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Columnistas

REALIDAD DE REALIDADES

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Saúl Alfonso Herrera

La realidad que vivimos muestra de manera fehaciente que violencia y conflictos sociales frenan desarrollo, crecimiento y son de plano una grave amenaza para la paz y la estabilidad social que tanto seguimos necesitando y el pueblo clama, de ahí que impartir una justa justicia sea un grande reto, sobre todo por cuanto el inmenso número de conflictos sociales existentes y por resolver representan una problemática para los despachos judiciales, rebasados en sus cargas de trabajo, lo que aparte de obstaculizar en mucho al sistema judicial, genera demora en cuanto a otorgar una justicia pronta y expedita por demás.

Ante esto, es claro que el poder legislativo deba y tenga que prever mecanismos alternos para la solución de controversias y darse a la tarea de establecer y ofrecer medios y servicios de justicia alternativa, como la mediación y el arbitraje, so pena de seguir sucumbiendo en esta marejada de tropiezos que conducen al caos. Buena es en estos casos, la mediación, como mecanismo para dar solución positiva a los conflictos nacidos dentro de la sociedad, para mediante una adecuada, pronta y amable como amigable comunicación, construir acuerdos que sean aceptados por las partes y para todos satisfactorios. Es llegar a resultados donde unos y otros ganen.

No se trata de ganar por ganar, sino desde la realidad social, acercarnos a cambios estructurales, trabajar en una nueva cultura, dejar atrás a la vieja escuela de abogados empecinada sólo en ganar los pleitos a como dé lugar, y encaminarnos a una nueva generación de ellos impregnados de espíritu mediador y conciliador por demás, en el entendido que una de las mayores ventajas de la mediación es no confrontar ni crear desavenencias, sino dar cauce a la voluntad de las personas potenciando una cultura de resolución amigable. Hacer posible y probable que las partes, confrontadas en un momento, se sienten a concertar y arreglar sus diferencias, lo que nos conducirá a restablecer el tejido social, ahorrar tiempo y gastos a las partes en la solución de sus controversias; además de economías al Estado en lugar de los extenuantes procesos judiciales.

Se impone responder con eficacia a las demandas jurídicas y sociales de la sociedad, ponerse a la avanzada en la conformación de abogados real y verdaderamente comprometidos con las grandes causas sociales desde lo local a lo nacional, teniendo siempre en mente y sin perder de vista, que en el eje de todo conflicto por pequeño o grande que sea, se encuentran yaciendo los derechos de las personas y la sana convivencia social, que debemos perseguir siempre, en aras de conciliar justicia y libertad.

 

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