Columnistas
De senador serio a presidente light
Cecilia López Montaño
Hoy, muchos colombianos se encuentran tristemente sorprendidos por la transformación del primer mandatario de los colombianos, quien ha pasado de ser un senador serio a convertirse en un presidente light. A nadie le cabe duda de que el presidente Duque es un hombre inteligente, amable, y en general un buen ser humano. Pero esta combinación de cualidades no es suficiente para dirigir un país. Su imagen es confusa y hasta el sol de hoy ha generado imágenes distintas, una de Duque como congresista y una como presidente. En definitiva, esa imagen no es favorable para el presidente que debe manejar este país durante cuatro años.
Entender cómo se ha producido este cambio tan desfavorable en los primeros tres meses de su mandato, sin lugar a dudas requiere una mirada a quienes lo rodean. Por ejemplo, su principal asesor, Luigi Echeverry, no ha tenido la experiencia de vida que tuvo su padre y que le dio el protagonismo que tuvo en varios gobiernos. Independientemente de estar o no de acuerdo con sus ideas y su estilo, nadie puede negar que su padre, Fabio Echeverry Correa, tenía un grado de solidez en sus ideas. Ideas que para muchos eran muy beligerantes, pero para quienes las compartían resultaba muy valioso su aporte. Además, se agrega un factor que nunca es aceptable: tanto poder en manos de una persona, en este caso Luigi Echeverry, que no tiene costo político porque no ocupa ningún cargo público. Con excepciones como Francisco Miranda, hay mucha gente liviana alrededor del Presidente Duque.
Otro elemento que explica esta idea liviana de su proceder, es la interpretación y más que esto la imagen con la que el Presidente Duque vende funestamente su política bandera “la economía naranja”. A esto se suma, que al presidente Duque se le ha ido la mano con excesivas demostraciones de camaradería con artistas nacionales dando pie a críticas de quienes no han podido acercarse a la presidencia para exponer problemas graves. No solo la falta de actitudes contundentes frente a situaciones difíciles, sino la incapacidad de su gobierno para sacar adelante propuestas de gran impacto político en el país, pone en entre dicho sus capacidades de ejecución.
Ojo con las improvisaciones. El Presidente Duque tiene mucha facilidad de expresión, sin la menor duda. Pero, no por ello un presidente puede correr el riesgo de improvisar permanentemente, porque como todo ser humano se puede equivocar, algo que la sociedad no le perdona fácilmente a un primer mandatario de un país. Además, es bueno recordar que el partido político que lo llevó a la presidencia forma parte de esa peligrosa categoría que se denomina «amigos, enemigos». Es decir, se trata de aquellos sectores en este caso políticos, que tienen la cercanía de los primeros, pero ejercen como los segundos. Esta situación indeseable debe ser un elemento fundamental para que el presidente no genere situaciones que debiliten su imagen. Resulta muy distinto ser senador que ser presidente de un país, y esto parece que el Presidente Duque y su equipo no logran entender.
Finalmente, cuando se tienen las luces de la opinión pública permanentemente prendidas, el lenguaje coloquial del primer mandatario en esta sociedad tan formal como la colombiana, no se asocia con la majestad de este cargo. Apenas se inicia el gobierno así que se pueden hacer ajustes.
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