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Columnistas

Pensar en lo social

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Por Rubén Darío Ceballos

Se percibe por la sociedad desde hace ya bastante tiempo, aunque algunos tozudamente se resisten a reconocerlo, un enrarecido desencanto social, desconfianza, desánimo y rechazo por la forma como se conduce la política por parte de gobernantes abusadores sedientos de poder cuando ingobernabilidad e insatisfacción pública están a la orden del día.

Cansada está la población consciente y consecuente que siga imperando, como demostrado está en muchos políticos y áreas gubernamentales, temor, corrupción, miedo, improvisación, desorganización, desorden, impreparación, sordera, ceguera, mudez e insensibilidad, entre otras muchas falencias, sin que importe que la base societaria anhele buenos y mejores gobiernos, crecer económicamente, alcanzar desarrollos mejores y superiores, real equidad y una verdadera justicia social.

Nuestra clase política, aficionada y proclive a lo mediático, preferente, cómplice y conveniente, toma acciones y medidas que poco o nada benefician a la colectividad; considero, debe entender, so pena de seguir generando desconfianza y rechazo, el tiempo, el momento social, máxime cuando ciudadanía y comunidad todo lo descalifican y se tornan incrédulos, ansiosos e intolerantes al no verse correspondidos en sus demandas y necesarias proyecciones sociales.

No es hoy por hoy el mejor momento para la clase política, de ahí la importancia de enderezar el camino, renovarse en principios, valores y bien hacer. Sensibilizarse, ser prudentes, sensatos, discretos, actuar con tacto. No seguir aprovechándose del poder público, el cual debe estar exclusivamente al servicio de la colectividad y no de unos pocos. De no ser así, se verá avasallada la clase política, muy prontamente por las redes sociales y otros medios informativos alternos alejados en mucho del control político, cuyos contenidos (antes limitados o censurados) son propiedad social, medios libres al alcance del ciudadano de a pie.

Igualmente, no está más dispuesta la sociedad al abuso y constante impunidad de los políticos; ante ello, lo sucedido sin sentido con los gobernadores del Caribe colombiano en las instalaciones de la Universidad del Atlántico es un ejemplo para meditar y actuar bajo los parámetros aquí desarrollados.

Es momento de rendición social, hacer un alto a tanto desafuero, comprender que el desespero puede conducir a elegir a cualquiera, resultando así peor el remedio que la enfermedad. Pensemos en personas honestas, honorables, decentes, probos, preparados, inteligentes, demostrados, desprovistos de compromisos, que puedan ser impulsados por la ciudadanía sin temor a fracasar. Está en nosotros buscarlos, brindarles espacios, mostrarles nuestra visión y estudiar las mejores propuestas. El Magdalena y el país lo necesitan.

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