Editorial & Columnas
Juventud en Dilema: Entre Oportunidades, Desafíos y la Necesidad de Participar

Por: Mónica Lucía Amarís Otero
Profesional en Marketing y Negocios Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda
Master en Estudios Políticos de la Pontificia Universidad Javeriana
La población juvenil ha sido de gran interés para los gobiernos debido a la versatilidad con la que los jóvenes y las jóvenes se adaptan a las nuevas realidades sociales. Sin embargo, esta cualidad puede estar relacionada con la dificultad de los mismos para establecer líneas de acción que permitan el goce y disfrute efectivo de sus derechos.
Tal como lo plantea el CELADE en su División de Población de la CEPAL, el Estado enfrenta dificultades de diversa índole para reformar la educación y los sistemas de capacitación, de manera que puedan ajustarse a la velocidad de los cambios en los requerimientos de nuevas habilidades y destrezas de los jóvenes (CELADE, 2000). Asimismo, estas destrezas, derivadas del dinamismo que caracteriza a los jóvenes, contribuyen a ampliar las inequidades sociales existentes. Los jóvenes están inmersos en un modelo social que, por un lado, les permite tomar conciencia de las oportunidades y posibilidades que ofrece la sociedad; pero, por otro lado, los coloca en condiciones precarias para aprovechar esas oportunidades en la práctica. Como consecuencia, esto genera frustración, que desalienta a los jóvenes (CELADE, 2000).
De esta manera, los desafíos estructurales a los que están expuestos los jóvenes en la sociedad los han llevado a un estado de limbo ciudadano, que impide tanto el goce y disfrute de sus derechos como la potencialización de sus capacidades. En ese contexto, las graves dicotomías entorno a la inclusión ciudadana de los jóvenes son evidentes: por un lado, prevalece la idea de que los menores de edad carecen de las competencias necesarias para ser sujetos de derechos políticos; pero, por otro, en las agendas locales gana terreno la premisa de que deben ser considerados sujetos imputables desde la lógica del Estado. En otras palabras, se los considera “incapaces” para ejercer la ciudadanía política, pero aptos para convertirse en sujetos de castigo (Reguillo, 2003).
Por otro lado, y aterrizando a la realidad actual de los jóvenes en Santa Marta, es posible evidenciar una situación de apatía electoral y abstencionismo, en buena parte motivada por la percepción de que su participación no genera cambios reales. Preguntas como “¿Por qué fracasan los gobiernos?” son cruciales para entender que la gestión pública muchas veces carece de transparencia, planificación eficiente y sensibilidad hacia las problemáticas juveniles. La falta de oportunidades y de canales efectivos para que los jóvenes puedan influir en las decisiones políticas contribuye a que muchos desconozcan el potencial que tienen para transformar su realidad.
Por ello, los Consejos de Juventud enmarcados en el Estatuto de Ciudadanía Juvenil 1622 del 2013 y su posterior reforma 1885 del 2018 adquieren gran relevancia como espacios de participación, diálogo y propuestas concretas que reflejen las necesidades y aspiraciones de los jóvenes en la ciudad. Además, de proyectarse como espacios articulados interinstitucionalmente que tengan incidencia real en la agenda de los gobiernos locales.
En sentido, es fundamental que los consejos de juventud no sean solo instancias formales, sino espacios de verdadera participación y empoderamiento. Los jóvenes de Santa Marta poseen un potencial enorme para impulsar transformaciones en ámbitos como la cultura, la economía, el medio ambiente, tecnología, la justicia social, entre otros. Si se les brinda apoyo, formación y expectativas reales de incidencia, pueden convertirse en agentes de transformación que desafíen la política tradicional, generen nuevos liderazgos y promuevan un mayor compromiso cívico.
En conclusión, Reconocer y potenciar el talento juvenil, fortalecer su participación activa y reducir el abstencionismo electoral son pasos esenciales para construir un liderazgo joven que vaya más allá de las promesas y dignifique la dinámica política de Santa Marta, logrando así una ciudad más inclusiva, democrática y con mayor esperanza en su futuro. Finalmente este 19 de octubre será ¡el momento de la Juventud!
