Columnistas
El cambio, la palabra mancillada de la política colombiana
Por Raúl Perdomo Salinas
La palabra llevó a la Presidencia a Gustavo Petro. También llevó a Caicedo a la Gobernación del Magdalena, Ahora “El Cambio sigue”, dice Rafael Martínez, de Fuerza Ciudadana, pregonando que la palabra es sinónimo de izquierda. Pero el “cambio” también es Radical. De eso da cuenta el Jingle pegajoso que transmiten a diario por la W Radio. En este caso la palabra se la apropia un partido derechista. Los mismos que son culpables de buena parte del desfalco a los recursos públicos en Colombia. Los de un lado y los del otro, manipulan la opinión del pueblo con la estruendosa palabra, pero los cambios sustanciales al final no se ven. Y por el contrario, lo que se ve, es mucho de lo mismo. Una contratación amañada a la corrupción.
El Gobierno Nacional no ha podido vencer el sistema y sus reformas de cambios a los sistemas de salud, laboral, educación, etc., se han chocado con las estructuras partidistas de la oposición, que dominan las fuerzas y la votación mayoritaria en el Congreso de la República.
Caicedo por su parte llegó a una comunidad somnolienta, que como nunca antes había visto construir un parque, se dejó meter las manos al bolsillo y permitir que obras no prioritarias le pasaran por la cara, sin chistar, mientras aún sufrimos por el agua y el alcantarillado.
Sólo en el tema de la pobreza, Caicedo plasmaba en el diagnóstico de su Plan de Desarrollo que el departamento del Magdalena era el cuarto con mayor pobreza monetaria en el país, es decir que 47 de cada 100 magdalenense vivía con menos de $257.000. Al renunciar en días pasados dejó al departamento ocupando el tercer lugar en la incidencia de la pobreza monetaria con un 61.1%, es decir, que de cada 100, padecen la pobreza 61 magdalenenses.
Así el cambio real es que hoy, después de 16 años en el poder mintiéndole a la gente con el supuesto cambio, la ciudad no cuenta con un acueducto y alcantarillado acorde a sus dimensiones y a sus necesidades, y la población magdalenense es aún más pobre que antes de que llegara Caicedo a la gobernación.