Columnistas
Indignación social
Por: Saúl Alfonso Herrera*
La indignación, es sentimiento de desagrado, insatisfacción e impotencia que sufre una persona cuando considera que su dignidad humana, o la de otros, ha sido avasallada en forma injusta. Quien se halla indignado sufre un estado emocional que muchas veces se combina con la ira, y puede reaccionar en forma violenta, pero en otros casos la indignación puede mover a acciones positivas, de protestas o luchas pacíficas en defensa de los derechos violados, con el fin de restaurar la justicia quebrantada.
Indignación por decir lo menos, es lo que causa en la población en estos tiempos y entre otros flagelos, la violencia, la inseguridad y la corrupción en todas sus manifestaciones en que ha caído nuestra clase política. Se percibe entre nosotros un grande malestar social por la manera en que se ha deteriorado la forma de gobernar de muchos políticos municipales, departamentales y nacionales. No es secreto que hay tufillos de malestar, enconos, resentimientos, por las mil y más situaciones adversas que causan incomodidad y que requieren de soluciones prontas soportados en un sólido Estado de Derecho, informando y rindiendo veraz y oportunamente a la sociedad cuentas reales, en la comprensión que los problemas de la democracia se resuelven con más democracia; así como los de la educación, de la comunicación y de la información; esto es, mayor, más y mejor educación, comunicación e información.
No podemos seguir simulando la realidad, más cuando sabemos que no todo está bien, debiéndose tener mucho cuidado en la verdad que cuando se generaliza en la sociedad un ambiente de molestia, fastidio, enojo, inconformidad y rabia, cerca estamos de una protesta social de impredecibles consecuencias. Mucho es el fango que está en el ambiente, muchas las acusaciones que se hacen, muchos los expedientes que hoy obran en poder de las instancias legales encargadas de procurar una justicia que nunca vemos aplicada como debe y tiene que ser; esto es, objetiva, imparcial, seria y nunca politizada. De ahí la importancia de insistir en un muy sólido Estado de derecho.
Múltiples son los datos que corroboran la enorme corrupción que en los últimos años corroe a nuestras unidades territoriales, donde se esfuman recursos provenientes de la corrupción política, el crimen organizado, evasión de impuestos, financiamiento del terrorismo, lavado de dinero, entre otros delitos; y nada que vemos avances significativos y sí como el problema crece debido a que las leyes, lejos de aplicarse, fungen como artículos de lujo para la decoración, generando lo cual en unos, imitaciones en un amplio espectro poblacional de la base societaria; y en otros, enojos y enconos que provoca ese generalizado malestar que anotábamos y que de seguir así no habrá manera ninguna de revertirlo, salvo que acudamos a una clase política y dirigente mejor que la que ha gobernado y manejado los hilos de las estructuras de poder en los últimos decenios, razones que imponen pensar y repensar desde ya con quienes contar para ver si pudiesen enderezarse los caminos y apuntar a mejores destinos en los tiempos por venir. El cambio tiene que empezar en y con nosotros mismos. saulherrera.h@gmail.com *Abogado Especialista en Gestión Pública
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