Metrópolis
El tren de los buenos tiempos
Por Cristian Valencia
Una crónica de 1997 publicada en un diario bogotano, se ufanaba de algo que hoy no produciría tanto orgullo. La periodista estaba feliz porque había asistido a la implosión de la antigua estación de tren. En unas pocas palabras resumió lo que hoy es motivo de tristeza: “En tres segundos desapareció todo”, decía ese texto resaltado en negrilla, entre exclamaciones. Así fue.
Desde ese momento el tren de Santa Marta se convirtió en una reminiscencia; en tan sólo el estribillo de una canción que ni siquiera se hizo en honor al tren sino al mítico periodista boxeador, apodado Mamatoco y asesinado en un lejano 1943: “Santa Marta tiene tren, pero no tiene tranvía”.
Puede que las nuevas generaciones no lo sepan, pero esta ciudad fue un coloso del Caribe durante buena parte del siglo XX, gracias, tal vez, a que era la única ciudad de Colombia que contaba con aeropuerto, tren y puerto natural. Del tren solo escuchamos historias. Pero vemos la línea férrea hacer de límite entre dos ciudades: una formal y otra informal que ha crecido alocadamente por múltiples factores que no vienen al caso. Pese a todo es un placer escuchar a uno de nuestros ancianos hablar de la época del tren, porque es una época llena de vida que dejó imaginarios que aún hoy permanecen en la ciudad, como esperando que alguien recupere el tren para Santa Marta y regresen los buenos tiempos, de los que habla Carlitos Vives y cantamos con tanta emoción.
El regreso del tren
Esta es la buena noticia. EL POT 500 quiere recuperar el tren para los samarios. No sólo un tren de carga que lleva y trae carbón y contenedores, sino un tren de pasajeros entre el aeropuerto y el puerto, en primera instancia. Todo está dado para que el tren de Santa Marta sea un hecho. Y habría que decirle a Pipe Zamora, el hombre del son samario, que vaya componiendo una canción tan pegajosa como “Soy de Pescaíto” interpretada por El Clan de Jhonny, pa que reviente parlantes en la taberna de Manuelito en la calle Cuarta con Once.
El ferrocarril viene para impulsar el desarrollo de distintas maneras. Porque volverá ese tren que viene desde el interior del país cargado con la riqueza alimentaria de las tierras andinas. Y porque a cambio de prestar ese servicio a Colombia, los samarios tendremos un tren de pasajeros que sirva de espina dorsal del nuevo Sistema Estratégico de Transporte Público Colectivo SETPC. Un sistema intermodal y sostenible que conectará a toda la ciudad.
Desde ya se considera que a mediano plazo el ferrocarril conecte a Santa Marta con Ciénaga, Barranquilla y Cartagena, para consolidar al Caribe colombiano como uno de los principales polos de desarrollo del país y de la región. Si Santa Marta se compromete con este POT500 estará jalonando el desarrollo departamental, regional y nacional. Será un Plan de Ordenamiento Territorial que servirá de modelo a seguir en otras regiones del país.
La ciudad que impulsa este POT 500 es una ciudad del futuro, increíblemente posible a corto plazo gracias a los esfuerzos conjuntos de la administración municipal, el Estado, La Gobernación, la empresa privada y los ciudadanos.
El SETPC y el espacio público
La construcción del SETPC implicará una transformación rotunda de la ciudad y la manera de concebir el espacio público. Porque de la mano de los corredores estratégicos con carril prioritario para los buses, se harán ciclo rutas y se rescatarán los paseos arborizados para bien de los peatones. La idea es conectarlos también con la red de teleféricos que también plantea este POT 500. La primera línea de teleférico se construirá desde El Rodadero hasta el Puerto de Santa Marta; pero el proyecto contempla una línea más hacia Taganga primero, y luego otra línea hacia Minca, dos reservas naturales preferidas por todos, en donde será posible impulsar el turismo responsable, ecológico, sostenible y amigable, que será el único turismo con posibilidades de convertirse en industria en el futuro cercano.
Serán teleféricos de doble utilidad: por un lado, será solución de transporte público de calidad para los samarios, por el otro un enorme atractivo turístico. Un transporte de cero emisiones, recreativo y paisajístico, que para colmo de bienes contribuirá a la integración de los habitantes de Santa Marta.
Es importante decir que uno de los principales objetivos de este POT 500 es lograr espacios públicos de calidad, que sirvan como elementos unificadores para todos los habitantes de esta ciudad. Porque si bien la ciudad durante los últimos siete años ha comenzado a articularse a partir de sus espacios públicos, resulta de suma importancia una intervención más decidida en este aspecto. Con este POT 500 tendríamos una ciudad más articulada desde sus espacios públicos, más conectados y fáciles de manejar y, por ende, una ciudad más incluyente. Es decir, una ciudad más competitiva de cara a los retos del siglo XXI.
La aerópolis samaria
La maravillosa renovación de nuestro aeropuerto Internacional Simón Bolívar, sacó a relucir los enormes potenciales del aeropuerto mismo y de la zona aeroportuaria. Este POT 500 planea desarrollar un proyecto de ciudad aeroportuaria en el entorno del aeropuerto, que se consolidará como un gran espacio de oportunidades para la implementación de negocios empresariales.
La aerópolis propuesta por el POT 500, convertirá el aeropuerto e Santa Marta en uno de los aeropuertos más modernos de la zona, adaptado a las nuevas exigencias de competitividad y globalización que llegaron con el siglo XXI.
Se trata de recuperar y modernizar la infraestructura instalada que ya tiene la ciudad, para que El aeropuerto, el Puerto y el terminal férreo puedan operar de manera conjunta; una infraestructura que ninguna ciudad colombiana tiene en este momento y que, a la postre, convertirá a Santa Marta en un epicentro de conectividad empresarial y comercial de Colombia y para el mundo.
Para un cumpleaños
Hace poco alguien colgó de la internet una película casera de los años 60, filmada en formato de súper 8 milímetros, en donde una pareja de recién casados posa en distintos lugares de la Santa Marta de entonces. ¡Ah!, cuánta nostalgia de ese camellón de Santa Marta, con esa perfecta balaustrada que separaba la playa de la ciudad. Y los baños públicos en la playa; y esa estación del ferrocarril que siempre traía noticias del interior del país, y esos trenes como cansados de tan larga travesía; y los niños jugando junto al muelle, por las playas de El Ancón; y las playas de ese Rodadero cuando apenas estaba construido el hotel Tamacá. Todo era perfecto. La avenida Santa Rita y sus casas republicanas bautizadas con nombres de mujer; y la imponente avenida del Libertador, rodeada de esos árboles centenarios, que aún hoy existen.
Luego de ver esas imágenes cualquier samario se preguntaría: ¿en dónde se perdió la gracia? ¿En qué momento se perdió ese rumbo tan acertado?
Preguntas que quizás no tienen respuesta, porque es una tontería mirar hacia atrás para encontrar culpables. Pero es muy importante que seamos conscientes que con este POT 500 tenemos la gran oportunidad de recuperar el rumbo con miras a hacer de Santa Marta un gran centro de negocios, el mejor vividero del Caribe y, por lo tanto, el destino turístico más apetecido.
El regreso de los buenos tiempos viene por la misma vía que se fueron: por la línea del ferrocarril. El regreso de los buenos tiempos viene con este POT500. Tal vez la canción de Carlitos Vives fue premonitoria y este tren de los nuevos tiempos se llevará las malas horas de una vez y para siempre.
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