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Columnistas

Llevo años soñando con este momento

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Por: Viviana Vargas Vives

Mas de 25 años con este secreto penetrándome el alma.

Coartando mi espíritu
Opacándole el color a mi vida.
25 años de una tristeza que, sin avisarme, impregna todos mis momentos felices.

Creo que me merezco una salida.
No se si esta lo sea.
Pero seguir como estaba sin duda, tampoco lo es.

Estas ultimas semanas me han revuelto las tripas.
Tanto abuso.
Tanta violencia.
Tanto acoso.
Tanta inocencia arrebatada.
Tanto tanto tanto.

Indignación por un tiempo.
Luego todo sigue igual.
Como si nada.

No puedo controlar lo que los demás hagan.
Puedo controlar lo que hago yo.
Y yo decido hoy, no seguir como si nada.

Pasar del silencio absoluto a contarlo todo en redes sociales es un salto enorme.
Exagerado dirían algunos.
“Porque por una red social”?—-“Porque no denuncia?”

Señoras y señores, no le pidan a una mujer que ha sido abusada, acosada, o violada…que se presente ante un juez. No le exijan a una mujer que ha sentido que le arrebataron su dignidad y su honra, que acuda ante un sistema dañado y podrido desde hace siglos y lleno de hombres, machistas. Hombres que le harán repetir una y otra vez su historia, hombres que en tono condescendiente le preguntaran lo mismo varias veces a ver si encuentran inconsistencias….hombres que no le creerán nada. Que la harán sentirse pequeña. Insignificante. Sola. Hombres que en vez de buscar al victimario, buscaran un pretexto, una razón, una excusa.

Lo hago así, ahora, porque de lo contrario seguirá siendo mi secreto. Porque sé que hay muchas como yo que tienen miedo y vergüenza. Porque la razón por la que he callado es por miedo a causarle incomodidades a los demás. Y ya basta. Su incomodidad ya no es mi problema.

Yo soy abogada. He tenido el privilegio de acceder a diversos niveles de educación. Me muevo en un entorno lleno de oportunidades y de gente que me respalda y me cree. Y aun así, no he sido capaz. No me imagino mujeres en situaciones distintas a las mías. Conviviendo en entornos mas hostiles. Carentes de afecto y de oportunidades.

Tenia apenas seis años cuando fui violada por primera vez. No sabia que eso era lo que estaba pasando cuando me sucedió…

Era un hombre tan cercano a mi familia que lo veía mas que a mi propio padre. No era mi familiar pero durante muchos años frecuentaba mi casa casi a diario.
Tenia el afecto y la confianza de todos en mi casa.
Estaba presente en todas las celebraciones, navidades, cumpleaños.
Lo vi casi todos los días durante muchos muchos años.

Era niña y lo adoraba.
Adoraba su presencia y ante la ausencia de una figura paternal, busque en el ese afecto, ese cariño.
Puedo decir ahora que incluso llegue a tener un “enamoramiento” de esta persona. Un “enamoramiento” propio de una niña de seis años. Que quería la atención de alguien.

Una noche ocurrió. Ocurrió en ausencia de las personas de mi familia. Fueron minutos pero en mi mente se sintieron horas interminables.
Un abrazo paso a ser algo mas en un instante. Algo mas que no comprendía.
Pero como iba a comprender de sexualidad a los seis años?
Mi piyama de los ositos cariñositos nunca volvió a ser la misma.

Cuando todo termino, me encerré en la habitación en la que dormiría , avergonzada. Creyendo que había hecho algo muy muy malo.
Que mi enamoramiento había llegado a esto por mi culpa.
Sabia que no estaba bien.
Sabia que mi ropa interior manchada me iba a delatar.
Se iban a dar cuenta.

Y así me lo hizo saber él.
“Si hablas de esto, te van a castigar. Tu mamá, tu hermana…se van a poner muy bravas”.

Y así me lo repitió tantas tantas veces.
Durante años.

Tenia seis años. Seis años. Seis años.

Cuando por fin hablé, ya en la cúspide de mi adolescencia, no me creyeron.
O mas bien…prefirieron ignorarlo?

Crecí en una sociedad vacía, en la cual el “buen nombre y al reputación” eran los valores mas importantes. Y este era un hombre de “sociedad”. Socio del club. De “buen apellido ”.

Deje eso ahí por no avergonzar a mi familia.

Han pasado mas de 25 años desde esa noche.

Hoy tengo dos hijas, dos mujercitas. Dos mujercitas a las que tengo que darles ejemplo.
Ejemplo de fortaleza. Ejemplo de berraquera.

Dos mujercitas que quiero sepan, jamás deben sentir vergüenza. Jamás deben sentirse solas. Dos mujercitas que cuidare con mi vida para que nunca vivan lo que yo viví. Pero si algún día les llega a pasar, quiero que sepan:

NO TIENEN LA CULPA. NO TIENEN LA CULPA. NO TIENEN LA CULPA. NO TIENEN LA CULPA.

Tiemblo mientras redacto este texto. Nauseas y sudor frio. Ojalá de alguna manera esto le llegue a ÉL. Quiero que sepa que YO SÉ lo que el me hizo. Quiero que sepa que es un VIOLADOR. Y que viva con el temor de que algún día, en mi siguiente impulso de carácter…lo llamare por su nombre.

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