscripción, con el agravante de haber presentado recurso, continuando con un desistimiento absurdo o renuncia del recurso que les cercenó la facultad de presentar tutela por que no agotó los mecanismos judiciales, e inclusive, le cercena la acción ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por la misma razón, esto es, que no se agotaron los mecanismos judiciales como el recurso de reposición. Y lo que es peor, continúan haciendo más actos de torpeza como es querer inscribir el reemplazo cuando no había ejecutoria del acto producido por el Consejo Nacional Electoral, estando además tres recursos, el que presentó el abogado de la revocada, el que presentó un tercero como agente oficioso y el del actor Martínez Olano.
Además de lo cual, pretender inscribir un reemplazo que estaba también inhabilitado, toda vez que su padre hacía parte de la lista al Concejo de la Ciudad por Fuerza Ciudadana, quien renunció a última hora para facilitar presuntamente la inscripción de su hijo, resultando que en dicha etapa del proceso electoral esa renuncia debe ser aceptada por el Concejo Nacional Electoral y no bastaba renunciar ante la Registraduría. Son asuntos diversos, diferentes. Errores tras errores.
Grave, además, cuando presionaron a la Registraduría como lo hicieron, reteniendo a sus funcionarios hasta altas horas de la noche y haciendo marchas sin sentido, pretendiendo continuar victimizándose cuando ya eso es un ciclo cumplido en su período político. Las instituciones legalmente constituidas hay que respetarlas.
Hago esta aclaración, en la certeza que no podemos seguir bajo ningún punto de vista inmersos como ciudadanía en desinformación tras desinformación, siendo claro que a las personas hay que orientarlas, informarlas de los asuntos tal como son, sin sesgos; y, señalarles los errores en los que algunos incurren y no deben desde el desprestigio, la falta de ética y la parafernalia tratar de maquillar su supina ignorancia como antes anotamos que son calificados, y que a juzgar por los hechos vividos, agregaría que con sobrada razón.