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¿Por qué cerrar el templo de Tenerife?

Agustín Valera Fernández
En la mañana del pasado 21 de octubre, 2018, cuando, como de costumbre, los tenerifanos se acercaron a su viejo templo para asistir a la liturgia dominical, se encontraron con que el Ministerio de Cultura ordenaba el cierre temporal del templo. Hasta allí, se habían trasladado funcionarios de la administración municipal para dar cumplimiento a la orden emanada de Bogotá.
Según los funcionarios, el Ministerio de Cultura no solo ordenaba el cierre del lugar sino también la suspensión de las obras que la comunidad venía desarrollando para reparar el deterioro que presentaba la edificación.
Ante la drástica medida, la comunidad, indignada, se agolpó frente a la iglesia, rompió la orden de sellamiento y se tomó el lugar con la determinación de “dejar hasta la última gota de sangre” para detener la medida de cerramiento.
Pero, veamos el porqué de la orden de sellamiento: el templo de la otrora Villa de San Sebastián de Tenerife –Magdalena-, construido en el siglo XVII, fue declarado monumento nacional según Decreto 1912 de 1995 del Ministerio de Educación, por lo que para cualquier intervención en su planta física debe contar con la autorización del Consejo de Monumentos Nacionales, Ministerio de Cultura. Pero, en vista de que la edificación venía deteriorándose y Monumentos Nacionales no destinaba recursos para su sostenimiento y tampoco se pronunciaba sobre la situación, los ciudadanos mediante una templotón lograron recaudar fondos y emprender la restauración de la construcción sin la autorización de Monumentos Nacionales.
Ahora bien, ¿qué significa para los tenerifanos su viejo templo? Veamos el aspecto religioso y el histórico. Tenerife es un pueblo muy católico, que guarda celosamente sus tradiciones las que en gran medida están ligadas a lo religioso: su Semana Santa es la segunda en importancia del Caribe colombiano, y sus dos mejores fiestas se hacen en honor a su patrono San Sebastián y a San Luis Beltrán quien, entre 1562 y 1566, fue párroco de esta villa. Y en cuanto a lo histórico, este templo fue construido en el siglo XVII y ha sido testigo de hechos tales como que el 24 de diciembre de 1812, a unos pocos metros, presenció a Bolívar dictando su primera proclama en suelo americano; y el 27 de junio de 1820, presenció también las hazañas del guerrero implacable, el Héroe de Tenerife, el general Hermógenes Maza en la Batalla de Tenerife. Pero, el mismo, también fue escenario al sufrir los embates de la Guerra de los Mil Días cuando más de mil hombres al mando del general Rafael Uribe Uribe, con varios navíos y dos cañones, el 18 de septiembre de 1902, impactaron sus muros cerca de los cuales se hallaba el fuerte conservador que fue tomado por las fuerzas liberales.
Y en lo turístico, la imponencia y la belleza de esta construcción colonial, cuya arquitectura resulta exótica en esos lugares, que más que iglesia semeja una fortaleza de la Edad Media, hace que los tenerifanos la muestren orgullosos al visitante.
A lo anterior tenemos que agregar lo ligado que está este templo a los sentimientos y recuerdos de cualquier tenerifano que por lo menos haya pasado en el terruño su niñez: ¿quién no recuerda la Semana Santa con sus dulces y la procesión del Viernes Santos? ¿Quién no se extasió al contemplar desde la plaza de la iglesia un bello atardecer detrás de los Montes de María? Volar cometas frente a la iglesia y sobre el río Magdalena, y cuando niño en días de lluvia bañarse en “el chorro de la iglesia” (las gárgolas), subir a la torrera del templo para divisar los grandes buques de rueda que en otro tiempo surcaban el gran río, son todos recuerdos indelebles aun para quienes salimos de Tenerife hace muchísimos años.
Y, ¿quién no recuerda el primer beso de amor robado en los atrios de la iglesia? Dulces recuerdos que nos trasladan a la edad del ensueño.
Para terminar, hacemos un llamado al Ministerio de Cultura para que obre en consonancia con la idiosincrasia de los pueblos y si no destina recursos para el mantenimiento de este monumento que permita, entonces, que la comunidad lo haga. Y también llamamos a todos los tenerifanos, sin distingos políticos, ideológicos o religiosos para que, desde la posición de cada uno, ayudemos a armonizar la doble condición del templo de Tenerife: monumento histórico e iglesia parroquial, y que siempre permanezca abierto a propios y a visitantes.

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