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¡Presidente Petro, mídase con la misma vara que midió a Iván Duque!
Para colmo de males y azote moral del mandatario, adalid de la pulcritud en el país, una fuente que busca principio de oportunidad con la Fiscalía, asegura tener elementos materiales probatorios para demostrar que desde la gerencia de su campaña se estructuró un sucio mecanismo para la recepción de aportes que impedía el rastreo de los mismos por parte de las autoridades electorales.
Por José D. Pacheco Martínez
Preocupa sobremanera la radicalización del discurso y las actitudes del presidente Gustavo Petro. Una muestra del temor que inspiran los conatos de dictadura, puede ser el acuerdo al que llegaron recientemente con el Gobierno Nacional algunas EPSs que solicitaron reconvertirse en ‘Gestoras de Salud’, suponen ellos, o lo firmaron, para no correr la misma suerte que EPS Sánitas.
Este hecho no está garantizado, teniendo en cuenta los contantes cambios de rumbo y opinión del mandatario. Además, las más recientes noticias sobre el proceso que se adelanta en el Consejo Nacional Electoral por violación de topes electorales, parecen haber exacerbado los delirios de persecución de Petro, quien en todo momento o a cada movimiento de la oposición, entiende que se fragua en su contra un golpe de Estado.
Y es entendible el violento nerviosismo del Jefe de Estado, pues, escupió para arriba y ahora la saliva le cae en la cara. Durante los días más tensos de lo que fue denominado por la prensa como la ‘Ñeñepolítica’: el presunto ingreso de dineros de narcotráfico a la campaña del expresidente Ivan Duque, uno de los más acérrimos críticos fue, precisamente, el hoy presidente, Gustavo Petro, entonces senador por cuenta del Estatuto de la Oposición.
En esos días, cuando todos los medios de comunicación mostraban ‘pruebas’ del presunto ilícito, Gustavo Petro transmitía en vivo a través de sus redes sociales extensas reflexiones sobre las consecuencias jurídicas y políticas de hechos tan abiertamente antidemocráticos como financiarse con dineros mal habidos.
Decía entonces, con bastante vehemencia Petro, que el gobierno de Iván Duque carecía de legitimidad, pues, su elección fue posible únicamente con el concurso de actores vinculados al narcotráfico, quienes para dinamizar su negocio ilícito o corromper a las instituciones del Estado, inyectaron capital.
“Duque no ganó sin esa actividad delictiva ¿qué pasa al tener un presidente elegido sobre la base del delito? Sobre la base del delito ningún gobierno es legítimo”, se le escuchó decir en varias oportunidades.
Hoy hay fuertes indicios del ingreso de dineros producto de actividades ilícitas para financiar la campaña -por conducto de su hijo mayor, Nicolás Petro y su gerente de campaña, Ricardo Roa- así como también de la violación de los topes legales establecidos para estos debates.
Para colmo de males y azote moral para Petro, una fuente que busca principio de oportunidad con la Fiscalía, asegura tener elementos materiales probatorios para demostrar que desde la gerencia de su campaña se estructuró un sucio mecanismo para la recepción de aportes que impedía el rastreo de los mismos por parte de las autoridades electorales.
Pruebas de lo complicado del asunto para Petro y su campaña -razón aparente de sus ínfulas de dictador- son la ponencia que recomienda la formulación de pliego de cargos y la incorporación al proceso de los testimonios de dos implicados en el escándalo de Daily Cop, quienes aseguran tener pruebas del ingreso de dinero de sus actividades ilícitas a la campaña.
Concretamente, como dijo el abogado Víctor Muñoz, sus representados, quienes buscan beneficios por dar información para demostrar el aporte en especie de más de $3.500 millones, representados en la compra de un avión que pusieron a disposición de la campaña Petro Presidente y el partido Colombia Humana.
El jurista también informó que los dos nuevos testigos pueden probar que, sostuvieron reuniones con el entonces gerente de la campaña, Ricardo Roa, con el objetivo de conocer el esquema para introducir los recursos a espaldas de los entes de control y que este adquirió compromisos con los empresarios de las criptomonedas. Este hecho, da al traste con el discurso anticorrupción que Petro desde sus inicios ha manejado en la política.
Parece ser que el autoritarismo es la única salida viable para Petro, quien acorralado por las actuaciones poco éticas de su círculo más cercano, ve con desespero cómo se desploma su popularidad, mientras un amplio sector de la opinión y la cosa pública le pide medirse con la vara que midió a otros en el pasado.