Deportes
Cuatro deportistas que cambiaron el mapa deportivo del Magdalena
Sus trayectorias deportivas, en disciplinas y generaciones distintas, marcaron el año del departamento en las competencias de alto rendimiento. Desde el atletismo y el patinaje hasta el BMX, Arnovis Dalmero, Natalia Linares, Mafe Timms y Luis Ángel Rocha protagonizaron un ciclo que combinó resultados, procesos sostenidos y proyección internacional.
Por: Alexandra Martínez
El deporte no suele anunciar cuándo una temporada será distinta. A veces lo revela con el paso de los meses, cuando los resultados se repiten, los nombres regresan y los escenarios se amplían. El año que termina dejó para el Magdalena esa señal poco frecuente: cuatro trayectorias que, desde disciplinas y edades distintas, coincidieron en un mismo punto de madurez competitiva y visibilidad internacional.
No fue una gesta colectiva ni un proyecto diseñado como bloque. Fue la suma de procesos individuales que avanzaron en paralelo y terminaron dialogando entre sí: un atleta que corrigió su rumbo, una saltadora que dejó atrás la etiqueta de promesa, una velocista que resistió cuando el cuerpo reclamó y un niño que compite sin miedo. Cuatro historias que permiten leer este año como un punto de inflexión para el deporte del departamento.
Del cambio forzado a la élite del salto de longitud
Arnovis de Jesús Dalmero entendió temprano que el alto rendimiento también exige renuncias. Una lesión lo obligó a abandonar el triple salto y concentrarse en el salto de longitud, una decisión que para muchos parecía un retroceso, pero que terminó siendo un ajuste técnico determinante. El cambio implicó reaprender gestos, tiempos y lecturas del cuerpo en plena competencia internacional.
Criado entre Ciénaga y Santa Marta, Arnovis ha explicado su disciplina desde lo cotidiano. “Siempre he querido ayudar a mi familia. El trabajo duro fue lo que me inculcaron desde pequeño”, ha dicho. Su proceso deportivo y académico se consolidó en la Universidad del Magdalena, donde cursó Tecnología en Educación Física y continúa su formación profesional, respaldado por entrenadores, psicólogos, médicos deportivos y acompañamiento científico.
Los resultados llegaron con consistencia: títulos nacionales, oros sudamericanos y panamericanos, y un récord colombiano de 8,20 metros marcaron su ascenso. Incluso cuando fue descalificado en São Paulo 2023, respondió una semana después rompiendo la marca nacional. Hoy, con registros cercanos a los 8,50 metros en entrenamientos, su nombre dejó de asociarse a la promesa y empezó a instalarse en la conversación de la élite mundial.
Natalia Linares y el proceso que dejó de ser promesa
Mientras Arnovis consolidaba su lugar, en Santa Marta otro proceso alcanzaba su punto de madurez. Natalia Linares llegó a los 16 años al grupo que lidera Martín Suárez, conocido como El Tiburón del Caribe, un entrenador que convirtió la ciudad en un espacio de alto rendimiento para el salto largo y el triple salto. Desde el inicio, el enfoque fue claro: formación técnica rigurosa, ciencia aplicada y trabajo mental constante.
Hoy, con 22 años, Natalia es dueña de todos los récords nacionales del salto largo, desde categorías juveniles hasta mayores. Su crecimiento fue progresivo y sostenido, sin atajos ni aceleraciones forzadas, una decisión poco común en el alto rendimiento contemporáneo.
El punto de quiebre llegó en el Mundial de Atletismo de Tokio 2025, donde obtuvo la medalla de bronce con un salto de 6,92 metros, cuando no figuraba entre las favoritas. Meses después, en los Juegos Bolivarianos Ayacucho–Lima 2025, alcanzó los 6,95 metros: récord del evento, récord nacional y récord suramericano sub-23. “Ella no piensa en estar entre las líderes; piensa en ser la líder”, resume Suárez.
El respaldo de la Universidad del Magdalena ha sido clave para que Natalia combine su carrera deportiva con la académica. A través de este proceso, Santa Marta dejó de ser solo un punto de origen y empezó a ser reconocida como referencia internacional en los saltos, no solo por los resultados, sino por la solidez del método.
La velocidad que se sostuvo más allá del récord
Si el atletismo exige paciencia, el patinaje de velocidad exige resistencia permanente. María Fernanda “Mafe” Timms lo aprendió compitiendo al límite, sosteniendo su nivel en escenarios internacionales donde cada centésima cuenta. Multimedallista mundial, campeona en Europa y Asia y figura de los World Games, su carrera alcanzó un punto culminante en 2024.
Ese año rompió el récord mundial de los 200 metros doble sprint con un tiempo de 14.747 segundos, una marca que sacudió al patinaje internacional. El logro llegó después de un camino complejo, marcado por lesiones inoportunas, decisiones polémicas y medallas retiradas que pusieron a prueba su fortaleza mental. “Mejorar está en el lugar incómodo”, ha resumido.
Lejos de detenerse, Mafe convirtió la dificultad en estructura. Su preparación se volvió integral: nutrición, psicología, fisioterapia y análisis técnico permanente. Mientras compite en los escenarios más exigentes del mundo, cursa octavo semestre de Administración Pública en la Universidad del Magdalena, demostrando que la estabilidad también se construye fuera de la pista.
A los 10 años, competir ya es una decisión
Luis Ángel Rocha Giraldo todavía no alcanza la adolescencia, pero ya conoce el peso de la competencia internacional. Empezó a montar bicicleta a los tres años y pronto entendió que el BMX no es solo juego, sino disciplina. En 2023, una fractura de tibia lo dejó seis meses fuera de las pistas, un golpe difícil para cualquier deportista, más aún a esa edad.
El regreso fue silencioso y decidido. En 2025 llegó a los Grands de Estados Unidos, uno de los eventos más importantes del BMX mundial. Más de 130 niños pusieron a prueba su carácter y preparación. El resultado fue contundente: séptimo lugar en una modalidad y campeón absoluto en otra. “Ser campeón significa que todo se puede”, dijo después.
Su objetivo es regresar al mundial y motivar a otros niños del Magdalena a creer en el BMX competitivo. A su edad, el futuro aún no pesa como presión, pero el camino empieza a trazarse con claridad.
Las historias de Arnovis, Natalia, Mafe y Luis Ángel no responden a una narrativa prefabricada ni a un plan único. Responden a un momento. El año que termina mostró que el Magdalena ya no aparece en el deporte como una excepción ocasional, sino como un territorio capaz de sostener procesos en distintas disciplinas y generaciones.
