Columnistas
Santa Marta y el Magdalena, entre dos fuegos
Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*
A manera de sentida reflexión me pregunto, si será que estamos condenados los oriundos de Santa Marta y el Magdalena a vivir tropezando siempre con los mismos obstáculos que parecieran puestos a propósito y con demostrada mala intención por quienes tanto ayer como hoy, cuales enfermizos amantes del continuismo, quieren seguir pelechando de la mieles del poder e impedir que avancemos por el camino de un integral progreso; o, será que somos incapaces de procurar, en beneficio de nuestros territorios y colectividad, ese grande acuerdo que requerimos en ruta a la consolidación de un departamento y municipios cuyos pobladores claman y reclaman que sus demandas sean satisfechas al menos en lo básico y fundamental ?
Pero más execrable aún que lo cual, aspirar a un continuismo a todas luces inmerecido, toda vez que no han hecho quienes vienen detentando el poder, cosa distinta de un apenas hacer y no de la mejor manera, como a todos nos consta y vemos reflejados infortunadamente con letras de molde en los infames y vergonzosos índices de desarrollo social y crecimiento económico que afrontan nuestras unidades administrativas.
Será que vamos a estar siempre lejos de un integral progreso, o será lo cual una aspiración frustrada ayer, hoy y mañana ? Las experiencias y lecciones de muchos años, sobre todo los últimos períodos, nos revelan para desgracia de los más, que penosamente las gestiones han sido ineficientes; y en contrario sentido, afianzamiento y continuidad en el poder es lo prioritario, relegando ciudadanía, comunidad y bien común, lo que indica una grave situación que se me antoja endémica y afecta en alto grado la conciencia colectiva al ir perdiendo racionalidad, lógica, criterio ciudadano, sentido de pertenencia y moralidad en todos sus niveles.
Engañan ellos sin vergüenza alguna desde el permanente y bien elaborado constructor de plataformas mentirosas, razonamientos y proposiciones falsas, peroración demagógica, publicidad y desinformación, para afianzarse así en el poder, bien directamente o en cuerpo ajeno. Se trata de un continuismo que ciega a los interesados, alebresta a los fanáticos, acerca a incautos y simpatizantes y tiene sin cuidado a los indiferentes.
Creo, en aras a constituir unas robustas unidades territoriales que en realidad y verdad apunten a un porvenir promisorio, que la sensatez debe imponerse, que los acuerdos de fondo deben llegar, que los egoísmos deben desaparecer. Llamados estamos a rescatarnos de los innumerables resquebrajamientos que padecemos y a la vista están en el escenario político, en el que convergen como principales actores, apenas los particulares intereses de quienes esperan quedarse con todo en lo municipal y departamental, sin importar dar al traste con gobernabilidad y gobernanza, soportados es la existencia de una oposición desarticulada, tímida, sin respuesta ciudadana.
Estamos peligrosamente inmersos entre dos fuegos, entre lo riesgoso para los intereses superiores de la colectividad y lo nefasto por el continuismo inmerecido, que como van las cosas y ojalá no suceda para bien de Santa Marta y el departamento, amenaza con tornarse políticamente viable, lo que sería craso error, al seguirse aumentando exponencialmente aviesos intereses, deterioros progresivos de la institucionalidad; lo que obliga a aceptar el reto de enarbolar la luz de la razón y la verdad, so pena de oficiar como cómplices de todo lo malo, grave y peor que nos está aconteciendo. Hundirnos nunca. Se impone una gran cruzada que vaya por el rescate del Magdalena, su ciudad capital y sus municipios.
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