Editorial & Columnas
El mal peor de la polarización

Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza
La polarización, en manera general, es un proceso por el cual se establecen características que determinan la aparición de dos o más polos considerados como opuestos respecto a una o más posturas, acciones o actuaciones, lo que genera estados de polarización. Políticamente, es un fenómeno donde la opinión pública o las élites políticas se dividen en dos extremos ideológicos y opuestos, reduciendo el centro o las posiciones moderadas, implicando una creciente distancia ideológica, afectiva o de desconfianza entre grupos que perciben al «otro» como una amenaza, lo que a menudo resulta en mayor confrontación, fragmentación social y debilitamiento de la estabilidad democrática.
Son sus Características la división en extremos, la distancia ideológica y afectiva, la radicalización de grupos y la erosión del centro; siendo definitivamente un discurso político divisivo en redes sociales y medios de difusión, en la generación de cambios demográficos y culturales, en el debilitamiento de la cohesión social, lo que impacta negativamente la democracia, lo mismo que dificulta la ejecución de políticas sostenibles.
Es evidente en todo y por su total y negativo espectro, que los únicos que se benefician de la polarización son sus protagonistas, quienes literalmente hablando, cobran por su pobre y triste espectáculo; de ahí la necesidad, importancia y urgencia que se centren los debates alejados de extremos e insulsas peroraciones, que a diario vemos, en contexto de una feria que avergonzaría a cualquier arrabal; pero ello no es lo peor, sino el coro de voces de “destacados” opinadores, columnistas, catedráticos, aplaudiendo y justificando tan grotescas actuaciones, sobre todo cuando el agredido les es antipático; y de otro lado, aparecen cínicamente unos niveles de victimización dignos de cursis melodramas, a todas luces ignominiosos. En todo esto, no surgen voces unificadas que condenen tales conductas, sino de parte y parte hurras, aplausos e innobles justificaciones y cerrazones manifiestas.
Así las cosas, difícil realmente centrar el debate cuando los protagonistas buscan hacer y hacerse daño unos a otros, y es ahí en consecuencia donde nos toca a nosotros como ciudadanos integrantes del centro y desde nuestras respectivas trincheras, tratar en lo posible de ayudar a restablecer las posibilidades de diálogo respetuoso y productivo, ya que de otra manera seguiremos como inanes espectadores de la lucha indigna de nuestra desgastada clase política, lo que para nada nos sirve como sociedad, en la realidad que el tejido social y el funcionamiento democrático se ven profundamente afectados por ella. No es la polarización política un fenómeno aislado, sino una anomalía que acaba teniendo efecto en las relaciones interpersonales y la cohesión social, por que como bien se ha dicho menoscaba el diálogo democrático, se potencia la desconfianza y el conflicto social, se radicalizan las posturas, aumentan desinformación y las denominadas y hoy en boga fake news, se deterioran las instituciones democráticas y se debilitan de plano los contrapesos democráticos en nombre de la “unidad” o la “seguridad”, por ello, Colombia reclama la presencia objetiva del centro político.
En conclusión, podemos decir sin temor a equívoco alguno, que la polarización política afecta la estabilidad y el funcionamiento de los sistemas democráticos, creando, además de todos, una total animosidad de la ciudadanía por la política, lo que no debe ser bajo punto de vista alguno, puesto que es la política, la buena política, además de un noble oficio, es el conjunto de actividades realizadas por los grupos que participan en el gobierno o que intervienen en las relaciones de poder dentro de una sociedad; y en lo particular, abarca las decisiones, medidas y discusiones que conciernen a la organización de una sociedad o de un Estado, pudiendo aplicarse además tanto a los asuntos internos de los Estados, gobiernos y naciones, como a las relaciones internacionales. Asimismo, muchos autores la definen como el ejercicio del poder, ya que constituye un modo de mediar entre intereses diversos dentro de una sociedad, siendo el centro el llamado a desarrollar las soluciones a esa nefasta polarizaciones.
