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Columnistas

Con visión de futuro

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Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez

Consideraría que, en el curso cuatrienal de esta nueva administración distrital, a pesar de los desaciertos heredados, las evaluaciones negativas en todas las áreas y los desafíos muchos que tenemos y bien sabemos cuáles son, existen razones para el optimismo, lo que debemos soportar en una clara visión de porvenir, que en mayor o menor medida debemos extender y compartir entre los asociados, fincar y sostenerlo en un sólido proceso de integración política, económica y social.

Tenemos que ir como ciudad capital en la búsqueda y procura de una posición privilegiada, sobre la base de nuestras ventajas comparativas y competitivas para aprovechar las tendencias de inversión y las perspectivas de producción y comercio, en lo que interesa, acorde con la geopolítica regional, nacional e internacional, diseñar nuevas políticas que impliquen resultados para superar antecedentes decisiones políticas cuestionables y adentrarnos en ámbitos internos de eficacia, eficiencia y efectividad.

No más “experiencias” populistas, que han dejado nuestras instituciones con una debilidad y fragilidad proverbial, marcó en el que desafortunadamente avanzamos en impactos de inseguridad, delincuencia, violencias, y un retroceso manifiesto crónico en educación, sanidad e infraestructura, así como una administración pública gravemente insuficiente. Además de lo referido, en lo económico, es de lejos probable que los pocos proyectos importantes que hubieran podido ser y con los que mediante anuncios irrealizados distrajeron recursos activamente, echaron por la borda la inversión requerida en todos los demás sectores.

La meta es una Santa Marta corrigiendo el rumbo rápidamente, salir de todo estancamiento, apostar a no perder, ir tras mayores resultados en lo que se imponen adicionar nuestras capacidades a tope, invertir mucho en conectividad, innovación, ciencia, tecnología y redes de transmisión sin límite de la disponibilidad del servicio.

Obligados estamos a superar los escepticismos, producto de las cifras e índices que reflejan atraso, lo que debemos contrastar con optimismo, en lo que cabe trabajar sin descanso, oportunamente, con aportes y respecto de oportunidades para pensar en potenciar diferentes escenarios tomando en cuenta, además de nuestras propias realidad y necesidades, tipos de experiencias que bien y mejor nos sirvan y se hayan dado en contextos de desigualdades crónicas y conflictos armados y sociales internos, que nos lleven a la necesidad de repensar iniciativas de una manera más amplia y estructural, más allá de epistemologías y temporalidades, en lo que corresponde dinamizar diálogos de amplio espectro.

O tenemos visión de porvenir o seguimos anclados a la vera del camino en contexto de atraso e inacciones. Requerimos escenarios evidentes de reflexión profunda sobre lo productivo, económico, político, social y moral, que se han visto fracturados y han erosionado las relaciones con el prójimo, a fin de seguir afianzando confianza, con las modulaciones que esta tiene en la vida diaria y es lo que debemos y debe hacerse posible.