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The Fundición experience…

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Frase resumen: El calor de Fundación no quema: forja carácter, amistad y oportunidades para su gente.

Por: Gerardo Angulo Cuentas

Siempre que llego a Fundación me reciben dos calurosos, más no abrasadores, abrazos: Rodolfo y Rómulo. Con ellos, el calor se vuelve conversación y el mediodía, tertulia. Rodolfo suele decir, con esa calma suya que ni el sol logra alterar:

“No nos ocurren cosas ni buenas ni malas: lo mejor es lo que sucede. Ya sabemos que ocurrió y tenemos que salir adelante con eso.”

Lo dice como quien suelta un consejo sin pretender darlo, mientras sirve el café mirando cómo las iguanas cruzan la carretera a paso de santo. En Fundición, la resignación no existe: existe la aceptación con humor. Es su forma de filosofía práctica. Y cuando la charla se pone más seria, Rodolfo agrega, con voz pausada pero firme:

“Ser caballero es un honor que cuesta.”

No lo dice por vanidad, sino por convicción. En su escala de valores, la palabra dada pesa más que el oro, y la cortesía no es adorno, es deber. En Fundición, donde el sol no da tregua y los días parecen forja, ser caballero es resistir el calor sin perder la compostura. Es un ejercicio de carácter, no de etiqueta. A su manera, Rodolfo representa al Fundicionero que no se rinde ni ante el mediodía más implacable. De esos hombres que prefieren sudar la vida antes que lamentarla.

Rómulo, en cambio, es de pocas frases, pero de gestos sinceros. No hace discursos, los encarna. Es de esos amigos que llegan sin anunciarse, pero siempre con una solución o una sonrisa. En un mundo que a veces mide las intenciones por los beneficios, Rómulo sigue siendo de los que ayudan sin esperar nada, solo porque así se siente bien. En Fundición, su forma de hablar es el acto mismo: ofrecer agua fría al visitante, abrir la ventana para que entre algo de aire, compartir lo poco con generosidad. Mientras Rodolfo reflexiona sobre la vida, Rómulo la mejora sin decir una palabra. Si uno simboliza la sabiduría del pensamiento, el otro encarna la sabiduría del hacer.

Entre los dos resumen el espíritu del pueblo: uno representa la serenidad que enseña el sol, el otro la fraternidad que lo resiste sin quejarse. Y entre ambos han fundido amistad, optimismo y sentido común en dosis suficientes para sobrellevar cualquier temperatura —sea del clima o de la vida.

Pero Fundición también está lista para fundir otra cosa: tradición con desarrollo. Aquí podría nacer The Fundición Experience: una experiencia agro-ganadera, cultural y humana donde el visitante descubra que el calor, lejos de ser obstáculo, puede convertirse en motor de creatividad.

Imaginemos el concepto: turistas ordeñando en la mañana, aprendiendo a hacer queso fresco, almorzando bajo los árboles de mango, escuchando historias de Rómulo y frases de Rodolfo mientras la tarde cae sobre la sabana. Todo acompañado de un relato identitario que rescate la esencia del pueblo: trabajo, humildad y carácter.

Un turismo de experiencias sinceras, donde el calor no abrasa: enseña. Donde la hospitalidad caribeña se transforma en producto, y la cultura cotidiana en orgullo.

The Fundición Experience podría convertirse en una marca territorial viva:

– una red de fincas abiertas a los visitantes,

– talleres de queso artesanal con sello local,

– un festival del suero y la amistad,

– un recorrido por historias de resiliencia campesina,

– y un laboratorio de innovación rural que conecte saberes tradicionales con oportunidades modernas.

Fundación tiene todo para ser la cuna del carácter caribe: un lugar donde el calor no se sufre, se celebra. El secreto está en narrarse desde dentro, en volver el clima una metáfora de resistencia y el trabajo rural una experiencia digna de compartir. Porque en Fundación el calor no solo derrite el asfalto: también forja relaciones, derrite prejuicios y funde oportunidades.

Quizás sea hora de que ese calor, tantas veces maldecido, empiece a verse como ventaja competitiva. Después de todo, en ningún otro lugar del Caribe el sol tiene tanto carácter.

Cuando pienso en Rodolfo y Rómulo, veo la esencia misma de un modelo de desarrollo que no necesita copiar a nadie: amistad genuina, trabajo constante y orgullo del territorio.

Eso, llevado al lenguaje empresarial, se llama sostenibilidad. Y llevado al lenguaje humano, se llama esperanza.

Por eso, cada vez que me despido de Fundación, me llevo algo más que calor. Me llevo esa enseñanza simple, casi alquímica: todo lo que se calienta demasiado, cambia de forma.

Y en Fundación, lo que el sol no derrite, la amistad lo moldea.

Esa es, en esencia, The Fundición Experience: la alquimia de un pueblo que convierte el calor en cultura, el sudor en identidad y la cotidianidad en oportunidad.

¿Tú qué crees?